viernes, 17 de agosto de 2007

PERFIL Y PENSAMIENTO MILITAR DEL "CURA MERINO"


PERFIL Y PENSAMIENTO MILITAR DEL “CURA MERINO”
(Jerónimo Merino y Cob, 1769-1844)


Fernando Pinto Cebrián
(Artículo en Revista “Ejército”, nº 630 y Diario de Burgos, Especial Domingo)


Siempre resultan sorprendentes aquellas personas que, con una vocación y línea de hechos acorde con ella, cambian a otra forma de vida, empujados o no por las circunstancias, con la facilidad del que lo hubiera hecho desde siempre, como si esta nueva vida fuera la más suya.
Sus cualidades ocultas, el motor que las despierta y las impulsa, los pensamientos e ideas que desarrollaron…, son temas de estudio.
El Cura Merino (Jerónimo Merino y Cob) durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), como otros más en la Historia de España, sería uno de ellos, un ejemplo más y ahora objeto de éste trabajo.
El objetivo fundamental del mismo será tratar de determinar que potencias, escondidas o no, poseía para llegar a ser un Mando militar de la talla que fue, y cuáles las técnicas, tácticas y estrategias que utilizó. En conjunto definir su perfil y pensamiento militar.
Como marco de referencia permanente nos servirán, en la primera parte del estudio (perfil militar), las cualidades que un Mando (guerrillero o regular), en cualquier época, ha manifestado para serlo de verdad: patriotismo, honor, disciplina, acometividad, abnegación, solidaridad, educación moral, preparación física, amor a su oficio o profesionalidad). En cuanto a la segunda (pensamiento militar), nos ayudará la tipología clásica referente a la estrategia (total, operativa, de acción directa,…) y a la táctica, para lo cual el seguimiento de sus técnicas-tácticas, objetivos, intenciones, etc., será de gran interés.

PERFIL MILITAR:

Según algunos autores su figura resulta controvertida en algunas facetas de su persona: Pío Baroja (en Avinareta o la vida de un conspirador) y J. Martínez (en El Cura Merino) dudaron de su moralidad (el segundo al considerar a una de sus confidentes como amante); otros pondrán en duda su formación religiosa y su cultura (burdo es el calificativo que le adjudica en Las guerrillas españolas, 1870, Eugenio de Avinareta, personaje modelo para la obra de Baroja); calificativos similares (clérigo de misa y olla) son recogidos por Gómez de Arteche y Moro en su obra Guerra de la Independencia (1891), entre otros.
A pesar de estas opiniones, todos aquellos que le atacan no tienen más remedio que claudicar en otros pasajes de sus obras reconociendo otras virtudes que ponen en peligro la falacia del libelo.
Por otra parte, situándonos en la época, también son comprensibles y hasta “disculpables” ciertos errores, haciendo caso omiso de las intenciones de fondo, ya que posiblemente estuvieron sometidas a la “demagógica” influencia de su principal enemigo: los franceses, quienes serán los primeros en lanzar y propagar embustes sobre la persona del Cura Merino, envueltos en una mezcla de temor-odio-admiración y que pudieron ser recogidos por cronistas, novelistas, etc., posteriormente.
De todas formas, estos pequeños conflictos ya superados por las sopesadas opiniones de otros estudiosos del tema no han de influir en demasía en la concepción de este trabajo, puesto que emplearemos aquellos datos que son admitidos por la mayoría.
Con estos puntos de vista desarrollaremos la primera parte (perfil militar).
En primer lugar, su nacimiento, primeras vivencias y estilo de vida adquirido ya nos aportan elementos de interés.
Fue hijo de pobres labradores, enraizado en el campo desde pequeño (a los siete años comenzó a ayudar en las labores), lo que implicará un conocimiento del mismo. La pobreza le proporcionará posiblemente su posterior austeridad personal (comía poco, no bebía ni vino ni licores, no fumaba y dormía tres horas…) reforzada más adelante por las necesidades de la guerra, y algo de su fuerza de voluntas ante adversidades y problemas (confirmada en sus comienzos por el empeño con que, al parecer, estudió para sacerdote y también confirmada con la permanencia en la lucha hasta casi los setenta años)
Sabemos que estudió fuera de Villoviado, su pueblo natal, pero dentro de la provincia, en Burgos, Lerma y Covarruvias, y que ejerció en el mismo, aspectos que quizá pueden explicar su tendencia al localismo guerrillero.
Por dichos estudios tendría, lógicamente y sin profundizar en ellos, una cultura y unos conocimientos superiores a sus camaradas guerrilleros del futuro, y un grado de ascendiente natural por su puesto en la escala social de la época (fueron varios los casos durante la Guerra de la Independencia, y actualmente en las guerrillas contemporáneas, en los que un cura de pueblo ejerce el liderazgo como jefe). Tal ascendiente estará respaldado por un cierto cariño popular (las crónicas dicen que era querido y respetado por pueblo y autoridades); éste se pudo desarrollar por ser del pueblo, conocedor de sus problemas y por su carácter desprendido hacia ellos (construyó la torre de la Iglesia de Villoviado y regaló a la misma una custodia de oro).
Este carácter desprendido se revelará más adelante, como poco atado a la búsqueda y acumulación de bienes para sí, y será en cierto modo corroborado por sus órdenes durante la situación de guerra para evitar en su guerrilla la rapiña, todo tipo de botines e impedir los saqueos en los pueblos.
Volviendo otra vez sobre el tema de su cultura-conocimientos, algunos lo confirman señalando que ciertas acciones fueron planeadas basándose en su saber de la historia burgalesa, lo que, de ser cierto, nos lleva ala conclusión, de que todas sus potencialidades intelectuales las ponía a disposición de la resolución del problema militar del momento (era de inteligencia activa y memoria feliz según R. de Abajo; sus detractores también reconocerán su despejo natural).
Todos estos aspectos, ascendiente-conocimiento-cariño popular, que le dan cierta forma de autoridad moral sobre sus seguidores le permitirían el no ser amigo de los distintivos, ni de las insignias militares, que usaba raras veces, no necesitando, por lo tanto, de símbolos que reconocieran su valía (mostraba desapego por los honores).
Otros calificativos, como mezcla de clérigo, pastor y cazador, nos sirven también para determinar algunos datos más sobre su persona complementarios de los ya reseñados. Dicho ya suficiente sobre su condición de sacerdote, los calificativos de pastor y cazador se pueden relacionar con un seguro conocimiento del terreno burgalés, de las condiciones climatológicas, medios y procedimientos para sobrevivir, determinadas técnicas de caza y conocimientos de armas (se dice que era buen tirador).
Pastor-cazador-labrador son facetas de su vida que permiten admitir su amor al aire libre y considerar válida la facilidad de adaptación posterior en su vida campestre-guerrillera.
Otras cualidades reconocidas por la mayoría son la de su resistencia a la fatiga y su gran actividad, que se pueden relacionar con el mantenimiento de un buen estado físico como cazador, con las indicaciones de su sobriedad de alimentación y de carácter (ascético, de reciedumbre moral), con los calificativos de buen andarín y buen jinete, y con la referencia a que gustaba hacer las cosas pronto y sin demoras, para él la palabra mañana y después no existían (esencialmente práctico).
Respecto a sus rasgos físicos, su retrato y los datos aportados en la exhumación de su cadáver son más que suficientes para borrar los apelativos que se le dieron de feo, bajo, de mala catadura…, y obliga a tener en cuenta por lo tanto que su porte (el cadáver aporta datos de una persona fuerte, alta y de pelo rubio), madurez (contaba al comenzar su vida guerrillera con 39 años) y poderosa voz no le pondrían dificultades en su labor de mando.
Otros libelos como despótico, cruel, asesino, fiera, son más propios de un enemigo que lo teme y odia por no lograr su captura y derrota que de alguien que sirviera en sus filas; es por ello posible que el arranque inicial de los mismos esté en los franceses o afrancesados, como ya se apuntó antes (técnica similar es empleada actualmente en las campañas de desprestigio).
En este tema es pues importante no confundir la justicia de aquella época de guerra con crueldad, los ajusticiamientos con asesinatos, y su fiereza (valentía, temple de acero, según algunos autores) con el sentido animal de la palabra. En contraposición a los apelativos citados hay varios ejemplos de piedad para con los prisioneros, como la proclama de mayo de 1813 pidiendo perdón y amparo para los afrancesados.
Su amor a las tropas es constatado también en muchas versiones de su historia y es lógica correspondencia a la inversa del seguimiento ciego a su persona que suelen citar.
De su disciplina y sentido jerárquico nos hablan su sujeción, sin que se cuenten problemas o dificultades serias, al misterioso Director y el acatamiento a las órdenes e insinuaciones de las Juntas de Defensa (es un detalle significativo su interés por legalizar su guerrilla solicitando para ello autorización a la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino de España y de las Indias).
De su patriotismo nos habla su entrega a lo largo de toda la contienda; y de su honor y lealtad a sus ideas, nada mejor que su muerte en el exilio.
De su concepción del hombre nos hablan autores que ponen en su boca la idea de que Dios había creado al hombre derecho y ante nadie había que humillarse, lo que explica el poco caso que hacía a los honores y su indiferencia a los insultos del enemigo, así como su satisfacción por el mero hecho de cumplir.
Así después de establecer una lógica relación entre lo afirmado por diversos autores, podemos perfilar, sin caer en exageraciones, la figura del Cura Merino en el sentido de constatar la existencia de ciertas cualidades (recordemos las señaladas como guía o marco de referencia) que le permitieron ejercer un mando guerrillero-militar con el suficiente éxito como para pasar a la Historia.


PENSAMIENTO MILITAR:

Para conseguir definirlo se han de estudiar sus acciones y operaciones durante la Guerra de la Independencia; sin embargo, dada su prolijidad, se señalarán aquí aquellas que resalten más su forma de ser y actuar, y nos den a conocer la marca o sello de nuestro personaje.
También se tendrá en cuenta que muchas de ellas están abultadas (por noveladas, afán admirativo,…) en cuanto a tropas, enemigos, resultados, etc.. De todas formas, como lo fundamental para encontrar su pensamiento militar es el conocimiento de la técnica, táctica y estrategias que empleó (en cuanto a su concepción y planeamiento), no se entrará en demasiados detalles que sólo se tendrán en cuenta en un sentido general.
En principio se nos dice que se inicia en la guerrilla en 1808 con tan solo 20 hombres mal montados y con algunas armas que le proporcionó el Empecinado, obteniendo de su Director de 40 a 50 excelentes caballos, algunos comprados a los franceses, y sables y pistolas para los que iban a montarlos… (G. de Arteche).
Aunque se diga de otras maneras por otros cronistas, para la finalidad de este tema se han de destacar inicialmente dos problemas fundamentales a estudiar: captación de guerrilleros y aprovisionamiento logístico.
El primero se resolverá favorablemente debido al espíritu y patriotismo de los burgaleses , nacido éste de motivaciones variables, al empuje de las Juntas y al carisma de la figura del Cura Merino. El hecho concreto fue que sus fuerzas fueron creciendo constantemente y que dispuso siempre de una reserva suficiente para cubrir bajas.
Como datos complementarios e indicativos podemos ver como crecen sus tropas a través de algunos números (aunque posiblemente no sean muy reales) y de sus ascensos que, como es de suponer, comportarían el mando de una fuerza acorde con el empleo adquirido:

. 1808: Él y su criado se lanzan a la guerrilla…Tan sólo 20 hombres mal montados…
. 1809: Unos trescientos hombres y caballos. Algunos autores apuntan ese año la cifra, un tanto exagerada de 10.000 hombres). Nombramiento de Capitán graduado de Infantería. Organización de la Milicia de la Cruz Roja (una Compañía) en Castilla la Vieja; se puede considerar su entrada oficial en la milicia.
. 1810: Organiza el Regimiento de Húsares de Arlanza (para otros de Burgos), fuerza de caballería. Asciende a Coronel. Se dice que por entonces mandaba una fuerza superior a un Regimiento (algunos apuntan unos 700 jinetes en 5 Escuadrones) con tropas veteranas y regulares. Sus hombres constituían ya un Ejército Regular.
. 1813: Es nombrado Brigadier en premio a sus numerosas victorias; la Brigada de su mando estaba constituida, según J. Martínez, por el regimiento de Arlanza más un nuevo Batallón (quedando el Regimiento a tres Batallones), un Batallón ligero de Infantería de nueva creación a base de veteranos, un Regimiento de caballería a cinco Escuadrones, dos Escuadrones ligeros de nueva creación y Artillaría que trataba fuera de montaña.

Tal evolución irá también acompañada de cambios en la forma de operar, como se deducirá del detalle de sus acciones, desde la más pura concepción guerrillera a otra más regular que, sin embargo mantendrá fuertes connotaciones guerrilleras.
En cuanto al segundo problema (aspectos logísticos), las armas, pólvora, municiones, uniformes, monturas, víveres, dinero, etc., le llegaban por varios caminos:

. Presas hechas al enemigo (correos, destacamentos, convoyes,…); será el primer sistema empleado (el más importante de 1808 a 1810, sobre todo en cuanto a armas).
. Ayudas de otros guerrilleros (se relacionaba con ellos de igual a igual).
. Juntas de Defensa (mediante compras o canalizando colectas y entregas voluntarias).
. Ayudas directas de los pueblos de la zona (estaba en relación con los Alcaldes).
. Ayudas del Ejército Regular.

Todo ello constatado en distintas crónicas sobre su guerrilla.
Como detalle complementario es preciso centrarse un poco más en sus tropas al objeto de determinar, en términos generales, como era su carácter y estilo militar.
En principio, y ello resulta lógico por el origen rural de su nacimiento y presencia posterior de la guerrilla, sus seguidores fueron labriegos, leñadores, vaqueros y pastores, es decir, gente del campo; más adelante se le unirían gentes de la ciudad, y así parece ya que varios de sus Oficiales en 1811 eran estudiantes y jóvenes cultos (su mayor porcentaje se encontraba en aquella época en Burgos capital).
Previsor y serio en sus apreciaciones no dejaría que la tropa anduviese por su cuenta, la disciplinó y la instruyó. Se cuenta que en los comienzos le seguían con gran algazara y sin formación en la guerra; más tarde en Cataluña (después de la batalla de Vitoria) se llegó a admirar la marcialidad, valor y subordinación de sus tropas. Entre ambos comentarios media pues el establecimiento de una disciplina y el desarrollo de una instrucción militar combinada con un aprendizaje en la escuela de la guerra.
En cuanto a disciplina (muy relacionada con su propia concepción personal) ya se han comentado algunos de los límites que imponía a sus fuerzas (no saquear pueblos; control del botín capturado a los franceses; la no permisividad de borrachos, ni pendencieros, ni blasfemos en sus filas), y en relación con la instrucción, son varios los que señalan su realización en zonas seguras durante los periodos de inactividad.
El mando de dichas fuerzas pasará de la simplicidad guerrillera del principio a la complejidad de una Unidad regular, por ello el número de auxiliares de mando evolucionará también desde sólo su criado o asistente a una cierta forma de Estado o Plana Mayor.
Con estos conocimientos relativos a su persona y a sus tropas entraremos selectivamente en sus operaciones.
Durante 1808 y 1809 menudean los asaltos a franceses aislados, correos, convoyes y columnas, así como el asalto a alguna guarnición: valgan como ejemplos los siguientes:

. Asalto a un convoy:
Recibida información de que un convoy francés venía de Valladolid se dirigía a Francia por Burgos y Vitoria, y que traía custodiada (por unos 2.500 hombres) una carga de 32 cajas conteniendo 62.000 onzas de oro, decidió hacerse con la misma para lo cual, después de estudiar el itinerario, pensar la acción, de escoger la gente necesaria (poca para evitar la alarma de los franceses) y de distribuir sus fuerzas la noche del día anterior, partió a su encuentro disfrazado de labrador.
El lugar donde esperaban a los franceses era el pueblo de Villazopeque. Llegado al mismo se ocultó en la casa del párroco y se puso de acuerdo con el alcalde, también amigo suyo y confidente, para que, al pernoctar los franceses en el pueblo, dejaran su dinero en una cueva de su casa, la cual amañarían entre él, su criado y cuatro albañiles.
Por la noche y una vez metido el tesoro dentro de la casa, los franceses montaron grandes guardias avanzadas, patrullas de Infantería y caballería que recorrían sin cesar el pueblo y sus alrededores, los bosques y caseríos circundantes.
El Cura Merino pasó del cuarto preparado en la cueva a donde estaban las cajas, abrió las mismas, sustituyó el oro por piedras y las volvió a cerrar empleando para ello los sellos reales que mantuvo intactos.
Cuando se fueron los franceses repartió las cajas en dieciséis acémilas organizando cuatro grupos que en distintas direcciones marcharon hacia donde estaban sus fuerzas para buscar protección. Al Alcalde le dio (para él y su familia) una carta para el General Cuesta al objeto de que les llevara a Portugal y de allí a Inglaterra; más adelante le mandaría el dinero por el valor de sus propiedades.
Posteriormente, para escarmiento, se lo comunicó al Conde francés de Dorsenne en Burgos (síntesis de El Cura Merino de J. Martínez).

En otra ocasión fue informado por su Director de que los franceses prevenían un gran convoy destinado al sitio de Ciudad Rodrigo, indicándole la ruta para sorprenderlo. Merino les esperó emboscado cerca del puente, sobre los ríos Arlanza y Arlanzón, en Quintana del Puente, con tal fortuna que todo cayó en su poder, enviando la pólvora a los conventos cercanos para conservarla, enterrando cerca del río los cañones y bombas…, y distribuyendo a los campesinos los caballos de tiro y todo el herraje de sus furgones (R. Abajo).

. Ataque a una columna francesa:
A través de confidentes le llegó un día la noticia de que un Coronel francés con numerosas fuerzas se dirigía de Barbadillo del Mercado a Hontoria del Pinar. Merino en aquella ocasión dispuso una de las sorpresas más grandes de su gloriosa vida reuniendo un contingente de paisanos valerosos, armados de escopetas y fusiles unos y otros de hachas porque así convenía a sus planes. Llegó el Coronel a barbadillo con sus 500 dragones y al día siguiente salió a las cinco de la mañana para Hontoria. Merino había hecho cortar los pinos del bosque en una gran extensión de terreno, emboscado sus tiradores y prevenido sus jinetes. Apenas entrados los dragones en el bosque, mandó derribar los pinos ya cortados y a un tiro de escopeta cayó con sus hombres sobre los Imperiales que, sin poder avanzar por los pinos cortados, ni retroceder por los tiros de las guerrillas, pretendieron huir al galope pero les salieron al encuentro los jinetes del valeroso Cura, y comenzó una lucha que terminó en una horrorosa matanza, o por mejor decir, en la destrucción de los Imperiales, ya que de los 500 gendarmes sólo se salvaron 20 con el Coronel herido y 15 con un sargento (Datos biográficos sobre el Cura Merino, R. Abajo.

Al margen de los tintes novelescos o legendarios, las narraciones expuestas hasta el momento nos sirven para señalar antes de seguir adelante las siguientes conclusiones:

. Contaba con buena información (red de confidentes y colaboradores).
. Existencia de planificación en sus acciones.
. Empleo de la sorpresa contra la superioridad del francés. Ésta es lograda por la información sobre el movimiento del enemigo y el conocimiento del terreno que le permite elegir el lugar adecuado para la acción.
. La emboscada es su principal acción táctica.
. Combina adecuadamente el empleo de la Infantería con la caballería y ésta la emplea para caer por sorpresa y rapidez sobre el enemigo.
. Modifica el terreno, si lo considera necesario, para forzar al enemigo a la situación que tiene prevista..
. Se manifiesta hábil en engaños y argucias.
. Está pendiente de los problemas que puedan plantearse a sus colaboradores para ayudarles.

Posteriormente (1810 en adelante) sin abandonar el tipo de las acciones comentadas, buscará evitar el asentamiento de los franceses en las distintas plazas y localidades de la provincia de Burgos, tales como Covarrubias, Quintanapalla, Aranda, Villafría, Rubena. Lerma, Roa,…, para lo cual desarrollará en sus operaciones unas acciones defensivas y otras ofensivas: toma de localidades, hostigamientos,... A continuación exponemos un ejemplo seleccionado de cada una de ellas:

. Acciones defensivas:

.. Los franceses atacan Aranda:
Enterado el Cura Merino de las intenciones de los franceses respecto a Aranda, organizó partidas sueltas (de 20 a 25 hombres mandados por un Oficial) para que fueran a comprar víveres para dicho pueblo y dictó un bando preparatorio para el sitio (reforzar las fortificaciones, abandono de Aranda por los no dispuestos,…).
Como guarnición llegaría a contar con unos 3.000 hombres.
Por fin llegó el día. Merino recibió el parte de haber salido de Burgos una División francesa de 10.000 hombres al mando del Conde de Dorsenne, que se proponía acabar con Merino y su cuadrilla de bandoleros en quince días.
Merino y Segura salieron fuera de Aranda, el primero al mando de un Regimiento de Húsares (unos 600 jinetes) y el segundo su Batallón (unos 800 infantes). Merino se llevó toda la caballería excepto cincuenta para dar las órdenes dentro de Aranda y sin abandonar las cercanías de la población se corría por toda la orilla derecha del Duero, desde Hontoria de Valdearados hasta Berlanga de Roa, adelantándose a Tubill, Gumiel, Quintana y Aguilera.
Al cabo de cuatro días se estableció el primer contacto (unos en sus escuadrones en el camino de Lerma) con algunos tiradores franceses. Los españoles se retiraron y dieron cuenta a Merino. Y avisado Juan en Aranda se replegó a Tubilla.
A las nueve de la mañana del día siguiente se divisó desde Aranda a los franceses desplegados fuera del camino y en forma de media luna. Un parlamentario francés entregó un documento cuyo contenido no fue admitido y se contestó en el sentido de que no vinieran más o serían pasados por las armas. Roto el diálogo hubo un cañoneo por ambas partes de cerca de dos horas; terminado éste, los franceses se dispusieron al asalto y al llegar a unos 250 metros del baluarte comenzaron a perder gran cantidad de gente ante el nutrido fuego del español; ante esta situación el Conde de Dorsenne ordenó retirarse.
Suspendido el fuego por ambas partes el balance de este primer encuentro fue el siguiente: un muerto y seis heridos por parte española y cuatrocientas bajas por parte francesa.
A partir de entonces comenzó el sitio en toda regla, los ingenieros franceses comenzaron a trazar las primeras trincheras para establecer sus paralelas…, al día siguiente algunos de los cañones de las trincheras comenzaron a hacer fuego…
El cerco tenía forma de media luna por sólo ocupar la margen derecha del Duero. Más tarde tendieron, tras muchas bajas dos puentes de barcas a uno y otro lado de la ciudad para pasar y terminar el cerco.
Merino no actuaba de momento ya que con sus fuerzas no podía enfrentarse a los 10.000 franceses. Cuando se dio cuenta de que se formalizaba el cerco (que nunca se completaría) comenzó a actuar: al amanecer generalmente hacía primero una descarga con su Infantería y luego lanzaba su caballería. A veces no transcurrían dos horas sin que se efectuara un nuevo ataque por otro punto, no dejando a los franceses ni un minuto de descanso. Al mismo tiempo se apoderaba del abastecimiento de las tropas francesas quienes, al final, precisaban para su protección de grandes columnas.
A la vista de tal situación el general francés pidió por fin a Burgos algunos batallones de refuerzo ya que Merino había logrado levantar a varios pueblos de los alrededores.
Merino preparó una emboscada a uno de los batallones de los que marchaban a reforzar la División del Conde. Los franceses del mismo se defendieron formando cuadro pero después de duros combates y la carga repetida de la caballería de merino fueron deshechos. Como consecuencia de ello y aún a riesgo de desguarnecer Burgos el Conde siguió pidiendo refuerzos.
La situación en Aranda se agravaba cada vez más. Por su parte, Merino seguía atacando convoyes de víveres destinados a los franceses.
Ante las previsiones de Madrid, el Conde decidió por fin realizar un esfuerzo: el asalto de Aranda. Para prepararlo batió primero el reducto de la Concepción y otros intentando abrir brecha, después lanzó cuatro columnas de ataque a dos batallones cada una. El asalto se intentó por cuatro veces fracasando en todas y en el último resultó herido el Conde cuando lo encabezaba.
En esa última retirada los españoles de dentro de Aranda salieron en persecución de los franceses llegando a destruir algunas baterías.
Los franceses tratarían entonces de llegar a un armisticio no logrando nada.
Mientras tanto Merino dispuso un ataque (al amanecer del cuarto día) con sus fuerzas en combinación con las de Aranda que efectuarían una salida en masa sacando también los cañones.
El ataque se dio en la orilla derecha del río Duero. Para evitar que las fuerzas de la orilla izquierda acudieran en apoyo de las de la derecha quemó los puentes. Durante el ataque se rompió fuego desde Aranda sobre las fuerzas del Sur para fijarlas aún más.
Después del combate se firmó un armisticio de 15 días bajo condiciones españolas: los franceses de la orilla izquierda y derecha se retirarían a Burgos y no sobre Lerma quedando la artillería de la izquierda en manos españolas (síntesis de El Cura Merino, J. Martínez).

. Acciones Ofensivas:
.. Ataque a la villa de Lerma:
Después de Aranda y el abandono francés de Salas de los Infantes, Merino pensó en Lerma ocupadas por dos Batallones franceses con ocho piezas de Artillería y dos Escuadrones de Caballería ligera.
Así, buscó bloquear Lerma a la espera de la ocasión para un golpe de mano. Por lo tanto no la sitiaría en toda regla ya que, por otra parte, no quería tirar con su Artillería sobre Lerma para no dañar a la población española.
El bloqueo citado lo realizó con sus fuerzas distribuidas de la siguiente forma: Cuartel General en Quintanilla de la Mata, un Escuadrón en cada uno de los pueblos siguientes: Santa Cecilia, Villalmanzo, Santa Inés, Revilla Cabriada, Quintanilla de la Mata y Avellanosa de Muñó, la mitad de un Batallón de Infantería más seis piezas en Quintanilla de la Mata, en Villalmanzo y Revilla dos Compañías más la mitad de una Batería en cada localidad. Villalmanzo y Revilla Cabriada serían la cabeza del cantón. Como seguridad patrullas de Caballería recorrerían el perímetro.
Sus órdenes iniciales fueron las siguientes: cerrar todo paso a Lerma, no aceptar combate a no ser con fuerzas muy inferiores, caso de verse amenazado replegarse sobre el cantón inmediato y caso de ataque general se reuniría en Quintanilla de la Mata toda la Columna.
La primera acción contra el francés fue la detención del correo del Comandante de Armas de Lerma cuando se dirigía a Burgos a dar cuenta de lo que estaba sucediendo.
El francés de Lerma intentará vencer esta posición, sin embargo después de cuatro intentos fueron forzados a retirarse y derrotados cerca de Royales del Agua.
Mientras tanto las Columnas francesas que se dirigían a Lerma, enterados de la trampa de Merino, decidieron atacar Villaverde y Madrigal en lugar de Madrigalejo del Monte.
Ante tales intenciones, Segura y Mendoza (el primero en Villaverde y el segundo en Madrigal) pidieron cañones a merino ya que todos estaban en el centro y Merino mandó dos a cada uno.
Madrigal fue atacado pero el foso construido por los españoles y el nutrido fuego detuvo a los franceses. Pero como los franceses prepararan el paso del foso y a la vista de la cantidad de sus fuerzas pidió a Merino un Batallón de refuerzo que le fue concedido.
Viendo Merino que el ataque a Villaverde no era de importancia mandó allí cuatro Compañías de urbanos y ordenó que el Batallón de línea de Villaverde se le uniera sobre la carretera.
El combate de madrigal terminó con el fracaso del francés.
Merino entonces atacaría por el centro pasando entonces a primer plano el combate en dicha zona.
El francés mandó que los Batallones y la Artillería que atacaban Villaverde se replegaran al grueso, hecho que aprovechó Merino para hacerse con las tres piezas del pueblo, aumentando su Artillería a siete piezas.
Enterado de la acción de Villalmanzo no temía por su retaguardia.
Merino ordenó entonces una salida a Mendoza (en madrigal) contra el Batallón que estaba organizado delante de sus posiciones mientras un Batallón de Merino lo atacaba de flanco.
La idea era apoderarse de la meseta anterior a Madrigal que dominaba la carretera y situar en ella la Artillería, cogiendo entonces con fuego de flanco a los franceses del grueso central.
Los franceses que atacaban Madrigal fueron rechazados y la meseta ocupada.
Con los cañones de Madrigal y los capturados a los franceses enfilaron contra el centro francés dieciséis bocas.
Los franceses trataron de atacar otra vez la meseta con unos cuatro Batallones, pero fueron rechazados por la Artillería y se retiraron al ver a Merino que avanzaba por el centro.
Así, sin enfrentarse a merino en el centro se retiraron con cuantiosas pérdidas hasta Cogollos, y allí pudo desplegar su Caballería y Artillería permitiendo el repliegue de su Infantería.
Los de Merino no se aventurarían ya a una nueva batalla. Finalizada la misma, Merino ordenó que las tropas ocuparan los puntos iniciales y descansaran. Posteriormente fue ocupada Lerma y los franceses se retiraron a Burgos (síntesis de El Cura Merino, J. Martínez).

.. Acción nocturna sobre el Castillo de Burgos:
Las tropas de Napoleón eran dueñas de Burgos y tenían fortificado el castillo, pero para dar mayor seguridad de éste, establecieron en el Cerro de San Miguel un hornabeque, en el que había una corta guarnición. El día de Reyes un oficial de la partida del Cura Merino preparó por orden de éste una sorpresa de las que acostumbraban aquellos indomables guerrilleros y al efecto, tan pronto como cerró la noche se dirigió con 200 hombres decididos a los arrabales de la población emboscándose sigilosamente en el barranco existente entre el Castillo y el Cerro de san Miguel, a pocos pasos de distancia de los centinelas de ambas posiciones.
Y así permanecieron ocultos hasta la hora propicia.
A la una de la mañana resonó entre las sombras de la noche un nutrido fuego de fusilería y los bravos guerrilleros se dirigieron hacia hacia el fuerte dispuestos a saltarle.
Mientras la guarnición se defendía de los atacantes otro grupo de Merino, disfrazados de franceses, penetraron con facilidad en el fuerte ya que los franceses creyeron que eran tropas que llegaban en su auxilio. Así la guarnición francesa del hornabeque, atacada por el exterior y el interior cayó prisionera de los españoles.
El ataque fue tan rápido que cuando los franceses del Castillo acudieron a socorrer a los del fuerte los guerrilleros de Merino ya se habían marchado llevando consigo a los prisioneros (de Efemérides Burgalesas, Una hazaña del Cura Merino, Juan Albarellos Berroeta).

Bajo los mismos condicionantes, ya reseñados con anterioridad, podemos llegar a determinar de éstas últimas narraciones, las siguientes conclusiones bajo el punto de vista militar:

. Sigue contando con buena información.
. Hay un aumento sustancial en cuanto a fuerzas propias y amplitud de despliegue.
. Hay menor sorpresa en el encuentro entre ambos contendientes, pero siempre la busca.
. Sigue gustando de engaños, trampas,…, llamando la atención del enemigo sobre varios puntos para luego atacar otros.
. Los enfrentamientos son más similares a los de las fuerzas regulares, sin embargo sigue realizando emboscadas, golpes de mano, hostigamientos… de tipo guerrillero, como acciones complementarias al esfuerzo principal.
. En su despliegue suele hacer adecuado uso del obstáculo: se apoya en ríos, poblaciones…, o bien lo transforma con empalizadas, fosos, etc. (fortificación).
. Denota flexibilidad en su mando al adaptarse a los cambios sobre sus planes que introduce el enemigo; sabe cuando ordenar un ataque con precisión y economía de medios o bien cuando retirarse.

Sumando a estas conclusiones las expuestas con anterioridad, podemos apuntar de forma más general lo siguiente: existencia de dos periodos bélicos: uno eminentemente guerrillero y otro mezcla de guerrillero y regular con tendencia a esta última forma de operar.
Al margen de los detalles tácticos citados nos faltan otros que no aparecen en las narraciones contempladas, pero que son descritos por varios autores y que por su importancia complementaria cabe citarlos.
En cuanto a seguridad si la miramos desde el punto de vista de su persona se dice que a la hora de dormir se internaba solo con su criado en el monte y respecto a las tropas que dormían cerca de sus caballos los cuales pasaban la noche ensillados en los pesebres, para montar y reaccionar ante la más pequeña alarma detectada por sus centinelas o las grandes guardias que montaba. Sus zonas de descanso siempre fueron buscadas por razones de seguridad en lugares montañosos y sitios agrestes, y donde contara con buenos y leales colaboradores.
Gustaba de las tácticas de unión para atacar y dispersión para retirarse (principio guerrillero permanente), así pues colocaba guarniciones en varios pueblos cercanos entre sí y unidos por buenas comunicaciones que pudiera en pocas horas reunir en un punto todas sus fuerzas para dar uno de sus golpes, dejando al mismo tiempo la posibilidad a cada una de las guarniciones de replegarse sobre la inmediata en caso de un revés o verse amenazado por fuerzas superiores. Desde estas guarniciones o cantones salían destacamentos o patrullas en todas direcciones para evitar la ociosidad y vigilar los movimientos de los franceses.
De esta zona de operaciones se dice que tenía un frente extenso y despejado, la espalda muy bien guardada y puntos seguros donde retirarse ( entre ellos Hontoria del Pinar y Santa Cruz de Salcedo) y replegarse aún más lejos, sobre Segovia o Navarra. Contaba pues desde el punto de vista de un Ejército regular de zona, base y frente de operaciones.
Su línea de interés estratégico (donde incidió directa o indirectamente) fue la vía de comunicación entre Burgos y Madrid, uno de los ejes estratégicos franceses desde Francia.
Por último y para entrar en el campo estratégico haremos referencia a los objetivos que el Cura Merino tenía y quería cumplir (propios u ordenados por las Juntas) y los efectos que provocaron sobre los franceses.
Se sabe que la Junta Central quería evitar el control del Sur de la provincia de Burgos por parte de los franceses, lo que entra dentro de la lógica al resaltar la importancia de la vía a Madrid. Tales intenciones serán seguidas por Merino y sólo abandonadas a instancia de las mismas Juntas, que en ocasiones también tuvo que presionar para retenerlo en la zona (intenciones que variarán después de la batalla de Vitoria).
En este sentido, están acordes las acciones del Cura Merino. Con sus emboscadas las vías de comunicación adquirieron para los franceses un alto grado de peligrosidad, los Correos llegaron a estar detenidos en Burgos por no atreverse a salir y los Convoyes lo hacían con fuertes escoltas. Con sus ataques evitó que los franceses ocuparan mayor número de localidades y que estableciesen guarniciones en ellas.
Entre fuerzas francesas empleadas en protecciones y empeñadas en su captura, se llegó a admitir que distraía un 10 por 100 del potencial francés en la provincia.
De todo lo expuesto se puede concluir que la estrategia del Cura Merino, sencilla en sus objetivos (sin complicaciones de carácter político) es posible encajarla en una estrategia eminentemente militar y operativa, en cuanto que va creando una fuerza, desde la guerrilla inicial, la adecua logísticamente y la emplea tácticamente.
En el campo de la operatividad (ofensiva y defensiva) hay algunos tintes de concepción estratégica (maniobrabilidad, búsqueda del envolvimiento…).
Mucho tiempo después, el tratadista militar, Liddel Hart incluirá este tipo de hacer la guerra (frente al enemigo que pretende conquistar un territorio con el dominio de posiciones clave se busca prohibir la ocupación de la parte del territorio capaz para sostener en forma al Ejército propio) en su Estrategia de la aproximación indirecta. Estrategia que, sin definir en 1808, provocó a Napoleón la úlcera española.

1 comentario:

El Trasmonte dijo...

Para todos los interesados en la figura del cura guerrillero, hemos publicado bajo la forma de blog el "Diario de Operaciones del Cura Merino". Comprende una serie de partes de guerra cuya lectura sin duda ayudará a entender mejor la vida Jerónimo Merino Cob y las circunstancias de la guerra con los franceses.
Un cordial saludo.