sábado, 31 de mayo de 2008

LOS "CARROS ELÉTRICOS", VIVACIDAD EN LAS CALLES DE LISBOA


LOS “CARROS ELÉTRICOS”, VIVACIDAD EN LAS CALLES DE LISBOA

(Saudades)


Fernando Pinto Cebrián


Los tranvías (“os carros eletricos”), establecidos en Lisboa durante la segunda mitad del siglo XIX para resolver las necesidades de transporte derivadas del aumento de su población, cambió la forma de vivir de los lisboetas.
Primero aparecieron los llamados “ripert” o “americanos” y luego los de motor a vapor hasta que llegaron los “elétricos amarelos o vermelhos” (amarillos o rojos), que aún siguen, al lado de los más modernos, manteniendo una buena funcionalidad (transporte barato, muy popular, y que cumple) no carente de belleza, y rodeados de sentimentalismo.
Belleza, sentimentalismo y funcionalidad que llevan a sus patrocinadores a cuidar, a mantener la mecánica, a mejorar el brillante colorido,…, de los “elétricos” aún en vida, a emplearlos incluso después de su “muerte”, al menos algunos, como monumentos (como aquel que, durante cierto tiempo, se emplazó en las proximidades del Monasterio de los Jerónimos).
“Elétricos” que suponen un atractivo más dentro del tipismo lisboeta para los visitantes a la ciudad.
Todos quedan absortos ante su andariego “trique-traque”, ante la tintineante advertencia de su paso, ante el ruidoso esfuerzo de su motor en las pendientes,…, durante su recorrido por la “Rua das Escolas Gerais”, la “Carreira de Graça”, la “Rua da Junqueira”, la “Carreira de Belem”, y en el punto de encuentro de la “Praça do Comerço” o del “Terreiro do Paço”, o bien ante el equívoco de los elevadores, que más que tranvías podrían ser llamados “arrastradores”, de “Lavra” (1884), de “Gloria” (1885) o de “Bica” (1892), el más característico de la ciudad y al que cariñosamente se le denomina “caixote de sabao” (cajón de jabón) tal vez, al margen de su forma, porque algunos jóvenes emplearon un cajón de tal tipo para deslizarse por la pendiente,…
Viajar en ellos es todo un premio, no sólo por haber aguantado en las “bichas” (colas) para subir a ellos.
Su cansino caminar por las encarriladas “ruas” nos permitirá la contemplación de puntos concretos y paisajes urbanos plenos de sabor histórico, cargados de tradición,…, y nos ayudará a comprender en cierta forma las visiones y emociones de los antiguos usuarios y el porqué de los afectos actuales a tal medio de transporte.
Afectos de aquellos lisboetas que aún no quieren perderlos en la consideración de que son una parte esencial del alma de Lisboa. Afectos que oponen a las voces de quienes plantean su real utilidad en el futuro urbanístico.
Todo llegará. Pero dejémos que mueran, que pasen a la historia, con tiempo y dignidad.

miércoles, 14 de mayo de 2008

TERRORISMO Y GUERRA.TERRORISMO EN LA GUERRA


TERRORISMO Y GUERRA. TERRORISMO EN LA GUERRA

(Pensamientos iniciales)

Fernando Pinto Cebrián



TERRORISMO Y GUERRA:
En la actualidad, tras los atentados terroristas de Al Qaeda, se han establecido diversas conexiones nuevas, desde diferentes puntos de vista, entre los conceptos relativos al Terrorismo y a la Guerra.
En primer lugar, afirmando, de manera un tanto simplista, maniquea e interesada desde el lado terrorista, que tales atentados, realizados en nombre de Dios, suponen acciones de una guerra.
Guerra existente entre tal organización, que dicen representa a unas sociedades musulmanas afines, y la sociedad occidental que, dicen, aplica el terror sobre las primeras.
En segundo lugar, del lado de las víctimas, tomando la necesaria respuesta antiterrorista o contraterrorista como guerra contra el terrorismo.
En tercer lugar aplicando falsamente la concepción de guerra, en cuanto ligada a la actividad bélica de un movimiento de liberación. En este caso aquel, equivocadamente así tomado por Al Qaeda (u otros grupos similares), ya que dicen buscar las libertades perdidas ante occidente.
Y seguramente más consideraciones a tener en cuenta…
De manera que si las fuerzas militares de los países, afectados o no por el terrorismo internacional, sólo tenían antes ojos para las fuerzas correspondientes de los países potencialmente conflictivos, ahora incorporan a su lista de enemigos de guerra, ya declarados o posibles, a las entidades terroristas internacionales (algunos incluso las nacionales)
Así la relación entre el Terrorismo y la Guerra ha sufrido un cambio sustancial.
Ahora, al margen de que guerreen Estados contra Estados en la vigencia clausewitziana de la “guerra como prolongación de la política por otros medios”, existe también la realidad de la guerra de Estados contra entidades no estatales, individúales, aquellas de los terroristas, en cuanto consideradas una amenaza a la seguridad del Estado en el mismo nivel de otro Estado agresor.
Se produce así un cambio sustancial en el pensamiento profesional militar, al ser empujado por las actitudes de respuesta de los niveles políticos en el entendimiento de tal conflicto.
Entendimiento diferenciado que se crea ahora, al saltar los atentados de mero hecho terrorista, discriminado o indiscriminado, nacional o internacional,…, a hecho bélico tal y como antes se conocía.
Ampliación y cambio que llega a afectar a la dinámica militar y que hay que estudiar detenidamente para evitar, fuera de planteamientos teóricos, errores como los que ya se están produciendo, tanto militares como políticos.
Errores que han pagado, pagan y pagarán seguramente sociedades enteras durante mucho tiempo.
TERRORISMO EN LA GUERRA:
Desde atrás en los tiempos el terror, como un medio más, para alcanzar la victoria en las guerras estuvo siempre presente.
Territorios enteros eran dominados por la sola presencia de unas fuerzas enemigas conocidas por la violencia terrorífica de sus acciones.
Territorios luego mantenidos en la subordinación más denigrante bajo ese mismo terror trasladado a la política.
Usos y leyes de la guerra, y de la política, buscaron la desaparición de ese terror deshumanizado con logros bastante inciertos a la vista de determinadas situaciones bélicas actuales.
Así, por ejemplo, el tratadista militar español del XIX, el Brigadier Juan Sánchez Cisneros, en su “Ensayo de un diccionario razonado sobre la Ciencia de la Guerra” (1826), apuntaba en la voz “Terror de las Armas”: “Lo mismo que introducirlo en la provincia que se debe invadir; más por esto no se entiende el consentimiento de acciones crueles, devastar las campiñas a discreción, ni entregar al fuego ni al cuchillo las posesiones y vidas de los inocentes habitantes, muy al contrario, se ha de entrar de modo político y conforme al derecho militar, haciendo ostentación de las fuerzas, número y valor de sus soldados, e instrucción de los Generales y subalternos, y ponderando la justicia de su nación para hacer la guerra, etc. etc.” (Voz desaparecida de diccionarios militares posteriores).
Sin embargo, no hace falta más que atender a las constantes informaciones que nos llegan de los conflictos bélicos actuales para saber que todo ha quedado en mera intención.
Así, el terrorismo en la consideración de forma de acción del hecho bélico (aunque no figure en los reglamentos), no sólo como acción de un débil contra un fuerte, de “un David contra un Goliat” como se vino en tiempos a decir, dentro de una guerra revolucionaria, de insurgencia, de liberación nacional, de guerrillas,…, sino también como complemento de apoyo en las guerras regulares, convencionales,…, continua formando parte de los conflictos que se resuelven con las armas.
El terror, el terrorismo pues, sigue, de alguna forma, estando presente en las guerras.
Presencia terrorista en el hecho bélico, Terrorismo en la Guerra, que llevada fuera de ella, en la paz y en la idea para uno o ambos contendientes de que la guerra no ha acabado, ha ayudado a la equivocada comprensión, tal como antes apuntábamos, de que la lucha contra el terrorismo es una guerra, de que estamos en guerra, dando a los terroristas, como consecuencia, el nivel de potencia agresora.

La realidad conceptual y la realidad práctica, a pesar de sus contradicciones, mandan. Pero, “cosas veredes, amigo Sancho”…