miércoles, 29 de agosto de 2007

LA SOMBRA DEL CID


LA SOMBRA DEL CID

(En homenaje al “Campeador” en el VIII Centenario del Cantar del Mío Cid, 2007)

(Artículo del Diario de Burgos. Especial Domingo).

Fernando Pinto Cebrián


Me lo habían contado mis amigos el verano pasado y no lo había tenido en cuenta, pero allí, acurrucado en la escalinata del Solar del Cid, junto al primer pilar de la derecha, con su larga barba, ropaje indefinido, larga y nudosa vara de caminante, bello y enérgico rostro, entre anciano cano y maduro guerrero, estaba su narrador de cuentos y de leyendas de la Castilla medieval; era tal y como me lo habían descrito.
Impasible al frío de la nevada de aquel fin de Diciembre burgalés, medio cubierto por espesos copos, mantenía fija la mirada en las agujas de la Catedral, que blancas y brillantes parecían querer rasgar el mortecino cielo.
Más tarde y desde el calor de mi casa, con la nariz pegada en el cristal de la ventana y los ojos fijos en el jugueteo del viento con la nieve, recordaba, junto con la imagen del anciano, las historias con las que mis amigos y yo, oyente ocasional, disfrutábamos tanto y con las que jugábamos a caballeros y villanos por el Castillo, la zona vieja de la ciudad y el río Arlanzón ostentando burdas espadas de madera.
Éramos defensores de Castilla ante otros reinos y enemigos ficticios…, los gritos de lealtad al Rey, inexistente como personaje creado, inalcanzable, lanzados con las espadas en alto señalaban el inicio de nuestras correrías y hazañas, gestas de honor y de justicia…, luego las cabezas de los enemigos y de los sarracenos caían todos los días por doquier…
Todos queríamos ser castellanos, ninguno moro o malvado señor, papeles que un estricto turno nos obligaba a cumplir hasta el final del juego. Después, cuando los “buenos” alcanzaban la victoria, los “malos” se unían a los primeros en el festejo como si tales hubieran sido.
Cuentan de nuestro personaje que un día lloró de alegría o quizás de nostalgia al pasar por la Plaza de Primo de Rivera y más tarde depositar una flor, un pensamiento, en el pedestal de la estatua de doña Jimena en el puente de San Pablo, como si de un símbolo de sus recuerdos se tratase. También se dice que era frecuente verle arrodillado algunas mañanas ante el sencillo altar de Santa Águeda, antigua Santa Gadea, y que sus paseos por la muralla de los Cubos, el Arco de Santa María, el Espoloncillo y la zona vieja burgalesa le habían hecho famoso por conocido entre los niños. El “viejo Cid” le llamaban a fuer de sus cuentos y actitudes.
En el arco de San Gil o en la escalinata a la iglesia, en la subida al barrio de San Francisco, en el arrabal de San Esteban…, solían mis amigos, según contaban, reunirse con él, sin hora ni fecha fija, cuando le encontraban, y desde allí, donde se entretejían con su palabra historias, personajes, luchas, intrigas y paisajes, marchaban luego a sus juegos o a sus casas con los ojos brillantes, el andar vivo y el espíritu repleto e inflamado de nobles ideas; espíritu lleno de dinamismo que luego me contagiaban.
A tal punto llegó la amistad de los niños con el “viejo Cid” que los padres, temerosos de que las relaciones con aquel incierto vagabundo no fueran aceptables, decidieron primero vigilarle y luego hablarle y oír sus cuentos..., pero la belleza de los mismos y el buen trato que dispensaba a los niños les sorprendió gratamente y como consecuencia cambiaron sus recelos por un mesurado respeto no volviendo a molestarle y dejaron que los juegos de los niños siguieran su hacer.
Picado por la curiosidad decidí regresar al lugar donde el viejo aguantaba la tormenta. La ventisca arreciaba cada vez más, la nieve alcanzaba ya un espesor apreciable y se hacía difícil caminar, pero la imagen fija en mi mente de su figura y aureola me empujaban, me ordenaban buscarle sin que pudiera oponer resistencia.
Allí le encontré tal y como le había dejado, en la misma postura de recogimiento y mirando hacia la Catedral.
En silencio, temeroso por respeto, me senté a su lado lentamente para no molestarle, y mirándole a la cara esperé.
Sus labios se movían despacio articulando sonidos que no alcancé en principio a comprender, parecían lamentaciones, quizás provocadas por el intenso frío que ya se reflejaba atenazador en su rostro.
Transcurrieron varios minutos que a mi se me antojaron una eternidad antes de que pareciera darse cuenta de mi presencia a su lado, antes de que con un suave y dulce ademán sus ojos penetrantes me traspasaran y escuchara claramente su voz: ¡Castilla!, ¡Castilla!...¡Tú también eres Castilla!..., estribillo que, con breves intervalos, repetía con monotonía.
Quise hablarle, preguntarle…, más cuando en mi garganta se deshizo el nudo del temor, sus ojos se cerraron y sus pestañas blancas por la nieve los sellaron. Su inmovilidad me hicieron dudar sobre si se había dormido o si se había muerto…,no me atrevía a tocarle…,volvía a pensar que quizás estuviera muerto…, sentí miedo por él…, la nieve empezaba a cubrirle…, había que hacer algo y con esa idea salí corriendo, imperturbable a las frecuentes caídas y a la ventisca que me cegaba, a buscar pronta ayuda en mis compañeros.
Cual mesnada en juegos logramos reunirnos todos y, sin olvidar nuestras espadas de madera como símbolo de unión, corrimos , galopamos al encuentro y salvación de nuestro viejo conocido.
Habíamos tardado bastante. Las explicaciones necesarias, el pretexto a los padres y la resistencia natural al frío ante el abandono de un calor cómodo y fácil, habían obrado de freno a nuestro impulso.
La noche, ya entonces en ciernes, hizo su aparición. La oscuridad apenas rota por la iluminación callejera y el velo de nieve que seguía cayendo no nos dejaron ver el solar hasta estar casi encima, apenas llegamos a barruntar, blanquecinas, las tres agujas monolíticas que queríamos imaginar ángeles guardianes del lugar y del anciano.
Sudorosos y empapados, pero contentos por ayudarle, nos acercamos a su rincón, más la escalinata estaba vacía, nuestro amigo no estaba allí, había desaparecido y la nieve había cubierto toda huella de su marcha.
Buscamos por los alrededores, todos juntos y solos. Subimos al Castillo, corrimos desde San Esteban hasta la bajada al Paseo de los Cubos…, preguntamos a los escasos viandantes que encontrábamos a nuestro paso pareciéndonos intolerable la descripción exigida sobre su persona ¿no debían acaso conocerle todos?...
Apesadumbrados por su suerte nos retiramos a nuestras casas buscándole también durante el camino.
Sin sentir aún el agotamiento por el esfuerzo desarrollado nos sentíamos derrotados y tremendamente ridículos con aquella espada de madera al cinto que no había servido para nada. La noche, el frío, la nieve y el horario familiar ya ampliamente transgredido nos deslizaron al abandono.
Aquella noche ninguno de nosotros durmió apenas, las ensoñaciones sobre lo vivido nos mantuvo en tensión y alerta por si surgía cualquier señal que, sin saber como ni de que forma, nos llamara de nuevo en su ayuda.
Todos pensábamos en lo peor a pesar de plantear en la balanza de la duda la posibilidad de que hubiera sido recogido a tiempo por un alma caritativa.
Pasado el largo sufrimiento de aquella noche y reunidos de nuevo al día siguiente, volvimos a buscarle. Preguntamos en las casas vecinas al solar, recorrimos sus lugares habituales, sus caminos de paseante, su iglesia de Santa Gadea…, ávidos y temblorosos repasamos una y otra vez el Diario de Burgos en busca de una noticia, quizás fatal… Todo fue inútil, vanos nuestros trabajos y fatigas. Nadie sabía nada y lo que fue peor, conforme pasaban los días la gente y hasta nuestros padres se aburrían de nuestras preguntas.
A pesar de todo, la desilusión no medró en nosotros mucho tiempo, con su recuerdo y el de sus historias seguimos jugando a antiguos castellanos, continuamos batallando, guerreando… Sólo el tiempo y la búsqueda de nuevos juegos nos haría abandonar…
Así, el tiempo no perdonó y esta historia entró en el recuerdo mientras alcanzábamos el aburrido pedestal de los adultos.
Mi hijo, inocente y feliz con sus juegos diezañeros, me contaba ocasionalmente sus andanzas y aventuras… Un día me quedé lívido, frío, de piedra…, entre sus escaramuzas de espada me habló de un anciano de espesa barba, con largo cayado y aspecto impresionante que a su grupo de infantiles guerreros contaba cuentos y leyendas viejas y que siempre al final de las mismas les decía con gravedad que ellos también eran Castilla.
Temblando como un azogado me lancé a la calle y le busqué por los lugares que recordaba de mi niñez y lo mismo que en aquella ocasión tan mía, ahora revivida, no pude encontrarle…, tampoco mi hijo y sus amigos volvieron a verle…, sin embargo, a pesar de mi turbación ante aquella irreal sombra del “viejo Cid” comprendí: nosotros éramos Castilla…, ahora y siempre, y sobre todo…, sobre todo nuestros hijos y su futuro.

viernes, 17 de agosto de 2007

PERFIL Y PENSAMIENTO MILITAR DEL "CURA MERINO"


PERFIL Y PENSAMIENTO MILITAR DEL “CURA MERINO”
(Jerónimo Merino y Cob, 1769-1844)


Fernando Pinto Cebrián
(Artículo en Revista “Ejército”, nº 630 y Diario de Burgos, Especial Domingo)


Siempre resultan sorprendentes aquellas personas que, con una vocación y línea de hechos acorde con ella, cambian a otra forma de vida, empujados o no por las circunstancias, con la facilidad del que lo hubiera hecho desde siempre, como si esta nueva vida fuera la más suya.
Sus cualidades ocultas, el motor que las despierta y las impulsa, los pensamientos e ideas que desarrollaron…, son temas de estudio.
El Cura Merino (Jerónimo Merino y Cob) durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), como otros más en la Historia de España, sería uno de ellos, un ejemplo más y ahora objeto de éste trabajo.
El objetivo fundamental del mismo será tratar de determinar que potencias, escondidas o no, poseía para llegar a ser un Mando militar de la talla que fue, y cuáles las técnicas, tácticas y estrategias que utilizó. En conjunto definir su perfil y pensamiento militar.
Como marco de referencia permanente nos servirán, en la primera parte del estudio (perfil militar), las cualidades que un Mando (guerrillero o regular), en cualquier época, ha manifestado para serlo de verdad: patriotismo, honor, disciplina, acometividad, abnegación, solidaridad, educación moral, preparación física, amor a su oficio o profesionalidad). En cuanto a la segunda (pensamiento militar), nos ayudará la tipología clásica referente a la estrategia (total, operativa, de acción directa,…) y a la táctica, para lo cual el seguimiento de sus técnicas-tácticas, objetivos, intenciones, etc., será de gran interés.

PERFIL MILITAR:

Según algunos autores su figura resulta controvertida en algunas facetas de su persona: Pío Baroja (en Avinareta o la vida de un conspirador) y J. Martínez (en El Cura Merino) dudaron de su moralidad (el segundo al considerar a una de sus confidentes como amante); otros pondrán en duda su formación religiosa y su cultura (burdo es el calificativo que le adjudica en Las guerrillas españolas, 1870, Eugenio de Avinareta, personaje modelo para la obra de Baroja); calificativos similares (clérigo de misa y olla) son recogidos por Gómez de Arteche y Moro en su obra Guerra de la Independencia (1891), entre otros.
A pesar de estas opiniones, todos aquellos que le atacan no tienen más remedio que claudicar en otros pasajes de sus obras reconociendo otras virtudes que ponen en peligro la falacia del libelo.
Por otra parte, situándonos en la época, también son comprensibles y hasta “disculpables” ciertos errores, haciendo caso omiso de las intenciones de fondo, ya que posiblemente estuvieron sometidas a la “demagógica” influencia de su principal enemigo: los franceses, quienes serán los primeros en lanzar y propagar embustes sobre la persona del Cura Merino, envueltos en una mezcla de temor-odio-admiración y que pudieron ser recogidos por cronistas, novelistas, etc., posteriormente.
De todas formas, estos pequeños conflictos ya superados por las sopesadas opiniones de otros estudiosos del tema no han de influir en demasía en la concepción de este trabajo, puesto que emplearemos aquellos datos que son admitidos por la mayoría.
Con estos puntos de vista desarrollaremos la primera parte (perfil militar).
En primer lugar, su nacimiento, primeras vivencias y estilo de vida adquirido ya nos aportan elementos de interés.
Fue hijo de pobres labradores, enraizado en el campo desde pequeño (a los siete años comenzó a ayudar en las labores), lo que implicará un conocimiento del mismo. La pobreza le proporcionará posiblemente su posterior austeridad personal (comía poco, no bebía ni vino ni licores, no fumaba y dormía tres horas…) reforzada más adelante por las necesidades de la guerra, y algo de su fuerza de voluntas ante adversidades y problemas (confirmada en sus comienzos por el empeño con que, al parecer, estudió para sacerdote y también confirmada con la permanencia en la lucha hasta casi los setenta años)
Sabemos que estudió fuera de Villoviado, su pueblo natal, pero dentro de la provincia, en Burgos, Lerma y Covarruvias, y que ejerció en el mismo, aspectos que quizá pueden explicar su tendencia al localismo guerrillero.
Por dichos estudios tendría, lógicamente y sin profundizar en ellos, una cultura y unos conocimientos superiores a sus camaradas guerrilleros del futuro, y un grado de ascendiente natural por su puesto en la escala social de la época (fueron varios los casos durante la Guerra de la Independencia, y actualmente en las guerrillas contemporáneas, en los que un cura de pueblo ejerce el liderazgo como jefe). Tal ascendiente estará respaldado por un cierto cariño popular (las crónicas dicen que era querido y respetado por pueblo y autoridades); éste se pudo desarrollar por ser del pueblo, conocedor de sus problemas y por su carácter desprendido hacia ellos (construyó la torre de la Iglesia de Villoviado y regaló a la misma una custodia de oro).
Este carácter desprendido se revelará más adelante, como poco atado a la búsqueda y acumulación de bienes para sí, y será en cierto modo corroborado por sus órdenes durante la situación de guerra para evitar en su guerrilla la rapiña, todo tipo de botines e impedir los saqueos en los pueblos.
Volviendo otra vez sobre el tema de su cultura-conocimientos, algunos lo confirman señalando que ciertas acciones fueron planeadas basándose en su saber de la historia burgalesa, lo que, de ser cierto, nos lleva ala conclusión, de que todas sus potencialidades intelectuales las ponía a disposición de la resolución del problema militar del momento (era de inteligencia activa y memoria feliz según R. de Abajo; sus detractores también reconocerán su despejo natural).
Todos estos aspectos, ascendiente-conocimiento-cariño popular, que le dan cierta forma de autoridad moral sobre sus seguidores le permitirían el no ser amigo de los distintivos, ni de las insignias militares, que usaba raras veces, no necesitando, por lo tanto, de símbolos que reconocieran su valía (mostraba desapego por los honores).
Otros calificativos, como mezcla de clérigo, pastor y cazador, nos sirven también para determinar algunos datos más sobre su persona complementarios de los ya reseñados. Dicho ya suficiente sobre su condición de sacerdote, los calificativos de pastor y cazador se pueden relacionar con un seguro conocimiento del terreno burgalés, de las condiciones climatológicas, medios y procedimientos para sobrevivir, determinadas técnicas de caza y conocimientos de armas (se dice que era buen tirador).
Pastor-cazador-labrador son facetas de su vida que permiten admitir su amor al aire libre y considerar válida la facilidad de adaptación posterior en su vida campestre-guerrillera.
Otras cualidades reconocidas por la mayoría son la de su resistencia a la fatiga y su gran actividad, que se pueden relacionar con el mantenimiento de un buen estado físico como cazador, con las indicaciones de su sobriedad de alimentación y de carácter (ascético, de reciedumbre moral), con los calificativos de buen andarín y buen jinete, y con la referencia a que gustaba hacer las cosas pronto y sin demoras, para él la palabra mañana y después no existían (esencialmente práctico).
Respecto a sus rasgos físicos, su retrato y los datos aportados en la exhumación de su cadáver son más que suficientes para borrar los apelativos que se le dieron de feo, bajo, de mala catadura…, y obliga a tener en cuenta por lo tanto que su porte (el cadáver aporta datos de una persona fuerte, alta y de pelo rubio), madurez (contaba al comenzar su vida guerrillera con 39 años) y poderosa voz no le pondrían dificultades en su labor de mando.
Otros libelos como despótico, cruel, asesino, fiera, son más propios de un enemigo que lo teme y odia por no lograr su captura y derrota que de alguien que sirviera en sus filas; es por ello posible que el arranque inicial de los mismos esté en los franceses o afrancesados, como ya se apuntó antes (técnica similar es empleada actualmente en las campañas de desprestigio).
En este tema es pues importante no confundir la justicia de aquella época de guerra con crueldad, los ajusticiamientos con asesinatos, y su fiereza (valentía, temple de acero, según algunos autores) con el sentido animal de la palabra. En contraposición a los apelativos citados hay varios ejemplos de piedad para con los prisioneros, como la proclama de mayo de 1813 pidiendo perdón y amparo para los afrancesados.
Su amor a las tropas es constatado también en muchas versiones de su historia y es lógica correspondencia a la inversa del seguimiento ciego a su persona que suelen citar.
De su disciplina y sentido jerárquico nos hablan su sujeción, sin que se cuenten problemas o dificultades serias, al misterioso Director y el acatamiento a las órdenes e insinuaciones de las Juntas de Defensa (es un detalle significativo su interés por legalizar su guerrilla solicitando para ello autorización a la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino de España y de las Indias).
De su patriotismo nos habla su entrega a lo largo de toda la contienda; y de su honor y lealtad a sus ideas, nada mejor que su muerte en el exilio.
De su concepción del hombre nos hablan autores que ponen en su boca la idea de que Dios había creado al hombre derecho y ante nadie había que humillarse, lo que explica el poco caso que hacía a los honores y su indiferencia a los insultos del enemigo, así como su satisfacción por el mero hecho de cumplir.
Así después de establecer una lógica relación entre lo afirmado por diversos autores, podemos perfilar, sin caer en exageraciones, la figura del Cura Merino en el sentido de constatar la existencia de ciertas cualidades (recordemos las señaladas como guía o marco de referencia) que le permitieron ejercer un mando guerrillero-militar con el suficiente éxito como para pasar a la Historia.


PENSAMIENTO MILITAR:

Para conseguir definirlo se han de estudiar sus acciones y operaciones durante la Guerra de la Independencia; sin embargo, dada su prolijidad, se señalarán aquí aquellas que resalten más su forma de ser y actuar, y nos den a conocer la marca o sello de nuestro personaje.
También se tendrá en cuenta que muchas de ellas están abultadas (por noveladas, afán admirativo,…) en cuanto a tropas, enemigos, resultados, etc.. De todas formas, como lo fundamental para encontrar su pensamiento militar es el conocimiento de la técnica, táctica y estrategias que empleó (en cuanto a su concepción y planeamiento), no se entrará en demasiados detalles que sólo se tendrán en cuenta en un sentido general.
En principio se nos dice que se inicia en la guerrilla en 1808 con tan solo 20 hombres mal montados y con algunas armas que le proporcionó el Empecinado, obteniendo de su Director de 40 a 50 excelentes caballos, algunos comprados a los franceses, y sables y pistolas para los que iban a montarlos… (G. de Arteche).
Aunque se diga de otras maneras por otros cronistas, para la finalidad de este tema se han de destacar inicialmente dos problemas fundamentales a estudiar: captación de guerrilleros y aprovisionamiento logístico.
El primero se resolverá favorablemente debido al espíritu y patriotismo de los burgaleses , nacido éste de motivaciones variables, al empuje de las Juntas y al carisma de la figura del Cura Merino. El hecho concreto fue que sus fuerzas fueron creciendo constantemente y que dispuso siempre de una reserva suficiente para cubrir bajas.
Como datos complementarios e indicativos podemos ver como crecen sus tropas a través de algunos números (aunque posiblemente no sean muy reales) y de sus ascensos que, como es de suponer, comportarían el mando de una fuerza acorde con el empleo adquirido:

. 1808: Él y su criado se lanzan a la guerrilla…Tan sólo 20 hombres mal montados…
. 1809: Unos trescientos hombres y caballos. Algunos autores apuntan ese año la cifra, un tanto exagerada de 10.000 hombres). Nombramiento de Capitán graduado de Infantería. Organización de la Milicia de la Cruz Roja (una Compañía) en Castilla la Vieja; se puede considerar su entrada oficial en la milicia.
. 1810: Organiza el Regimiento de Húsares de Arlanza (para otros de Burgos), fuerza de caballería. Asciende a Coronel. Se dice que por entonces mandaba una fuerza superior a un Regimiento (algunos apuntan unos 700 jinetes en 5 Escuadrones) con tropas veteranas y regulares. Sus hombres constituían ya un Ejército Regular.
. 1813: Es nombrado Brigadier en premio a sus numerosas victorias; la Brigada de su mando estaba constituida, según J. Martínez, por el regimiento de Arlanza más un nuevo Batallón (quedando el Regimiento a tres Batallones), un Batallón ligero de Infantería de nueva creación a base de veteranos, un Regimiento de caballería a cinco Escuadrones, dos Escuadrones ligeros de nueva creación y Artillaría que trataba fuera de montaña.

Tal evolución irá también acompañada de cambios en la forma de operar, como se deducirá del detalle de sus acciones, desde la más pura concepción guerrillera a otra más regular que, sin embargo mantendrá fuertes connotaciones guerrilleras.
En cuanto al segundo problema (aspectos logísticos), las armas, pólvora, municiones, uniformes, monturas, víveres, dinero, etc., le llegaban por varios caminos:

. Presas hechas al enemigo (correos, destacamentos, convoyes,…); será el primer sistema empleado (el más importante de 1808 a 1810, sobre todo en cuanto a armas).
. Ayudas de otros guerrilleros (se relacionaba con ellos de igual a igual).
. Juntas de Defensa (mediante compras o canalizando colectas y entregas voluntarias).
. Ayudas directas de los pueblos de la zona (estaba en relación con los Alcaldes).
. Ayudas del Ejército Regular.

Todo ello constatado en distintas crónicas sobre su guerrilla.
Como detalle complementario es preciso centrarse un poco más en sus tropas al objeto de determinar, en términos generales, como era su carácter y estilo militar.
En principio, y ello resulta lógico por el origen rural de su nacimiento y presencia posterior de la guerrilla, sus seguidores fueron labriegos, leñadores, vaqueros y pastores, es decir, gente del campo; más adelante se le unirían gentes de la ciudad, y así parece ya que varios de sus Oficiales en 1811 eran estudiantes y jóvenes cultos (su mayor porcentaje se encontraba en aquella época en Burgos capital).
Previsor y serio en sus apreciaciones no dejaría que la tropa anduviese por su cuenta, la disciplinó y la instruyó. Se cuenta que en los comienzos le seguían con gran algazara y sin formación en la guerra; más tarde en Cataluña (después de la batalla de Vitoria) se llegó a admirar la marcialidad, valor y subordinación de sus tropas. Entre ambos comentarios media pues el establecimiento de una disciplina y el desarrollo de una instrucción militar combinada con un aprendizaje en la escuela de la guerra.
En cuanto a disciplina (muy relacionada con su propia concepción personal) ya se han comentado algunos de los límites que imponía a sus fuerzas (no saquear pueblos; control del botín capturado a los franceses; la no permisividad de borrachos, ni pendencieros, ni blasfemos en sus filas), y en relación con la instrucción, son varios los que señalan su realización en zonas seguras durante los periodos de inactividad.
El mando de dichas fuerzas pasará de la simplicidad guerrillera del principio a la complejidad de una Unidad regular, por ello el número de auxiliares de mando evolucionará también desde sólo su criado o asistente a una cierta forma de Estado o Plana Mayor.
Con estos conocimientos relativos a su persona y a sus tropas entraremos selectivamente en sus operaciones.
Durante 1808 y 1809 menudean los asaltos a franceses aislados, correos, convoyes y columnas, así como el asalto a alguna guarnición: valgan como ejemplos los siguientes:

. Asalto a un convoy:
Recibida información de que un convoy francés venía de Valladolid se dirigía a Francia por Burgos y Vitoria, y que traía custodiada (por unos 2.500 hombres) una carga de 32 cajas conteniendo 62.000 onzas de oro, decidió hacerse con la misma para lo cual, después de estudiar el itinerario, pensar la acción, de escoger la gente necesaria (poca para evitar la alarma de los franceses) y de distribuir sus fuerzas la noche del día anterior, partió a su encuentro disfrazado de labrador.
El lugar donde esperaban a los franceses era el pueblo de Villazopeque. Llegado al mismo se ocultó en la casa del párroco y se puso de acuerdo con el alcalde, también amigo suyo y confidente, para que, al pernoctar los franceses en el pueblo, dejaran su dinero en una cueva de su casa, la cual amañarían entre él, su criado y cuatro albañiles.
Por la noche y una vez metido el tesoro dentro de la casa, los franceses montaron grandes guardias avanzadas, patrullas de Infantería y caballería que recorrían sin cesar el pueblo y sus alrededores, los bosques y caseríos circundantes.
El Cura Merino pasó del cuarto preparado en la cueva a donde estaban las cajas, abrió las mismas, sustituyó el oro por piedras y las volvió a cerrar empleando para ello los sellos reales que mantuvo intactos.
Cuando se fueron los franceses repartió las cajas en dieciséis acémilas organizando cuatro grupos que en distintas direcciones marcharon hacia donde estaban sus fuerzas para buscar protección. Al Alcalde le dio (para él y su familia) una carta para el General Cuesta al objeto de que les llevara a Portugal y de allí a Inglaterra; más adelante le mandaría el dinero por el valor de sus propiedades.
Posteriormente, para escarmiento, se lo comunicó al Conde francés de Dorsenne en Burgos (síntesis de El Cura Merino de J. Martínez).

En otra ocasión fue informado por su Director de que los franceses prevenían un gran convoy destinado al sitio de Ciudad Rodrigo, indicándole la ruta para sorprenderlo. Merino les esperó emboscado cerca del puente, sobre los ríos Arlanza y Arlanzón, en Quintana del Puente, con tal fortuna que todo cayó en su poder, enviando la pólvora a los conventos cercanos para conservarla, enterrando cerca del río los cañones y bombas…, y distribuyendo a los campesinos los caballos de tiro y todo el herraje de sus furgones (R. Abajo).

. Ataque a una columna francesa:
A través de confidentes le llegó un día la noticia de que un Coronel francés con numerosas fuerzas se dirigía de Barbadillo del Mercado a Hontoria del Pinar. Merino en aquella ocasión dispuso una de las sorpresas más grandes de su gloriosa vida reuniendo un contingente de paisanos valerosos, armados de escopetas y fusiles unos y otros de hachas porque así convenía a sus planes. Llegó el Coronel a barbadillo con sus 500 dragones y al día siguiente salió a las cinco de la mañana para Hontoria. Merino había hecho cortar los pinos del bosque en una gran extensión de terreno, emboscado sus tiradores y prevenido sus jinetes. Apenas entrados los dragones en el bosque, mandó derribar los pinos ya cortados y a un tiro de escopeta cayó con sus hombres sobre los Imperiales que, sin poder avanzar por los pinos cortados, ni retroceder por los tiros de las guerrillas, pretendieron huir al galope pero les salieron al encuentro los jinetes del valeroso Cura, y comenzó una lucha que terminó en una horrorosa matanza, o por mejor decir, en la destrucción de los Imperiales, ya que de los 500 gendarmes sólo se salvaron 20 con el Coronel herido y 15 con un sargento (Datos biográficos sobre el Cura Merino, R. Abajo.

Al margen de los tintes novelescos o legendarios, las narraciones expuestas hasta el momento nos sirven para señalar antes de seguir adelante las siguientes conclusiones:

. Contaba con buena información (red de confidentes y colaboradores).
. Existencia de planificación en sus acciones.
. Empleo de la sorpresa contra la superioridad del francés. Ésta es lograda por la información sobre el movimiento del enemigo y el conocimiento del terreno que le permite elegir el lugar adecuado para la acción.
. La emboscada es su principal acción táctica.
. Combina adecuadamente el empleo de la Infantería con la caballería y ésta la emplea para caer por sorpresa y rapidez sobre el enemigo.
. Modifica el terreno, si lo considera necesario, para forzar al enemigo a la situación que tiene prevista..
. Se manifiesta hábil en engaños y argucias.
. Está pendiente de los problemas que puedan plantearse a sus colaboradores para ayudarles.

Posteriormente (1810 en adelante) sin abandonar el tipo de las acciones comentadas, buscará evitar el asentamiento de los franceses en las distintas plazas y localidades de la provincia de Burgos, tales como Covarrubias, Quintanapalla, Aranda, Villafría, Rubena. Lerma, Roa,…, para lo cual desarrollará en sus operaciones unas acciones defensivas y otras ofensivas: toma de localidades, hostigamientos,... A continuación exponemos un ejemplo seleccionado de cada una de ellas:

. Acciones defensivas:

.. Los franceses atacan Aranda:
Enterado el Cura Merino de las intenciones de los franceses respecto a Aranda, organizó partidas sueltas (de 20 a 25 hombres mandados por un Oficial) para que fueran a comprar víveres para dicho pueblo y dictó un bando preparatorio para el sitio (reforzar las fortificaciones, abandono de Aranda por los no dispuestos,…).
Como guarnición llegaría a contar con unos 3.000 hombres.
Por fin llegó el día. Merino recibió el parte de haber salido de Burgos una División francesa de 10.000 hombres al mando del Conde de Dorsenne, que se proponía acabar con Merino y su cuadrilla de bandoleros en quince días.
Merino y Segura salieron fuera de Aranda, el primero al mando de un Regimiento de Húsares (unos 600 jinetes) y el segundo su Batallón (unos 800 infantes). Merino se llevó toda la caballería excepto cincuenta para dar las órdenes dentro de Aranda y sin abandonar las cercanías de la población se corría por toda la orilla derecha del Duero, desde Hontoria de Valdearados hasta Berlanga de Roa, adelantándose a Tubill, Gumiel, Quintana y Aguilera.
Al cabo de cuatro días se estableció el primer contacto (unos en sus escuadrones en el camino de Lerma) con algunos tiradores franceses. Los españoles se retiraron y dieron cuenta a Merino. Y avisado Juan en Aranda se replegó a Tubilla.
A las nueve de la mañana del día siguiente se divisó desde Aranda a los franceses desplegados fuera del camino y en forma de media luna. Un parlamentario francés entregó un documento cuyo contenido no fue admitido y se contestó en el sentido de que no vinieran más o serían pasados por las armas. Roto el diálogo hubo un cañoneo por ambas partes de cerca de dos horas; terminado éste, los franceses se dispusieron al asalto y al llegar a unos 250 metros del baluarte comenzaron a perder gran cantidad de gente ante el nutrido fuego del español; ante esta situación el Conde de Dorsenne ordenó retirarse.
Suspendido el fuego por ambas partes el balance de este primer encuentro fue el siguiente: un muerto y seis heridos por parte española y cuatrocientas bajas por parte francesa.
A partir de entonces comenzó el sitio en toda regla, los ingenieros franceses comenzaron a trazar las primeras trincheras para establecer sus paralelas…, al día siguiente algunos de los cañones de las trincheras comenzaron a hacer fuego…
El cerco tenía forma de media luna por sólo ocupar la margen derecha del Duero. Más tarde tendieron, tras muchas bajas dos puentes de barcas a uno y otro lado de la ciudad para pasar y terminar el cerco.
Merino no actuaba de momento ya que con sus fuerzas no podía enfrentarse a los 10.000 franceses. Cuando se dio cuenta de que se formalizaba el cerco (que nunca se completaría) comenzó a actuar: al amanecer generalmente hacía primero una descarga con su Infantería y luego lanzaba su caballería. A veces no transcurrían dos horas sin que se efectuara un nuevo ataque por otro punto, no dejando a los franceses ni un minuto de descanso. Al mismo tiempo se apoderaba del abastecimiento de las tropas francesas quienes, al final, precisaban para su protección de grandes columnas.
A la vista de tal situación el general francés pidió por fin a Burgos algunos batallones de refuerzo ya que Merino había logrado levantar a varios pueblos de los alrededores.
Merino preparó una emboscada a uno de los batallones de los que marchaban a reforzar la División del Conde. Los franceses del mismo se defendieron formando cuadro pero después de duros combates y la carga repetida de la caballería de merino fueron deshechos. Como consecuencia de ello y aún a riesgo de desguarnecer Burgos el Conde siguió pidiendo refuerzos.
La situación en Aranda se agravaba cada vez más. Por su parte, Merino seguía atacando convoyes de víveres destinados a los franceses.
Ante las previsiones de Madrid, el Conde decidió por fin realizar un esfuerzo: el asalto de Aranda. Para prepararlo batió primero el reducto de la Concepción y otros intentando abrir brecha, después lanzó cuatro columnas de ataque a dos batallones cada una. El asalto se intentó por cuatro veces fracasando en todas y en el último resultó herido el Conde cuando lo encabezaba.
En esa última retirada los españoles de dentro de Aranda salieron en persecución de los franceses llegando a destruir algunas baterías.
Los franceses tratarían entonces de llegar a un armisticio no logrando nada.
Mientras tanto Merino dispuso un ataque (al amanecer del cuarto día) con sus fuerzas en combinación con las de Aranda que efectuarían una salida en masa sacando también los cañones.
El ataque se dio en la orilla derecha del río Duero. Para evitar que las fuerzas de la orilla izquierda acudieran en apoyo de las de la derecha quemó los puentes. Durante el ataque se rompió fuego desde Aranda sobre las fuerzas del Sur para fijarlas aún más.
Después del combate se firmó un armisticio de 15 días bajo condiciones españolas: los franceses de la orilla izquierda y derecha se retirarían a Burgos y no sobre Lerma quedando la artillería de la izquierda en manos españolas (síntesis de El Cura Merino, J. Martínez).

. Acciones Ofensivas:
.. Ataque a la villa de Lerma:
Después de Aranda y el abandono francés de Salas de los Infantes, Merino pensó en Lerma ocupadas por dos Batallones franceses con ocho piezas de Artillería y dos Escuadrones de Caballería ligera.
Así, buscó bloquear Lerma a la espera de la ocasión para un golpe de mano. Por lo tanto no la sitiaría en toda regla ya que, por otra parte, no quería tirar con su Artillería sobre Lerma para no dañar a la población española.
El bloqueo citado lo realizó con sus fuerzas distribuidas de la siguiente forma: Cuartel General en Quintanilla de la Mata, un Escuadrón en cada uno de los pueblos siguientes: Santa Cecilia, Villalmanzo, Santa Inés, Revilla Cabriada, Quintanilla de la Mata y Avellanosa de Muñó, la mitad de un Batallón de Infantería más seis piezas en Quintanilla de la Mata, en Villalmanzo y Revilla dos Compañías más la mitad de una Batería en cada localidad. Villalmanzo y Revilla Cabriada serían la cabeza del cantón. Como seguridad patrullas de Caballería recorrerían el perímetro.
Sus órdenes iniciales fueron las siguientes: cerrar todo paso a Lerma, no aceptar combate a no ser con fuerzas muy inferiores, caso de verse amenazado replegarse sobre el cantón inmediato y caso de ataque general se reuniría en Quintanilla de la Mata toda la Columna.
La primera acción contra el francés fue la detención del correo del Comandante de Armas de Lerma cuando se dirigía a Burgos a dar cuenta de lo que estaba sucediendo.
El francés de Lerma intentará vencer esta posición, sin embargo después de cuatro intentos fueron forzados a retirarse y derrotados cerca de Royales del Agua.
Mientras tanto las Columnas francesas que se dirigían a Lerma, enterados de la trampa de Merino, decidieron atacar Villaverde y Madrigal en lugar de Madrigalejo del Monte.
Ante tales intenciones, Segura y Mendoza (el primero en Villaverde y el segundo en Madrigal) pidieron cañones a merino ya que todos estaban en el centro y Merino mandó dos a cada uno.
Madrigal fue atacado pero el foso construido por los españoles y el nutrido fuego detuvo a los franceses. Pero como los franceses prepararan el paso del foso y a la vista de la cantidad de sus fuerzas pidió a Merino un Batallón de refuerzo que le fue concedido.
Viendo Merino que el ataque a Villaverde no era de importancia mandó allí cuatro Compañías de urbanos y ordenó que el Batallón de línea de Villaverde se le uniera sobre la carretera.
El combate de madrigal terminó con el fracaso del francés.
Merino entonces atacaría por el centro pasando entonces a primer plano el combate en dicha zona.
El francés mandó que los Batallones y la Artillería que atacaban Villaverde se replegaran al grueso, hecho que aprovechó Merino para hacerse con las tres piezas del pueblo, aumentando su Artillería a siete piezas.
Enterado de la acción de Villalmanzo no temía por su retaguardia.
Merino ordenó entonces una salida a Mendoza (en madrigal) contra el Batallón que estaba organizado delante de sus posiciones mientras un Batallón de Merino lo atacaba de flanco.
La idea era apoderarse de la meseta anterior a Madrigal que dominaba la carretera y situar en ella la Artillería, cogiendo entonces con fuego de flanco a los franceses del grueso central.
Los franceses que atacaban Madrigal fueron rechazados y la meseta ocupada.
Con los cañones de Madrigal y los capturados a los franceses enfilaron contra el centro francés dieciséis bocas.
Los franceses trataron de atacar otra vez la meseta con unos cuatro Batallones, pero fueron rechazados por la Artillería y se retiraron al ver a Merino que avanzaba por el centro.
Así, sin enfrentarse a merino en el centro se retiraron con cuantiosas pérdidas hasta Cogollos, y allí pudo desplegar su Caballería y Artillería permitiendo el repliegue de su Infantería.
Los de Merino no se aventurarían ya a una nueva batalla. Finalizada la misma, Merino ordenó que las tropas ocuparan los puntos iniciales y descansaran. Posteriormente fue ocupada Lerma y los franceses se retiraron a Burgos (síntesis de El Cura Merino, J. Martínez).

.. Acción nocturna sobre el Castillo de Burgos:
Las tropas de Napoleón eran dueñas de Burgos y tenían fortificado el castillo, pero para dar mayor seguridad de éste, establecieron en el Cerro de San Miguel un hornabeque, en el que había una corta guarnición. El día de Reyes un oficial de la partida del Cura Merino preparó por orden de éste una sorpresa de las que acostumbraban aquellos indomables guerrilleros y al efecto, tan pronto como cerró la noche se dirigió con 200 hombres decididos a los arrabales de la población emboscándose sigilosamente en el barranco existente entre el Castillo y el Cerro de san Miguel, a pocos pasos de distancia de los centinelas de ambas posiciones.
Y así permanecieron ocultos hasta la hora propicia.
A la una de la mañana resonó entre las sombras de la noche un nutrido fuego de fusilería y los bravos guerrilleros se dirigieron hacia hacia el fuerte dispuestos a saltarle.
Mientras la guarnición se defendía de los atacantes otro grupo de Merino, disfrazados de franceses, penetraron con facilidad en el fuerte ya que los franceses creyeron que eran tropas que llegaban en su auxilio. Así la guarnición francesa del hornabeque, atacada por el exterior y el interior cayó prisionera de los españoles.
El ataque fue tan rápido que cuando los franceses del Castillo acudieron a socorrer a los del fuerte los guerrilleros de Merino ya se habían marchado llevando consigo a los prisioneros (de Efemérides Burgalesas, Una hazaña del Cura Merino, Juan Albarellos Berroeta).

Bajo los mismos condicionantes, ya reseñados con anterioridad, podemos llegar a determinar de éstas últimas narraciones, las siguientes conclusiones bajo el punto de vista militar:

. Sigue contando con buena información.
. Hay un aumento sustancial en cuanto a fuerzas propias y amplitud de despliegue.
. Hay menor sorpresa en el encuentro entre ambos contendientes, pero siempre la busca.
. Sigue gustando de engaños, trampas,…, llamando la atención del enemigo sobre varios puntos para luego atacar otros.
. Los enfrentamientos son más similares a los de las fuerzas regulares, sin embargo sigue realizando emboscadas, golpes de mano, hostigamientos… de tipo guerrillero, como acciones complementarias al esfuerzo principal.
. En su despliegue suele hacer adecuado uso del obstáculo: se apoya en ríos, poblaciones…, o bien lo transforma con empalizadas, fosos, etc. (fortificación).
. Denota flexibilidad en su mando al adaptarse a los cambios sobre sus planes que introduce el enemigo; sabe cuando ordenar un ataque con precisión y economía de medios o bien cuando retirarse.

Sumando a estas conclusiones las expuestas con anterioridad, podemos apuntar de forma más general lo siguiente: existencia de dos periodos bélicos: uno eminentemente guerrillero y otro mezcla de guerrillero y regular con tendencia a esta última forma de operar.
Al margen de los detalles tácticos citados nos faltan otros que no aparecen en las narraciones contempladas, pero que son descritos por varios autores y que por su importancia complementaria cabe citarlos.
En cuanto a seguridad si la miramos desde el punto de vista de su persona se dice que a la hora de dormir se internaba solo con su criado en el monte y respecto a las tropas que dormían cerca de sus caballos los cuales pasaban la noche ensillados en los pesebres, para montar y reaccionar ante la más pequeña alarma detectada por sus centinelas o las grandes guardias que montaba. Sus zonas de descanso siempre fueron buscadas por razones de seguridad en lugares montañosos y sitios agrestes, y donde contara con buenos y leales colaboradores.
Gustaba de las tácticas de unión para atacar y dispersión para retirarse (principio guerrillero permanente), así pues colocaba guarniciones en varios pueblos cercanos entre sí y unidos por buenas comunicaciones que pudiera en pocas horas reunir en un punto todas sus fuerzas para dar uno de sus golpes, dejando al mismo tiempo la posibilidad a cada una de las guarniciones de replegarse sobre la inmediata en caso de un revés o verse amenazado por fuerzas superiores. Desde estas guarniciones o cantones salían destacamentos o patrullas en todas direcciones para evitar la ociosidad y vigilar los movimientos de los franceses.
De esta zona de operaciones se dice que tenía un frente extenso y despejado, la espalda muy bien guardada y puntos seguros donde retirarse ( entre ellos Hontoria del Pinar y Santa Cruz de Salcedo) y replegarse aún más lejos, sobre Segovia o Navarra. Contaba pues desde el punto de vista de un Ejército regular de zona, base y frente de operaciones.
Su línea de interés estratégico (donde incidió directa o indirectamente) fue la vía de comunicación entre Burgos y Madrid, uno de los ejes estratégicos franceses desde Francia.
Por último y para entrar en el campo estratégico haremos referencia a los objetivos que el Cura Merino tenía y quería cumplir (propios u ordenados por las Juntas) y los efectos que provocaron sobre los franceses.
Se sabe que la Junta Central quería evitar el control del Sur de la provincia de Burgos por parte de los franceses, lo que entra dentro de la lógica al resaltar la importancia de la vía a Madrid. Tales intenciones serán seguidas por Merino y sólo abandonadas a instancia de las mismas Juntas, que en ocasiones también tuvo que presionar para retenerlo en la zona (intenciones que variarán después de la batalla de Vitoria).
En este sentido, están acordes las acciones del Cura Merino. Con sus emboscadas las vías de comunicación adquirieron para los franceses un alto grado de peligrosidad, los Correos llegaron a estar detenidos en Burgos por no atreverse a salir y los Convoyes lo hacían con fuertes escoltas. Con sus ataques evitó que los franceses ocuparan mayor número de localidades y que estableciesen guarniciones en ellas.
Entre fuerzas francesas empleadas en protecciones y empeñadas en su captura, se llegó a admitir que distraía un 10 por 100 del potencial francés en la provincia.
De todo lo expuesto se puede concluir que la estrategia del Cura Merino, sencilla en sus objetivos (sin complicaciones de carácter político) es posible encajarla en una estrategia eminentemente militar y operativa, en cuanto que va creando una fuerza, desde la guerrilla inicial, la adecua logísticamente y la emplea tácticamente.
En el campo de la operatividad (ofensiva y defensiva) hay algunos tintes de concepción estratégica (maniobrabilidad, búsqueda del envolvimiento…).
Mucho tiempo después, el tratadista militar, Liddel Hart incluirá este tipo de hacer la guerra (frente al enemigo que pretende conquistar un territorio con el dominio de posiciones clave se busca prohibir la ocupación de la parte del territorio capaz para sostener en forma al Ejército propio) en su Estrategia de la aproximación indirecta. Estrategia que, sin definir en 1808, provocó a Napoleón la úlcera española.

miércoles, 15 de agosto de 2007

SÁHARA OCCIDENTAL (La "casa" de los "saharauis")

EL SÁHARA OCCIDENTAL (La "casa" de los "saharauis")

Fernando Pinto Cebrián


El Sáhara Occidental, la "casa de los "saharahuis" fue ocupada por la fuerza por su vecino del Norte trasformándose para el ocupante, por la lógica de los hechos, en un “avispero” bélico y político.
Connivencias interesadas de éste con algunos vecinos próximos y otros más apartados, y la falta de exacto conocimiento de la situación por parte de algunos observadores, han estado y aún están frenando los intentos de recuperación por sus legítimos dueños.
Sin embargo su lucha sigue adelante con una tenacidad ejemplar, tanto por los que fueron expulsados de su “casa”, como por aquellos que ahora viven la diáspora.
Y es que ninguno puede borrar de su alma como era, como estaba amueblada con sus tradiciones, su cultura y la historia de sus antepasados. Así, la nostalgia de su Sahara (desierto), estén donde estén, siempre les acompaña junto al enorme deseo de regresar.
Un desierto, aquel de Sáhara, de horizonte infinitos y reverberantes, de pequeños mares e islas de dunas fruto de espejismos, de omnipresentes arenas bajo mil formas en movimiento imperceptible y de rocas, piedras…, calcinadas en extensiones sin medida, de montañas heridas, llenas de cicatrices, dominadas por la arena que las supera y cubre, de tierras saladas; un desierto de cegadora luminosidad aún en los contados días de nubes, de colores llenos de viveza: blancos radiantes, amarillos, rosáceos, sienas, marrones de gran violencia, verdes brillantes en los pastos tras las lluvias, pajizos ambarinos tras el rápido estiaje; un desierto de olores y sabores acres de punzante sensación y tenaz persistencia; un desierto de “wads” (rios) y de lagos de súbita muerte tras las contadas borrascas, de vientos constantes, abrasadores, violentos en las cegadoras tormentas de arena, de calor asfixiante, de sequedad, de fríos nocturnos, de silencios totales cuando la naturaleza calla; un desierto de vida animal y vegetal en oculta, contínua y experimentada lucha por la supervivencia, de hombres resistentes, duros y curtidos, serios y joviales, orgullosos y humildes, jefes de si mismos y respetuosos de su estructura social, acogedores y esquivos, raudos en ideas y aparentemente lentos en explicaciones, amantes de la conversación y de los silencios…; un desierto con “jaimas” y casas sin ostentación externa, de nómadas y estables en aprendizaje…; un desierto con un paisaje nada simple, como se cree, de un mundo, el “sahara”, que, a pesar de la creciente modernidad ajena que trata de invadirlo, defendiéndose por sí mismo, sigue guardando celosamente vivo el secreto de su cautivadora atracción; un desierto que sigue esperando el regreso de aquellos que más le aman: los saharauis.

INTRODUCCION A LA PREGUNTA "¿QUÉ ES LA HISTORIA MILITAR?"


INTRODUCCIÓN A LA PREGUNTA “¿QUÉ ES LA HISTORIA MILITAR?”

(Reflexiones desde la milicia)

Fernando Pinto Cebrián


La pretensión de dar respuesta a la pregunta ¿QUÉ ES LA HISTORIA MILITAR?, no es otra que tratar de determinar, por encima de la intencionalidad de definir, de qué tipo de Historia o parte de la misma estamos hablando cuando al término HISTORIA, ya viejo en el tiempo, “tan viejo que puede llegar a cansar” (MARC BLOCH), se le añade el calificativo que nace con posterioridad a que el hecho bélico, y todo lo que le rodea, sea considerado desde el inicio de la Historia como hecho histórico.
En cierto modo, la procura de dicha respuesta no ha carecido ni carece, fundamentalmente para el militar, de cierta lógica ante sus, generalmente, posiciones habituales, en y entre las dos tendencias básicas extremas de su validez o invalidez profesional para el Arte/ciencia Militar y de la Guerra, y para el “oficio” de las armas, bajo el objetivo de obtener la victoria bélica-evitar la derrota; orientación ésta principal de sus estudios-trabajos ya que, por razones obvias, las derrotas suelen ser menos “publicables”.
Entre otros EDUARDO GIBBON (1737-1794) nos indica, en este sentido, algunas razones de fondo : “la Historia, es en términos generales, recuento de lo que han hecho los hombres, no de lo que se frustró: en cuya medida es una narración del éxito”; no obstante, saliendo de esa idea y concibiendo que todo éxito militar conlleva siempre consigo un fracaso en oposición (“el fracaso proviene de la resistencia opuesta a lo que mejor funciona”, SIR ISAIAH BERLIN), algunos autores nos alertan para no olvidar esa faceta del acontecimiento bélico a pesar de que no se utilice en general didácticamente al mismo nivel que la victoria; así, E. H.CARR nos señala que “por lo común el historiador se ocupa de los que, vencedores o derrotados, llevaron algo a cabo” y TAWNEY nos concreta: “el historiador no debe infravalorar la oposición; no debe representar la victoria como un paseo militar cuando fue hija de un duro combate. A veces los que fueron vencidos contribuyeron tanto como los vencedores al resultado final”
En ese límite maniqueo: validez-invalidez, en combinación con la victoria-derrota, en el ámbito profesional militar, y al margen de las opiniones de los historiadores, están por un lado los que admiten la Historia Militar como experiencia presumiblemente aprovechable (fuera o dentro de la discutida consideración de que la Historia se repite), y por otro, en el extremo opuesto, aquellos que la desconocen, la abandonan e incluso la desprecian por perniciosa (posiciones éstas que suelen ser indicadores de “crisis” de la Historia militar para los primeros), al creer que carece de provecho por no resolver, según su opinión, los problemas militares actuales dentro y fuera del combate, aquellos para los que la tecnología, que no tiene por que estar reñida con la Historia cara a la ejecución del presente, parece tener mayores posibilidades inmediatas de hacerlo; tecnología que parece “agotar” la experiencia del pasado: las que fueron ideas nuevas, desafíos para una sociedad en algún momento, se convierten con el paso del tiempo en algo conocido y aburrido, en ideas “viejas” (se elude así la potencialidad de la Historia Militar para enseñar a los profesionales de las armas a pensar y a decidir; aspectos éstos de la máxima importancia en la educación militar).
Ambas tendencias están siempre en el fundamento de su pragmatismo (hoy día exacerbado ante el “poder” de la tecnología) por cuanto que el concepto y el contenido (en relación) de la Historia Militar, que en principio puede parecerles claro y concreto en atención a lo específico del calificativo: Militar (que lógicamente subjetiva el punto de vista), resulta luego no serlo tanto cuando entran de lleno en ella al objeto de descubrir, por encima de narraciones y otros análisis, los elementos que la soportan, que le dan sentido y valor a pesar de ese aparente aislamiento profesional.
Aventurarse en tal búsqueda viene obligado también, en cierta medida, en atención a que historiadores militares, sin excluir a otros “civiles”, que la han trabajado (muchos de aquellos, también dentro de la enseñanza), y a que tratadistas que la han empleado a través de sus “ejemplos” en apoyo y/o justificación de sus análisis, críticas, planteamiento de principios, preceptos, doctrinas…, dentro del Arte/Ciencia Militar y/o de la Guerra (trabajos para los cuales, la Historia, y en concreto la Militar, es su “memoria”), han dejado la Historia Militar sin definir, o bien, si lo han hecho, su tratamiento ha sido, generalmente, de poca extensión y profundidad (normalmente breves indicaciones en prólogos, introducciones a los capítulos iniciales de sus obras…), dando por sentado su existencia ante la permanente realidad de la relación entre el historiador y el tratadista militar con el acontecimiento bélico como hecho histórico básico para los mismos.
Relación que, tanto para algunos de los anteriores, como, sobre todo, para la mayoría de los militares (éstos en la consideración de “hombres de acción”: la bélica) se ha traducido, en múltiples ocasiones, en preguntas clave, simples y positivas, sobre su valor, utilidad, finalidad y objeto, derivadas de las principales en la determinación de su aptitud para servir o no a su principal actividad por encima de aquella que procura el concepto respuesta a ¿QUÉ ES LA HISTORIA MILITAR?; preguntas un tanto paradójicas para aquellos que opinan que el militar ha de saber bien de ello al tener siempre en la boca ejemplos, lecciones (reales y, en algún caso lamentablemente, imaginarios) del pasado guerrero de la Historia Militar a la que pertenece el ahora y a la que da continuidad.
No resultará, pues, extraño que, también aquí en principio, tal respuesta-definición, evolutiva en detalles a través de diferentes generaciones (las militares como hito de referencia), dentro de variados países, culturas… (ya que cada persona o conjunto de ellas tienen durante su vida un “tiempo concreto” de la Historia y, por lo tanto, una interpretación determinada de la misma), se conforme en base a las respuestas a toda una serie de “subpreguntas”, esas “claves” a las que hacíamos antes referencia, y a la que diversos complementos a las mismas, todas y todos girando alrededor del concepto contenido en la primera: ¿QUÉ ES LA HISTORIA MILITAR?.
Respuestas parciales dentro de esa global, y ésta a su vez sectorial dentro de la total de la Historia, que quedará abierta al lector en atención a la evolución antes citada.
Respuestas parciales principalmente para aquellos, militares o no, estudiosos, habituales u ocasionales, de la Historia Militar y de temas aplicados, inquietos por completar, en continuidad o en algún momento de su carrera, su formación profesional-cultural y humana, y que pueden constituir para ellos, en cierta medida, algo parecido a la introducción a esa Historia “concreta” y de su interés, la MILITAR:
Que el tratamiento que aquí se haga de tales temas, buscando más razonar que racionalizar, pueda perder en algún momento amplitud y horizonte debido a la subjetividad propia (parcialmente evitable) del profesional de la milicia (más que historiador), al ajuste personal y de corporación a la “edad mental” del momento,.., es algo que, asumido, nos obliga a pedir disculpas de antemano.
Por último, señalar que el sistema de trabajo seguido nos ha de obligado a que el marco histórico referencial sea, lógicamente, el capítulo de mayor amplitud, siendo los demás, al estar en cierta medida, descolgados de éste, más esquemáticos y reducidos, más abiertos al lector para que éste encuentre su utilidad dentro de su actualidad.

martes, 14 de agosto de 2007

MODESTO CIRUELOS. PINTOR BURGALÉS (1908-2002)


MODESTO CIRUELOS. PINTOR BURGALÉS (1908-2002)

Fernando Pinto Cebrián (2005)



Intentar explicar lo que se siente cuando se mira una pintura, una escultura,…, cuando tal sentimiento es variable en nosotros dependiendo del día y de la hora, cuando es generalmente distinto del observador vecino, mucho más de aquel del autor y no digamos si éste es de siglos atrás..., sólo lleva a la confusión a la hora de determinar que es o que no es una obra de arte… Intentar descubrir el alma del artista es, además de imposible, inútil.
(…) Otro error gravísimo es considerar la obra de arte según su asunto…el asunto y sus derivados envejecen; solo el arte (como el de Modesto Ciruelos) no envejece…
(…) Se dice: cada uno es dueño de tener su gusto sin ofender ni dañar con ello a nadie…Este es un error que favorece la pereza intelectual, el mal gusto y el más rancio sentimentalismo de masas… Los cuadros, como las poesías y cualquier obra de arte no producen efecto sino sobre espíritus preparados…Es necesario saber descubrir, por encima del engañoso sentimiento, los infinitos elementos figurativos que constituyen una pintura, aquellos que un inexperto no sabe encontrar (la línea, los planos, la luz y las sombras, el color…)… (De ahí que la obra de algunos pintores, verdaderos artistas, como lo fue Modesto Ciruelos, hayan pasado al olvido por falta de la necesaria preparación artística de críticos y observadores en general).

Matteo Marangoni, Profesor de la Universidad de Pisa
(Para saber ver cómo se mira una obra de arte. Pisa, 2002).

La belleza artística no consiste en representar una cosa bella, sino en una bella representación de una cosa.
Kant.


ÍNDICE:
1.- INTRODUCCIÓN
2.- DATOS BIOGRÁFICOS
3.- ESTILO Y OBRA PICTÓRICA
4.- CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS



1.- INTRODUCCIÓN:

Modesto Ciruelos fue uno de los pintores burgaleses más universales del siglo XX. Polifacético, tocó todos los estilos, fue pionero de las vanguardias y creador incansable.
Del mismo se puede afirmar que nació para pintar, tal era su obsesión por la pintura que a ella se dedicó desde pequeño no dejando de trabajar en ella diariamente hasta el momento de su muerte. Su entrega era un constante aprendizaje lleno de curiosidad, experimentándolo todo sin ser experimental y realizando su obra al compás del conocimiento adquirido de los más variados y actuales estilos, de todos los “ismos”, a través de lecturas de libros y revistas de arte, sobre todo extranjeras, visitas a muestras, contactos con otros artistas (no sólo pintores), críticos de arte, políticos, participación en tertulias,…; estilos que, como inquieto vanguardista, hacía propios bajo su peculiar personalidad pero sin anclarse, ya que para el pintor nunca lo anterior volvía a ser lo mismo.
Sus resultados, su obra, en alguno de sus momentos, basada en su forma de ser, ha sido considerada por algunos críticos, dadas sus intuiciones pictóricas, como anticipadora, aunque no pionera, de aquellas que vendrían posteriormente de la mano de otros pintores.
Hombre religioso pero sin fanatismo e independiente en la política mantuvo una postura en tales asuntos discreta y sin compromiso en un Burgos de la guerra y luego de la posguerra bien comprometido religiosa y políticamente. Tal vez, por esa discreción no hay demasía en obras que de cerca o de lejos tengan como tema la religión o la política (sólo algunos cuadros relativos a “Cristo en la Cruz” y unos pocos relativos a la Guerra Civil, éstos pintados en 1936). Tampoco plasmó en sus lienzos sus aficiones deportivas; así no hay cuadros sobre toros y toreros (salvo algunos dibujos), aunque si uno de ciclistas (1933). Su compromiso temático fue con el retrato (su primera obra pictórica), los tipos populares, el paisaje, las naturalezas muertas y las composiciones, siempre con variaciones según estilos aplicados (ninguna de sus muestras tendrán un signo de igualdad) pero manteniendo, con fidelidad al oficio de pintor, el tratamiento de la materia y del color (siempre éste resaltado por la mayoría de los críticos en sus exposiciones por su exquisita sensibilidad hacia el mismo).
Desde su formación en Madrid, sus estancias fuera de Burgos, tanto en el extranjero (escasas) como en el territorio nacional, le sirvieron, en ese constante aprendizaje, para, al margen de pintar fuera de los paisajes, las figuras, la luz y el color burgaleses, relacionarse con otros pintores y su trabajo, en especial extranjeros (como en el caso de los residentes en Palma de Mallorca).
Pero la mayoría de su obra la realiza en Burgos (de 1948 a 1992) tras su asentamiento definitivo en dicha localidad después de su matrimonio con la burgalesa Digna Otero. Un Burgos, aún un tanto provinciano, que en sus comienzos como pintor estaba poco interesado por el arte y las exposiciones, y al que le era difícil en inicio asomarse a una pintura como la suya que le parece avanzada, abstracta ya desde 1940, diferente a aquella a la que estaba acostumbrado y que se asemejaba a lo visto por un observador a través de una ventana sin modificación alguna. No obstante fue bien acogido y su obra cada vez mejor comprendida y valorada (su éxitos fuera de Burgos, nacionales e internacionales influyeron en ello).
Tal vez, por su carácter, entre “serrano” y “rachel”, de orgullo propio, fuerte, adusto, seco, un tanto huraño, introvertido hasta parecer tímido, cerrado en si mismo y en su taller (pocos entraron en él y ponía dificultades a aquellos que querían datos sobre su vida y obra), de vida sencilla (familia, taller y tertulia), apartado de los círculos artísticos para dedicarse al arte por el arte, poco amigo de las relaciones sociales originadas por su pintura (aunque si buen amigo de sus amigos), amante de la independencia (no le gustaba que le molestasen para poder dar preferencia a la pintura), y su desinterés por los asuntos económicos ( y desprendido regalando cuadros a empresas benéficas) , no haya conseguido la proyección nacional e internacional que se hubiera merecido, al perder, algunas veces de forma inconveniente, oportunidades ventajosas por falta de “marketing” personal, por no explotar sus buenas relaciones en el mundo del arte, la política,…, y, tal vez, por la falta de un apoyo burgalés fuera de Burgos más decidido.
Y ello a pesar de que el autor, en contraste con lo dicho, era ambicioso en demostrar su valía y seguidor de la crítica que se le hacía (que para el pintor siempre había sido generosa, elogiadora o indulgente con él). Para Modesto Ciruelos era suficiente que se conociera su obra a través de las exposiciones; eso era lo que había que conocer , su pintura, y no al pintor; así, haciendo honor a su nombre, con esa especie de modestia personal, se ajustaba plenamente a su pensamiento el dicho de : “por sus obras (en este caso su pintura) les conoceréis”, en el convencimiento de que sus cuadros le representaban mejor que su persona y de que si su obra era valorada el lo sería también en consecuencia; así sería considerado pintor de valía de forma natural, sin necesidad de propaganda.
Valga este pequeño trabajo como homenaje y reconocimiento al pintor burgalés, ejemplar en su obsesión pictórica, abanderada de la modernidad, que fue Modesto Ciruelos.


2.- DATOS BIOGRÁFICOS (1):
Modesto Ciruelos González, pintor burgalés, nace el 2 de marzo de 1908 en
Cuevas de San Clemente, pequeño pueblo de la provincia de Burgos en la comarca de Arlanza, situado a 27 kilómetros de la capital en dirección a Soria (abarca una extensión de 13 km2 y cuenta con una población aproximada de unos 70 habitantes).
Al poco de nacer (fue el mayor de tres hermanos), sus padres, Fermín Ciruelos y Antonia González, se trasladan a Madrid, a la Calle del Calvario, en el Barrio de la Arganzuela y posteriormente, a la Colonia de San Antonio, próxima a Usera pasado el Manzanares.
Sus primeros estudios los realiza en las Escuelas Cristianas de Las Peñuelas y
en un Colegio de la Calle Calatravas, manifestando ya en su infancia afición por el dibujo y la pintura. Empezó a pintar, según sus palabras, “de chico, como todos los chicos. Lo otro…lo del arte vino después. Empecé a dibujar y pintar en Madrid, en donde residí desde niño con mis padres. O quizá en Cuevas de San Clemente, en donde tantas temporadas viví con mis abuelos: no se. Hay un tiempo en mi vida que es, primero de curiosidad, después, ya metido un tanto en el asunto, de aprendizaje. Cuando este tiempo empieza no importa; puede él terminar en el año 1927” (2). Posteriormente estudió el Bachillerato en el Instituto de San Isidro.
Finalizados los mismos, de 1922 a 1926, se prepara, siguiendo su vocación artística y con el objetivo de ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, dibujando en el Museo de Reproducciones Artísticas (Casón del Buen Retiro), el Museo del Prado y en la Escuela de Artes y Oficios de la Calle Marqués de Cubas. Al mismo tiempo comienza a estudiar a los grandes maestros del Museo del Prado y realiza sus primeras copias de obras maestras, preferentemente de El Greco, Velázquez y Goya, con la autorización de Julio Romero de Torres. “Dibujaba aún sin orientaciones de nadie, en cuanto disponía de la menor posibilidad, llegando así a la edad de plantearse el enfoque de los estudios de una manera seria y acomodándolos a su indeclinable vocación de artista” (3).
En 1927 ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, entonces conocida como Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, donde ya estudiaban Salvador Dalí, José Renal, Maura, Cristino Mallo entre otros. Como compañeros de estudio citar a Julián Minguillón, Pity Bartolozzi, Francisco Arias, Daniel Conejo, Pedro Bueno, Rafael Zabaleta… y como profesores Julio Romero de Torres, José Moreno Carbonero, Cecilio Pla, José María Mezquita, Manuel Benedito y Francisco Esteve Botey, de los que siempre guardó recuerdo. Estudios que termina en 1932. Durante los mismos asiste a la vez a las clases de dibujo del Círculo de Bellas Artes y a las de grabado de la Escuela Nacional de Artes Gráficas.
Su obsesión por aprender le llevan de las tertulias del Casón a las del café del Circulo de Bellas Artes y del Café Gijón (allí conoció a Federico García Lorca, a quien hizo un retrato, a Antonio Machado, a Rafael Alberti, a Vicente Aleixandre, a Gerardo Diego, a Miguel Hernández, a Ramón Gómez de la Serna,…). Así mismo, busca cuantas revistas le informen sobre el arte en general y del extranjero en particular, y asiste a cuantas exposiciones de pintura se celebran.
Durante los años de estudio se aplicó con interés al retrato, modalidad en la que destacará durante toda su vida artística. Comenzó con los retratos de sus padres,
hermanos y otros familiares y un autorretrato (sólo hará dos en su vida), y, lógicamente,
sus primeros encargos fueron retratos. Posteriormente, olvidándose de los desnudos que
pintó durante su periodo de alumno, pasa a pintar naturalezas, figuras y paisajes.
En 1931 participa en su primera muestra colectiva en el Salón de Otoño de Madrid y en 1932, terminados sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, funda con otros artistas jóvenes residentes en Madrid, el Grupo Juvenil de Artistas de Acción que crea el Salón de Independientes de Madrid, concurriendo a sus exposiciones. En ellas, más que innovaciones radicales lo que tratan de expresar era el espíritu renovador que les animaba.
En 1933 expone (4) por primera vez en el Teatro Principal de Burgos, primera exposición individual de su pintura (patrocinada por el Ayuntamiento) en la ciudad (veintitrés obras: figuras de campesinos a tamaño natural, tipos populares, retratos y paisajes). Ese mismo año solicita una pensión o beca de la Diputación Provincial de Burgos para ampliar estudios en el extranjero; solicitud avalada por los pintores Ignacio Zuloaga, José Gutiérrez Solana y Daniel Vázquez Díaz, entre otros; pintores que vieron grandes disposiciones para la pintura en Modesto Ciruelos. Beca que le fue denegada al no existir presupuesto para esa clase de pensiones. Durante ese tiempo, cuando visitaba Burgos asistía a la tertulia de “El Ciprés” , donde se reunían los escritores y pintores de ideas más avanzadas (el músico Antonio José, el orfebre Saturnino-Maese-Calvo, el pintor Próspero García-Gallardo,…).
En 1934 obtiene la Cátedra de Dibujo Artístico del Instituto “Murguía” de Segunda Enseñanza de Villalba (Lugo) y fue nombrado vocal de la CPD. Allí no dejó, según sus palabras, “de pintar figura y paisaje local en mi fase naturalista de influencia clásica española, que así era entonces mi pintura…” (5).
En 1936 obtiene la Cátedra de Dibujo Artístico de la Escuela de Artes y Oficios de Palma de Mallorca y tras tomar posesión de la misma le sorprende la Guerra Civil en
Madrid. Hasta ese momento, “en que comienza a manifestarse de modo personal, su pintura es de un realismo muy sentido, de dramatismo social localista y popular con
gran dominio técnico. Magnífico retratista, su realismo es influido por los grandes maestros clásicos españoles que a lo largo de los años con otros ropajes, se mantendrán activos en la obra de nuestro pintor” (6).
Durante la guerra, en su estancia, sucesivamente en el tiempo, en Valencia (un año) y Barcelona (dos años; allí en el Casino conoció a Dalí, Miró, Tapies, el grupo “Dau al Set” y los de “El Paso”), sufrió, según el pintor “una transformación (de su) concepto estético (que) dio un giro brusco a (su) creación” …” no fueron los pintores valencianos o catalanes los que me hicieron reflexionar, lo fue el ambiente…”… (Y) “lo inicié con un impresionismo del mejor cuño…” (De Monet a Cezzanne) (7).
En 1937, realiza su primera exposición en el extranjero presentando su obra en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, junto con Picasso, Miró, Julio González y Alberto Sánchez, entre otros. Allí presentó dos cuadros sobre temas de la guerra (“Descubierta” y “Paisaje con Figuras-Fusilados”), fuera de toda connotación política particular.
En 1939, terminada la guerra, se incorpora a su cátedra de dibujo de Palma de Mallorca y establece contacto con pintores europeos establecidos en la isla. A partir de
ahí se centra en la abstracción y comienza a teorizar y a realizar sus primeras prácticas en esa modalidad. En ese momento el autor confirmaba: “ya estaba yo en mi fase abstracta…” (8).
Entre 1941 y 1942 hay que situar los primeros tanteos abstractos de Modesto Ciruelos, una auténtica anticipación, como califica generalizadamente José de Castro Arines al pintor burgalés (9).
Sigue concurriendo en exposiciones y en 1945 solicita la excedencia voluntaria de su cátedra mallorquina y traslada su residencia a Burgos con el propósito vocacional de dedicarse por entero a la pintura. Allí fue designado Presidente de la Agrupación de Artistas Burgaleses, con Saturnino Calvo como Vicepresidente y Gonzalo Díez de Lastra como Secretario. Durante ese año realiza su primera exposición individual en Madrid. Entre los años 1946 y 1948, expone en Madrid obras con ya claros componentes abstractos.
En 1948 contrae matrimonio con la burgalesa Digna Otero Campo en la Iglesia de San Gil de Burgos, estableciéndose en el nº 14 de La Flora donde montó un estudio en el que siguió trabajando hasta 1992. Por su casa en Burgos pasarían, entre otros, Manuel Fraga Iribarne, Regíno Sainz de la Maza (a quien retrató), los pintores Benjamín Palencia, Juan Manuel Díaz Caneja, Capuleto, Eduardo Vicente,…, y los críticos de arte, Manuel Sanchez Camargo, José de Castro Arines,…
Los años cincuenta, punto medio del periodo más activo de su vida en cuanto a pintura, fueron de trabajo febril en taller y en exposiciones. Su única actividad social en Burgos se centra en las tertulias (desde la desaparecida de “El Ciprés”, a la del Hotel Condestable, ya en 1993, pasando sucesivamente por la de “El Palomar”, el Salón de Recreo y a su cierre el Café Pinedo).
Más en concreto, de 1948 a 1952 son años activos en exposiciones individuales en Madrid, Burgos, Santander, Bilbao…y 1953 de muestras colectivas y de salida al exterior.
Si las exposiciones desarrolladas en Madrid entre 1946 y 1948 supusieron el reconocimiento español a su calidad y manera de concebir y expresar la pintura, 1953 es el inicio del más amplio reconocimiento internacional, con su proyección en lugares como París y Sao Paulo, destacados por su interés hacia la modernidad.
1954 fue un año más tranquilo, sin abandonar su actividad en el taller, en cuanto a exposiciones. De ellas destacar el viaje de una representación de su obra por América a través de la Exposición Bienal Hispanoamericana
De 1955 se ha de citar la exposición en Burgos (Sala Municipal de Arte) de catorce paisajes de la provincia de Burgos por el empleo de técnica de dibujo a lo Van Gogh y el manejo de la pintura con espátula.
En 1956 vuelve a exponer individualmente en Burgos (Sala Municipal de Arte) con el tema de los paisajes (veintisiete motivos del campo burgalés). Internacionalmente fue un año importante al haber sido seleccionado para asistir a la Bienal de Venecia, junto a otros españoles (Feito, M. Millares, A. Saura y Canogar), por su arte avanzado y progresista.
Hasta 1965 el pintor continúa con exposiciones nacionales y internacionales con composiciones de formas, color y ritmo, “collages” y abstracciones con trazos matéricos.
De entre ellas destacar, en atención a la consideración del propio pintor como las
más trascendentales de su carrera, las exposiciones de la Galería Neblí (1963) y del Ateneo de Madrid (1964), en las que logró el reconocimiento unánime de la crítica. También de importancia fue la exposición “XXV Años de Arte Español” en Madrid (1964), en la que participaron los mejores artistas españoles reconocidos con obra comprendida entre 1939 y 1964, en la que Modesto Ciruelos presentó una composición abstracto-pop, en blanco y negro.
Con su obra hasta 1965, Modesto Ciruelos es sin duda el pintor español con más tradición vanguardista y proyección europea, tanto estilísticamente como por la perfecta factura de sus obras. El pintor presenta en esos años sesenta unas texturas generalmente en relieve sobre unos soportes tratados de manera poco o nada convencional empleando fundamentalmente el óleo y también profusamente el acrílico cuando lo descubre y que en ocasiones mezcla con el óleo y que, según el pintor: …“no se si esto es ortodoxo, pero no pienso en ello. Son modos nuevos para tiempos nuevos” (10). En determinadas series abstractas, principalmente en las de tendencia pop-art, a la pintura añade papeles, guata, arena o cuanto se le ocurra y que pudiendo ser fijado, le permita desarrollar la idea concebida para la serie y para cada cuadro (11).
Tras dos exposiciones en Salamanca y Santander en 1965, el artista burgalés se alejó de las salas y dedicó un espacio de cinco años a reconsiderar lo más avanzado de su estilo, buscando bajo una exigente autocrítica no repetir ni repetirse, retomando épocas anteriores, expresionistas en su mayoría, para trabajar sobre ellas en retratos, paisajes y composiciones diversas, con el resultado de gran belleza y modernidad.
En 1970 vuelve a las exposiciones colectiva e individualmente siendo elegido “Pintor del Año” en Burgos, y trabaja en su estudio abstracciones compuestas en su mayoría con una zona central de color, generalmente con una tonalidad dominante, y trazos y aún grafismos periféricos. Así, mismo por iniciativa del periodista Luis Ángel de la Viuda, actúa en TVE en el programa “España en Directo”.
En 1972 vuelve a la enseñanza oficial en Madrid, trasladándose meses después, a petición propia a Barcelona.
De 1973 a 1977 no expone ni individual ni colectivamente dedicándose por entero a la docencia y a la investigación, trabajando intensamente en su obra gráfica.. Como artista invitado asiste a los Cursos Artísticos de la Magdalena (Santander) y en 1974 fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando por la provincia de Burgos.
Entre 1979 y 1980 realiza una exposición de arte abstracto en Burgos (Caja de Ahorros Municipal), concurre a las exposiciones de ART II 80 de Basilea y FIAC 80 de París y se jubila por edad reglamentaria de su cargo docente oficial continuando con sus estudios e investigaciones pictóricas.
En 1984 efectúa en Burgos (Sala “Arlanzón” de la caja de Ahorros Municipal) una exposición retrospectiva con una serie de dibujos de grandes dimensiones muchos de ellos desconocidos por el público. Muestra que para algunos fue considerada, tanto el cierre magistral de toda una vida de actividad pictórica avanzada, como una nueva
manera de concebir el arte abstracto por parte del pintor dando primacía a la exquisitez del color y a su delimitación (12).
Hasta 1991 siguió pintando, sobre todo retratos, modalidad con la que comenzó su vida artística (entre ellos, uno de Felipe González, Presidente entonces del Gobierno, y de Camilo José Cela).
En 1993 se le nombra Hijo Adoptivo de la Ciudad de Burgos, en 1995, Académico de Honor de la Institución “Fernán González” y se le otorga la Medalla de las Bellas Artes de la Escuela de Dibujo “Mateo Cerezo” de Burgos, y en 1999 se le otorga el “Premio de las Artes de Castilla y León”.
El 24 de agosto del 2002, Modesto Ciruelos, gozando del respeto y admiración de los burgaleses, fallece en Burgos a los 94 años, de causas naturales y acompañado de su mujer e hijos. Las necrológicas burgalesas y nacionales consideraron, alabando al pintor y su obra (“avanzado de lo abstracto”, “espejo del arte contemporáneo”,…), que con su muerte se había cerrado una de las páginas más brillantes de la creación artística en Burgos en el siglo XX.


3.- ESTILO Y OBRA PICTÓRICA:
En la obra de Modesto Ciruelos se funden todas sus experiencias adquiridas, desde su formación académica al contacto con las vanguardias, sin renunciar a nada, ni por temas ni por estilos.
Con sus ansias por aprender-saber, tanto en la teoría como en la práctica, de todo lo que se movía en el mundo del Arte, y más en concreto en el de la pintura, dotado de una gran curiosidad, obsesionado y entregado por entero a su libertad pictórica, con método y disciplina, Modesto Ciruelos se sumergió en buena parte de los “ismos” artísticos más sobresalientes de su tiempo, recibiendo y modificando influencias en sus pinturas, pero sin especializarse (contrario a ello incluso dentro de un mismo género).
En ese sentido fueron emblemáticos para Modesto Ciruelos, además de Picasso, Cézanne, Van Gogh, V. Kandinsky, P. Mondrian y P.Klee como más directamente relacionados con la abstracción informalista, J. Fautrier (“por aquello de la materia”), Fran Kline (“por sus estructuras”); y Hans Hartung y G. Mathieu por la soltura y efectos de sus grafismos (El autor) se considera asimismo admirador de J. Miró, de Tapies y de los componentes del grupo “El Paso”, en especial de Millares, Saura y Canogar (13).
Experimentando, buscando, adaptando,…, cada muestra de su pintura, en esa variedad de estilos, incluso dentro de los mismos, nunca es semejante a las anteriores y si reflejo de sus preocupaciones pictóricas del momento; de forma que según algunos críticos se podría creer, bajo una apreciación engañosa, que se estaba ante exposiciones de pintores diferentes lo que es, sin embargo, justa expresión de su personalidad
pictórica cambiante y arriesgada.
Cronológicamente, en cuanto a estilos, podemos resumir lo que el pintor vino en
llamar “fases” de su pintura:
. Hasta 1927: Periodo de curiosidad y de aprendizaje, de realismo, con cambios en la luz y el color dependiendo del lugar en que se encuentre: Madrid, Burgos, Lugo, Palma de Mallorca,…
. Durante la Guerra Civil se acerca al impresionismo de la mano de Monet y de Cezanne.
. Tras la Guerra Civil (1939): El pintor se considera “cezanniano” y “picasiano” (con personalidad propia, redondeando las formas cubistas y coloreándolas a su manera) y se manifiesta interesado por el naturalismo y el cubismo. Dentro del cubismo adoptará, para alguna de sus exposiciones, el objetualismo del “collage” empleando con profusión tiras de un papel similar al de sujetar, en aquellos tiempos, en las peluquerías, el paño al cuello del cliente (un “collage” con material nuevo). Para el relieve efectivo, utilizará como base (oculta al espectador) un relleno con diversidad de materiales (cartón, tela, estuco,…). Y para dar cuerpo a la propia pintura en la abstracción matérica, tierras, arenas y polvos de variado grosor, generalmente sobrepintados al óleo (14), logrando en algunas series en blanco y negro formas que luego recordarán a los volúmenes de Eduardo Chillida.
. A partir de ese momento comienza, desde un expresionismo avanzado, su camino hacia la abstracción. Sus figuras humanas, sus paisajes y naturalezas muertas de entonces serán sobrias en su concepción, de mucha expresividad, con economía de líneas plasmando lo sustancial.
. Así de 1 941 a 1945, la figuración es reducida a esquemas dentro de un expresionismo o surrealismo abstractizante, conservando la figuración en lo
fundamental de la composición.
. En 1955 emplea técnica de dibujo a lo Van Gogh.
. En los años 60 trabaja con una abstracción compuesta en su mayoría por una zona central de color, generalmente con una tonalidad dominante, y trazos y grafismos periféricos (la estilización de la obra se supedita al color). Abstracción que luego enlaza (1962) con el pop-art.
. Abstracción que luego el pintor sublima, fruto de sus conocimientos, en los años 80 (abstracción preciosista). La obra de este periodo es considerada por los críticos la más objetivamente hermosa e importante del pintor.
De todas formas, su obra no sigue, en muchas ocasiones, un mismo camino, y así repasa , con nuevas exigencias de perfección, tendencias anteriores.
En cuanto a temas, el mundo que se le ofrecía sirvió a su trabajo: escenas cotidianas, paisajes, personas que le rodeaban, naturalezas muertas,…; temas que luego, en su avance artístico reduce a líneas, esquemas, estructuras, composiciones,…, hasta llegar a las rotundas figuras de su vejez.
Respecto al color, Modesto Ciruelos, siempre lo cuidó en toda su obra de acuerdo con su exquisita sensibilidad y jugo un papel capital en su trabajo expresionista y abstracto (considerado por algunos críticos de “colorista de gran pureza”).
En resumen, los caminos en los que Modesto Ciruelos desarrolló su genialidad artística fueron el realismo (aunque poco de realismo-realismo), el expresionismo (recorriendo todos sus tipos hasta el expresionismo abstracto), la abstracción y su enlace con el pop-art. De todas formas, aunque, en conjunto, la mayoría de sus obras se encuadran en el expresionismo y la abstracción, no se puede decir que Modesto Ciruelos tuvo un estilo único o que estuviera encasillado en uno o más estilos, ni que incluso lo estuviera dentro de un mismo género.
A lo largo de su dilatada carrera artística, creó una obra compuesta de alrededor de mil dibujos y pinturas y expuso en 101 ocasiones, de ellas, 33 fueron muestras individuales, 16 internacionales y el resto colectivas. Así tuvo la oportunidad de exponer en tres continentes y compartir muestras con lo más granado de la contemporaneidad artística española. Desde su primera exposición en el Salón de Otoño de Madrid (1931) fue ampliando horizontes (hasta 1992), primero en España en las principales capitales, luego en Europa (París, Bruselas, Helsinki, Munich, Berlín, Bonn, Basilea, Venecia,…), más tarde en América (Sao Paulo, Montevideo, Buenos Aires, Washington, Nueva Cork, San Francisco, La habana, Caracas, Santiago de Chile, Quito, Lima, Bogotá,…), hasta llegar a Asia (Tokio, Osaka y Nagoya). Muchas de esas exposiciones en el extranjero fueron colectivas, lo que sirvió al pintor para compartir catálogo con los grandes nombres de la pintura del siglo XX (Picasso, Miró, González, Juan Gris, Tapies, Cuixart, Saura, Miralles y Canogar).
Señalar, por último, que en la actualidad aún se está a la espera de que las autoridades burgalesas habiliten un lugar adecuado en la capital para acoger de forma permanente el legado pictórico de Modesto Ciruelos.
Legado que se encuentra repartido en varios museos (Museo Nacional Centro de Arte “Reina Sofía” de Madrid, Museo de Arte Moderno de Barcelona, Museo de Arte Abstracto de Cuenca, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Museo de Bellas Artes de Burgos, Museo Jey-Hour Perlin de Nueva York), galerías de arte (Nacional Art Galery de Nueva York y varias galerías españolas), instituciones varias (Ateneo de Madrid, Nuevos Ministerios de Madrid, Ateneo de Santander Diputación Provincial de Burgos, Ayuntamiento de Burgos, Caja de Ahorros Municipal de Burgos, Caja de la Unión de Burgos, Archivos de Arte de la Bienales Internacionales de Venecia y Sao Paulo,…) y colecciones particulares en España (en Madrid, Cantabria, el País Vasco, Aragón, Toledo, Cataluña, Valencia, Mallorca, Galicia, Zamora, Valladolid, Burgos,…) y en el extranjero (en los Estados Unidos, Brasil, Argentina, Inglaterra, Francia, Italia y Japón), amén de las que obran en poder de su familia más próxima.


4.- CONCLUSIONES:
A la vista de lo expuesto, sobre el pintor burgalés Modesto Ciruelos podemos concluir, destacando los aspectos más significativos de su vida y obra, lo siguiente:
. Nació para pintar y su biografía lo demuestra con amplitud: siente la necesidad de pintar desde niño, aprende a pintar y pinta sin descanso hasta su muerte, y su actividad profesional, cuando la ejerce, corresponde a la docencia del dibujo artístico.
. Pintura y aprendizaje que se mezclan obsesivamente a lo largo de su vida. Así su curiosidad innata le empujará constantemente a experimentar sin ser experimental, a pasar por la teoría y la práctica de los más variados “ismos” de su época, de forma que como pintor intuitivo, anticipador pero no pionero, realizará obras que más tarde avanzarán en desarrollo de la mano de otros pintores.
. Estilísticamente su pintura pasó por “fases” (no tuvo un estilo único): desde el realismo inicial, pasando por un acercamiento al impresionismo y por un posterior naturalismo y cubismo, hasta llegar a un expresionismo avanzado que le llevaría a una abstracción que enlazó con el pop-art y que luego hizo preciosista. Si embargo, su camino no fue lineal ya que en ocasiones volvía, repasando, sobre tendencias anteriores.
. Temáticamente pintó retratos (en los que destacará toda su vida), escenas cotidianas, naturalezas muertas, paisajes y figuras. Por otra parte, el color fue siempre tratado con gran sensibilidad. Fue un pintor colorista, sobre todo en sus trabajos expresionistas y abstractos.
. Fruto de su trabajo fueron los alrededor de 1.000 dibujos y pinturas, y sus 101 exposiciones (16 internacionales, 33 individuales y el resto colectivas).
. La mayoría de su obra la realizó en Burgos. Una ciudad que, en aquella época, fue lenta en comprender su obra más avanzada. Esto, unido a su propio carácter introvertido y un tanto huraño, obró seguramente, a pesar de sus buenas relaciones con críticos y pintores de altura de su tiempo, en contra de su proyección nacional e internacional. Proyección que a la vista de su obra hubiera indudablemente merecido.


BIBLIOGRAFÍA:
. CASTRO ARINES, JOSÉ de. “Ciruelos. Crónica de una Anticipación”. Diputación Provincial de Burgos (Serie Artistas Burgaleses). 1982.
. BOUZA, ANTONIO L. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Caja de Ahorros Municipal de Burgos (Obra Social). 1993.


NOTAS:
(1) Datos extraídos de “Ciruelos. Crónica de una Anticipación”. José de Castro Arines. Banco de España y Diputación Provincial de Burgos, 1982 y de “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica” (“Semblanza”). Texto de Antonio L. Bouza. Publicaciones Caja Burgos. 1993.
(2) Castro Arines, José. “Ciruelos. Crónica de una anticipación” Pág.12 y 13.
(3) Bouza, Antonio L. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Pág.1
(4) En este apartado biográfico sólo se citarán las exposiciones de más importancia significativa.
(5) Bouza, Antonio L. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Pág. 18.
(6) Castro Arines, José. “Ciruelos. Crónica de una Anticipación). Pág. 120.
(7) Bouza, Antonio L. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Pág. 19.
(8) Bouza, Antonio L. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Pág.20.
(9) Bouza, Antonio L. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Pág.20.
(10) Castro Arines, José. “Ciruelos. Crónica de una Anticipación”. Pág.70.
(11) Bouza, Antonio L. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Pág. 24.
(12) Bouza, Antonio L. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Pág.26.
(13) Bouza L., Antonio. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Pág. 58.
(14)Bouza L., Antonio. “Modesto Ciruelos. Exposición Antológica”. Pág. 62.

LOS SERVICIOS SECRETOS Y LA HISTORIA


LOS SERVICIOS SECRETOS Y LA HISTORIA

Fernando Pinto Cebrián





En primer lugar se ha de puntualizar que aquí no hablamos de la Historia de los Servicios Secretos, ni de la incidencia de sus actividades “conocidas” en la Historia, sino de las alteraciones que pudieran producirse en ella tras el conocimiento del contenido de sus archivos secretos.

Desde hace algún tiempo atrás se viene observando que algunos de los Servicios Secretos de países occidentales y “democráticos” vienen abriendo sus secretos al público mediante oportunas “desclasificaciones” documentales.
Como ejemplo al caso recogemos la siguiente referencia reciente: Secretos “made in USA”. La CIA desclasificará la próxima semana cientos de documentos secretos sobre sus actividades entre los años 1953 y 1973 (REUTERS, 22.06.2007).
Titular que acoge las siguientes palabras del actual Director de la CIA, Michael Hayden al respecto: Lo que se pretende es contar a los americanos lo que hemos hecho en su nombre…Muchos de los documentos (ahora desclasificados) han aparecido ya en la prensa, y muchos son poco favorecedores, pero es la historia de la CIA…
Desclasificación de documentos secretos que se efectúa, en el caso norteamericano, siguiendo a la Freedom of Information Act, a los 25 años de su elaboración.

“Apertura” que algunos historiadores, investigadores, escritores y el público en general han recibido gratamente. Sin embargo, el debate sobre su significado y su contenido no se ha efectuado en profundidad hasta el momento.
Aquí tan solo apuntaremos de forma esquemática y simplificada algunos de los elementos básicos para su planteamiento.
Así, en principio, sería necesario hacernos, al menos, las siguientes preguntas:

. ¿Por qué se desvelan ahora tantos secretos?
. ¿Se desvelan todos o algunos permanecen ocultos?
. ¿Podemos saber si los secretos desvelados son total o parcialmente verdad?
. ¿Puede haber manipulación interesada de la Historia a través de los secretos desvelados?
. Y finalmente, ¿El conocimiento de tales secretos pueden modificar la Historia ya escrita?

La respuesta a la primera pregunta se encuentra en el seno de la sociedad democrática actual.
Una parte importante de la misma quiere ahora (en el estado actual de los niveles democráticos), al margen de la comprensión de la necesidad de control adecuado de los Servicios Secretos y del mantenimiento de la necesaria reserva de los secretos oficiales, tener conocimiento de los mismos cuando sea estrictamente necesario y siempre cuando los mismos hayan pedido su valor intrínseco por el paso del tiempo (el caso a debate).
Razones:

. Su conocimiento permite valorar lo bueno y lo malo del Servicio y del Gobierno del momento que lo dirige, dando claridad a la actuación de la Administración del Estado, lo que, a su vez, aumentaría la capacidad de elección política del ciudadano.
. Proporcionar claridad a determinados acontecimientos históricos.

De todas formas, detractores de lo dicho abundan. Éstos quieren que los secretos se mantengan como tales mientras sean “operativos” (las personas implicadas vivan) o bien que se destruyan cuando los asuntos tratados se consideren “cerrados”.
Razones:

. Su conocimiento daña la imagen de cuantos políticos permitieron que se cometieran “errores” (su reconocimiento no es tan positivo como pretenden algunos), e incluso daña la de aquellos, del mismo partido, que les han sustituido.
. Por otro lado, perjudica el prestigio y la credibilidad del Servicio, afectando, como consecuencia, a la confianza del ciudadano y de las instituciones en el mismo.

La respuesta a la segunda pregunta viene determinada, ante la falta de información precisa al respecto que el ciudadano común puede alcanzar, por el grado de confianza que aquel tenga en el Gobierno y en el propio Servicio Secreto.
Para quienes confían en sus dirigentes y en las leyes, las desclasificaciones de secretos efectuadas son necesarias y correctas y , en el caso del desvelarse errores cometidos, prestigia, por su reconocimiento y aceptación de responsabilidad, al Gobierno implicado.
Para los desconfiados, las desclasificaciones no son más que mera propaganda, dando a conocer a la opinión pública tan sólo aquellos secretos que interesan al Gobierno y Servicio Secreto. Asimismo consideran que hay secretos que solamente conoce el Servicio y que nunca aparecerán a la luz, con lo que no se puede aludir a la “historia del Servicio Secreto” ya que su realidad no se conocerá nunca.

La respuesta a la tercera pregunta, imposible de contestar para el ciudadano de a pié sólo con la información a la que puede tener acceso, está relacionada con la respuesta a la pregunta anterior en base a la confianza o desconfianza aplicada a las actuaciones de la Administración del Estado en el tema.
Si se confía no hay por que pensar en la “castración” o manipulación de los documentos desclasificados.
Si se desconfía todo es posible. Instalados en la falta de fe, consideran que el Gobierno que desvela secretos nunca cuenta toda la verdad dando por cierto que aquel busca el desprestigio de la oposición a través de la exposición de sus errores pasados, al tiempo que oculta los propios y gana prestigio con su aparente sinceridad. Y asimismo creen que el Servicio Secreto (que para ellos se “descontrola” cuando quiere) pudiera también “castrar”, manipular u ocultar aquellos secretos que le afecten directamente al haber sido ocultados en su día a los responsables políticos de turno.

La respuesta a la cuarta pregunta es clara. Si hubieran modificaciones interesadas en los documentos desclasificados, ante las dificultades para contrastar la información desvelada, habría ciertamente manipulación consciente de la Historia en la parte a la que los temas dados a la luz afectara.
Caso de que esto fuera así, sólo con su descubrimiento se podría efectuar el ajuste necesario hacia la dirección correcta de la Historia, pasando a su vez la manipulación conocida a formar parte de la misma.

La respuesta a la quinta y última pregunta es: Ciertamente. Los historiadores saben mucho de las dificultades para, al margen de subjetividades personales, centrar un hecho histórico ante la falta de datos o la manipulación de los mismos, y de las modificaciones que hay que realizar sobre las interpretaciones vigentes ante la aparición de nuevas fuentes sin contrastar (¿fiables?).

Preguntas y respuestas genéricas para un debate: Los Servicios Secretos y la Historia, que se tiene que, lógicamente, centrar más en concreto para el Gobierno y Servicio de cada país en relación con los acontecimientos desvelados que les atañen.
Preguntas y respuestas que, por lo tanto, deberían contar inicialmente con el conocimiento, lo más objetivo, si ello fuera posible, de lo que es y lo que hace el Servicio Secreto que abre sus archivos bajo la dirección del Gobierno. Conocimiento al objeto de tratar de valorar la claridad o posibilidad de manipulación de los documentos desclasificados.
Para algunos siempre será difícil tal objetividad, en la consideración de que los Servicios Secretos invariablemente serán sospechosos debido al secreto propio de su actividad y del contenido de sus archivos (¿conocidos de verdad por el poder político que dice controlarlo?).
A éstos, instalados en la duda, les será difícil superar el nivel de desconfianza “innata” en los Servicios Secretos a pesar de sus actuales operaciones de “marketing” en la búsqueda de la confianza (si no perdida, no alcanzada en el nivel preciso) de la opinión pública en la comprensión de su profesionalidad y de la necesidad y la efectividad de sus actividades.