domingo, 30 de mayo de 2010

REFLEXIÓN RÁPIDA E IRREFLEXIÓN "ARTIFICIAL"

Fernando Pinto Cebrián


Toda reflexión lleva su tiempo…

Tratar de concretar el objeto sobre lo que se reflexiona, desentrañar su parte de verdad y de mentira, su realidad y su apariencia, sus relaciones y sus aislamientos, su acción y su pasividad, su movilidad y su quietud, sus orígenes y sus posibles finales o consecuencias,…, es un camino que, en general, se puede recorrer de forma más o menos rápida según la experiencia en el pensar y el conocimiento previo que, sobre la materia a tratar, se posea, así como de las exigencias y urgencias que tengamos o que nos impongan a la hora de tomar la decisión o decisiones convenientes.
Cuando nosotros marcamos los tiempos, incluso en los casos de urgencia que la situación pueda requerir, no hay irreflexión, aunque si es posible una reflexión rápida que en muchos casos puede (no siempre) conducir a equivocaciones
Errores que, estando alerta, han de corregirse modificando adecuadamente la decisión primigenia con nuevas reflexiones.

El problema surge cuando, fuera de la pura irreflexión, comprensible hasta cierto punto por inexperiencia, falta de datos, nerviosismo,…, aparece la reflexión rápida a conciencia, versus irreflexión “artificial”,

Irreflexión “artificial”:

. Irreflexión por cuanto la pertinente reflexión deja de ser tal al estar condicionada o manipulada por intereses espurios.
. Y “artificial” por cuanto se preparan de antemano, para cuando su nefasto resultado no se pueda ocultar, comentarios justificativos tales como: “se hizo todo lo posible con los datos que se tenían en el momento”, “la decisión era urgente y se tomó la mejor que se consideró en aquel instante”, “se actuó de inmediato…”.

Es entonces cuando la sociedad se pregunta, como lo suele hacer la española desde hace un tiempo, ¿es que no hay nadie que piense?....