viernes, 30 de noviembre de 2007

ANOTACIONES SOBRE EL FENÓMENO GUERRILLERO EN LA PROVINCIA DE BURGOS DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1814) (I.- Antes de la invasión francesa)


ANOTACIONES SOBRE EL FENÓMENO GUERRILLERO EN LA PROVINCIA DE BURGOS DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1814)

(I.- Antes de la invasión francesa)

(Artículo DB, Especial Domingo)

Fernando Pinto Cebrián


Las pretensiones de este trabajo, meras anotaciones, no son las de hacer unos resúmenes biográficos de aquellos que, como guerrilleros, burgaleses o no, tomaron estas tierras como teatro de sus acciones militares, colaborando en la creación de tales términos. Tratará tan solo de resaltar la participación de la provincia de Burgos, con sus pueblos, sus hombres…, en el “guerrillerismo” español de la Guerra de Independencia.
De acuerdo con ello, formará cuerpo más abundante cuanto se refiera a la misma, quedando en olvido intencionado el resto de detalles. No se persigue señalar como más importante o de más valor la parte burgalesa. Lo que ocurre es que, siguiendo el título, se busca, a propósito, el aspecto local de la guerrilla.
Este planteamiento nos llevará a considerar que, entre los guerrilleros elegidos: Juan Martín Díez (“El Empecinado”), Jerónimo Merino y Cob (“El Cura Merino”), Francisco Longa Abecia y otros más, Merino cobra especial relieve y representatividad en ese aspecto local citado. Aspecto cotejado, de alguna forma, con el recuerdo admirativo de los habitantes actuales de muchas de las zonas de la provincia de Burgos que oyeron de su lucha contra el francés.
Los motivos que han pesado para la selección de los mismos ha sido: en primer lugar su sobrado renombre histórico, en segundo, el constituir, con sus partidas y grupos de guerrilla, los “candados” más eficaces en el bloqueo y dificultad de uso para los franceses del importante nudo de comunicaciones que Burgos constituía, y en tercer y último lugar, por su relación, de una forma u otra, con el área geográfica burgalesa durante su periodo guerrillero.

ANTES DE LA INVASIÓN FRANCESA (El entorno social)
Casi todos los futuros guerrilleros de este conflicto se formaron en el siglo XVIII y entraron en el XIX con el grado de madurez suficiente como para ser elementos activos en el mismo.
Su esquema mental y de vida, alterado en tal confrontación, se corresponde, por lo tanto, con aquel de los hombres de finales del XVIII. Esquema dependiente, con sus diferencias, del lugar que ocuparan en la escala social de la época; escala aún formada por los estamentos clásicos de nobleza, clero, pequeña burguesía y estado llano, contando por supuesto con un Rey absoluto sobre todos ellos.
De todas formas, dichas diferencias no eran tan marcadas como en tiempos anteriores, debido, entre otras causas, al nacimiento del discutido concepto de las posibilidades económicas.
Como consecuencia se observa que no sólo acceden a la Universidad lo nobles con respaldo de título sino también aquellos “nuevos ricos” con título de compra, y que la burguesía intermedia entre la nobleza y el estado llano da un fuerte impulso hacia adelante dentro de su entorno social.
Viven todos inmersos en una España más próspera en relación con el siglo anterior. Sin embargo, en el aspecto práctico cotidiano, los ingresos de cada cual siguen estando de acuerdo con el poder económico del puesto social ocupado. De todas formas, la prosperidad apuntada, se nota más en el escalón más bajo, donde ya no se encuentra miseria aunque si estrechez.
En este esquema, al margen de los aspectos económicos, las creencias tradicionales siguieron vigentes: el respeto a la monarquía (la figura del Rey era la representación del ser y sentir español), a la Iglesia y a las antiguas tradiciones y costumbres. Vigencia que no tenía el carácter tan radical, sobre todo en los estamentos más altos, de comienzos de siglo, sobre todo en lo que se refiere a la Iglesia y las viejas costumbres.
La cultura de algunos hizo sus mentes permeables a las ideas europeas del momento y, como consecuencia, nació, normalmente en las clases más elevadas, el estereotipo del “afrancesado” con su escepticismo religioso, la huida de lo tradicional,…, mientras que el pueblo llano siguió inamovible y mirando con desprecio a las innovaciones venidas del extranjero.
Vivían también dentro del quehacer de la monarquía borbónica, conociendo, por tanto, los resultados del trabajo y desvelos de Carlos III por Burgos (4 de mayo de 1786: fundación de la Academia del Consulado, 12 de junio de 1787: carretera de Burgos a Vitoria, 5 de mayo de 1788: nace a la vida el paseo del Espolón,…), la inestable política de Carlos IV y de su hijo, el futuro Fernando VII.
Siendo nuestros guerrilleros unos críos, se redactaron los Decretos por los que el trabajo no hacía perder la hidalguía y los señores tenían prohibido expulsar al arrendatario de sus tierras, se desarrolló la reforma agraria entre 1785 y 1789, la reforma social y la libertad de comercio de 1770 a 1782,… En sus días nació la bandera roja y gualda (1785, para la Marina española), la Marcha Real,…, y será de notar el crecimiento demográfico. En resumen, una España de muchas transformaciones.
Asimismo fueron espectadores de la aparición de diferentes grupos ideológicos: conservadores, tradicionales, cristianos ilustrados, revolucionarios extranjerizantes, separados por sus diferentes posturas ante la infiltración e importación de ideas, pero unidos luego ante la presión del francés.
Burgos no permaneció ajeno a tales cambios e inició un lento despegue dentro del contexto de la naciente prosperidad nacional. De todas formas, nada fue espectacular y la guerra contra los franceses congeló todo intento de desarrollo dejándolo para el futuro.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

NAVIDADES CON SABOR TROPICAL


NAVIDADES CON SABOR TROPICAL

(Artículo en Burgense DB)

Fernando Pinto Cebrián


Si no fuera por los anuncios de la televisión y de la radio, comerciales por supuesto, por la música y los adornos navideños en algunos centros comerciales y en algunas tiendas, no en exceso, y otros en las calles, nadie, por clima (primaveral) y actitud general (orientada más hacia el verano que se aproxima), acreditaría que los brasileños están acercándose las fiestas de “Natal” (Navidad).
Fiestas que, con menos carácter familiar aparente y continuidad de ambiente que aquellas de corte europeo, se ciñen como tales a los días “feriados” (festivos) de Nochebuena, Navidad y Nochevieja, olvidándose, en general, de la de Reyes (aquella de Epifanía).
Así no hay una unidad secuencial, salvo excepciones, respecto al nacimiento del “Menino” (Niño) Dios. Falta que permite que algunos brasileños digan “ja nao se fazem mais Natais como antigamente” (ya no son las Navidades como antes).
El “Papai” (Papá) Noel, que “aparece” públicamente a primeros de Diciembre (aunque se le anuncia con antelación consumista) para “abrir” la Navidad, es entonces la figura principal de tales festividades.
Acompañado de los clásicos renos, de gnomos y de hadas en mágico cortejo y con una gran carga de regalos, se muestra al público pintado, recreado en muñecos, o en vivo, en todos aquellos lugares donde se busca combinar con habilidad el tradicional sentimiento de esas fechas con la inducción al consumismo.
Figura que, aunque por importación haya sido inicialmente rodeada de bellos paisajes nórdicos llenos de nieve, abetos,…, Brasil tardó relativamente poco en romper aquel ambiente tradicional y adaptarla a su realidad física y mental, dotándola de ropas veraniegas, paisajes playeros, palmeras,… (en algunas regiones brasileñas, en época de lluvias, habría que añadir chubasquero y paraguas).
Figura que, y esto era de esperar en un país donde la mujer tiene una gran presencia vital, es acompañada (asunto no general) por su oponente: “Mamai” (Mamá) Noel, en ocasiones bastante sugerente y comprometedora en ciertas representaciones.
A pesar de todo y aunque en minoría, también podemos encontrar el “Presepio” (Pesebre) del Portal de Belén, ya sea por tradición cristiana o por puro motivo ornamental, pero, lamentablemente para el oído acostumbrado, aislado de los villancicos a nuestro estilo (son desconocidos como tales).
Así las cosas, con tal contraste visual-ambiental, no resulta fácil al extranjero recuperar “in situ” aquel hechizo especial de la Navidad, vivido y sentido desde pequeño.
Sin embargo, y fuera de toda crítica nacida de cualquier absurda comparación, las Navidades con sabor tropical no dejan de ser por ello Navidades.
Además, valga la experiencia para recordarnos que el “clima” navideño ha de estar siempre en nosotros por encima del circunstancial que nos rodea.

¡Feliz Navidad! Para todos mis amigos residentes en Brasil y por extensión a todos los brasileños.

lunes, 12 de noviembre de 2007

SOBRE SABIDILLOS, SABIDOS, SABIONDOS, SABELOTODOS, ENTERADOS, ENTENDIDOS, CONOCEDORES, ESPECIALISTAS, EXPERTOS, DOCTOS Y SABIOS

SOBRE SABIDILLOS, SABIDOS, SABIONDOS, SABELOTODOS, ENTERADOS, ENTENDIDOS, CONOCEDORES, ESPECIALISTAS, EXPERTOS, DOCTOS Y SABIOS

(Puntualizaciones críticas en relación con la información y el terrorismo)

Fernando Pinto Cebrián


No hace falta apuntar que para hablar de algo con rigor y credibilidad se precisa estar previamente bien informado del asunto con datos fiables y contrastados.
Asimismo no hace falta decir que en un mundo como el actual, en el que la información (y la posible desinformación) sobre cualquier tema surge y fluye a cada segundo a gran velocidad, las opiniones de “sabidos”, “sabidillos”, “sabelotodos”, “enterados”, “entendidos”, y etcétera hasta “doctos” y “sabios” (a estos los dejaremos fuera por la dificultad en encontrarlos), desde posiciones múltiples (inocentes, manipuladas, intoxicadas,…), están a la orden del día formando parte del general y ya necesario caos informativo.
Tampoco hace falta apuntar que, aunque todos ellos tengan derecho incuestionable a opinar, los receptores de sus voces, desde el nivel de sus conocimientos y sin caer en el relativismo, también tienen el derecho a eludir aquellas opiniones que les parezcan débiles y/o inoportunas.
Por otra parte, si bien todos los apelativos apuntados tienen alguna relación sinónima o puntos en común en cuanto al nivel de conocimiento y aplicación de una materia determinada, hemos de considerar que hay diferencias notables en cuanto al grado y modo de acercamiento, de estudio y de análisis, a la información y a su empleo práctico, tanto en el tiempo como en el espacio
En resumen, unos saben más (estudian y analizan más desde una base intelectual más o menos fuerte) y otros menos (estudian y analizan menos, en ocasiones sólo pasan por una lectura rápida).
No hace falta ninguna consideración más al respecto: el “sabidillo” sabe menos que el “sabio”, el “especialista” se aplica menos que el “experto”, etc. Y esto ocurre en todos los campos del conocimiento humano.
Además, por desgracia, según el momento, no dejan de aparecer “falsos profetas”, oportunistas de la opinión (políticos, académicos,…, y asimilados) que con el tiempo, sin mas experiencia que la obtenida “copiando y recortando” aquí y allá, se alzan con la “voz cantante” (una de entre otras) en algunos temas concretos.
Cierto es que, en los niveles más serios, hay “especialistas”, “expertos” “doctos” y “sabios” de verdad, sin embargo hay que saber distinguirlos bien de los “falsos y sus falsetes”, tanto en su beneficio como en el nuestro.

***

Si lo expuesto lo dirigimos al caso particular del terrorismo, nacional e internacional, la necesidad de puntualizaciones se acentúa.
Y ello, en primer lugar, en atención a que la opinión del “sabidillo”, del “sabido”, del “sabelotodo”, del “enterado”, e incluso la del “entendido” y del “conocedor”, aunque en algún momento (raro) pueda ser tenida en cuenta por la suerte de un acierto, en general no “mueve molino” en cuanto a la acción informativa y ejecutiva contra del terrorismo (la realidad para la resolución del problema).
Es más, en algún caso, según el nivel de “prestigio” del opinante, se pueden originar, si no se toman medidas a tiempo en la dirección de la lucha contra el terrorismo, falsas concepciones, bulos, intoxicaciones,..., que pudieran hacer daño a las líneas de acción correctas.
Si en asuntos de terrorismo el conocimiento histórico-geográfico, temporal y espacial del fenómeno, es necesario como base para el alcance lo más correcto posible de las situaciones actuales, es de necesidad reconocer la importancia de ciertos, “especialistas” y “expertos” TEÓRICOS en tales asuntos.
Es así en tanto que, apoyándose en informaciones rigurosas ya asentadas, permiten la búsqueda de “modelos” útiles por y para los auténticos “especialistas” o “expertos”, los TEÓRICO-PRÁCTICOS en el tema, para su empleo en el presente.
“Especialistas” o “expertos” TEÓRICOS del proceso terrorista que, por dependientes de la fiabilidad de lo ya escrito (fuentes bibliográficas y /o documentales en su caso), han de tener mucho cuidado al hablar ex cátedra en conferencias, seminarios, cursos, debates y entrevistas en m.c.s, ya que, muchos de ellos, no han visto más que un terrorista en foto, han conocido sus ideas a través de periódicos y de textos de otros “expertos” también teóricos, poco alcanzan de su religión, nada en muchos casos de su lengua, no han conocido en tiempo y forma, salvo excepciones, su país, y un largo etcétera.
Este tipo de “especialistas” o de “expertos”, saben generalmente más que los oyentes pero no se pueden valer de su desconocimiento para “colocar” ideas de dudosa valía.
Pueden haber empleado “toda una vida” al estudio del fenómeno terrorista y aportado su “docta” opinión al respecto, pero no por ello pasan de ser “especialistas” o “expertos” de sus Teorías o Filosofías, es decir del estudio y análisis de su origen, de la complejidad de sus causas y de los principios generales, muy generales, de su aplicación ejecutiva (las acciones terroristas).
Algo ciertamente muy importante para entender el armazón del problema terrorista pero no decisivo para acabar con el mismo.
Ello por cuanto los TEÓRICOS siempre están “cojos” en cuanto a información (inmediata, veraz y contrastada) del tema ya que no son partícipes directos (si no han sido integrados en ella) de la lucha contra el terrorismo y por lo tanto no son “adquisidores” de información, ni creadores de “inteligencia” cumpliendo misiones y objetivos marcados por el interés nacional.
Y, por tanto, algunos (recalcando la cantidad) deberían ser muy conscientes, con humildad, de sus limitaciones, que deberían incluso manifestar abiertamente, en lugar de situarse en la soberbia y la prepotencia intelectual, y dejar el puesto a los realmente “especialistas” y “expertos”, los TEÓRICO-PRÁCTICOS.
Aquellos que forman parte de los grupos que diariamente, durante toda una vida, trabajan el tema para combatirlo y erradicarlo, aquellos que sin aparecer en los m.c.s, por razones obvias de seguridad, como sólo lo hacen los TEÓRICOS, incluso aportan datos (se entiende que oficialmente) a alguno de éstos para el mejor avance de su “trabajo”.
Ambos son en algún momento complementarios, pero pensemos, si los segundos, con todo su conocimiento, no terminan, de momento, con el problema aunque lo minimicen, ¿qué posibilidades tienen los primeros con sólo sus lecturas y análisis académicos?

viernes, 9 de noviembre de 2007

INTRODUCCIÓN A "LOS CONFLICTOS BÉLICOS Y EL FENÓMENO URBANO (EL "FACTOR MILITAR")"



INTRODUCCIÓN A “LOS CONFLICTOS BÉLICOS Y EL FENÓMENO URBANO (EL “FACTOR MILITAR”)

Fernando Pinto Cebrián


Ya es aceptado unánimemente que el espacio urbano, y aquel circundante bajo su influencia, constituyen parte del espacio geográfico global o total.
Que tal espacio es un “accidente artificial” (fragmento del “paisaje” geográfico cultural), humano (se habla de “humanización” del paisaje), con dinámica de vida propia y ajustada, en cuanto posible, a sus habitantes dentro de un juego de necesidades y posibilidades. Expresión visible, como nos dice F. Ratzel, de la actividad de los grupos humanos (“organismos que crecen y se multiplican tendiendo a expandirse…”), puesto que con dicha actividad se transforma la fisonomía de los lugares a través de todo tipo de obras materiales, entre ellas las propias de las poblaciones.
El hombre se presenta así como “agente “geográfico.
En ese camino hacia la “emancipación” del hombre de las condiciones físicas por medio de las sucesivas adaptaciones del hábitat (aunque “inconscientemente se crean otras nuevas dependencias y nacen así sucesivas acomodaciones), son varios los “factores” que se suelen citar, con diferente orden de prioridad (en ocasiones real y en otras subjetivado por interpretaciones actuales), como impulsores de los orígenes o de las modificaciones de las diferentes realidades urbanas: factores religiosos, “militares”, políticos, económicos, sociales…; ninguno de ellos generalmente aislado (puede “faltar” alguno, pero el resto siempre se manifiesta, en mayor o menor grado en interrelación).
Atendiendo a la existencia analítica de esos factores, en el presente trabajo se abordará individualmente, pero sin perder lógicamente de vista la influencia de sus posibles contactos con los otros, el “factor militar”, uno de los más olvidados y menos estudiados en profundidad por la generalidad de los geógrafos.
“Factor militar” que ligará también, de alguna manera, a la ciudad con el territorio que la rodea (nos será válido entonces el término de “aglomeraciones” urbanas: “conjunto formado por un centro urbano principal y las unidades urbanas adyacentes dependientes de él”), además del utilizado como soporte de la misma, y que también interviene en las relaciones entre ciudades.
Fuera de esta línea, en parte, es preciso acudir a algunas Geografías “Militares” para encontrar que, de forma general o particular según los casos, se habla de las ciudades en cuanto a su valor e importancia militar por determinadas facetas prioritarias: políticas, económicas, tácticas, estratégicas, logísticas…; comentarios, estudios…, que, posteriormente, son relacionados con un concreto grado de aplicación de fuerzas para su control, defensa o ataque.
Por otro lado, también es preciso tener en cuenta que el contenido y la interpretación del título “factor militar”, en relación con el origen y evolución de las ciudades y aglomeraciones, tiene, lógicamente, diferente sentido a través de los tiempos. Diferencias provocadas porque las causas origen: enemigo interno o externo, y los efectos: destrucciones parciales o totales, rendiciones por ocupación, sometimiento…, son en cada tiempo diferentes por motivos obvios: distintas concepciones en cuanto a la medida del espacio y del tiempo, a la tecnología aplicada a la construcción militar, a las armas… Así, se iniciará un camino que nace de la intuición primigenia, con la simple procura de la seguridad física (defensa tanto de los humano como de lo animal), donde lo “militar” organizado no estaba ni siquiera esbozado, que pasará luego por la defensa ya estudiada (ante un ataque también militarmente estudiado), y que llegará finalmente a las concepciones actuales en generalización, ya empleadas o consecuencia de los últimos conflictos imaginando los futuros.
Concepciones que tratan siempre de impedir la destrucción física (o su derrumbe moral en otros casos) de la ciudad o aglomeración mediante la figura de “ciudad abierta”, o que buscan la seguridad del elemento humano mediante la construcción de refugios de todo tipo, el desarrollo de procesos de evacuación, etc.
Se hablará, pues, de acuerdo con lo expresado, dentro de la relación entre vulnerabilidad y seguridad interna y externa de las ciudades y aglomeraciones (posibilidades de ataque y necesidades de defensa), bajo nombres definidos en concreto dentro de los conflictos bélicos de carácter eminentemente militar (en diferentes ambientes: convencional, nuclear, regular, irregular…).
Siempre considerando a las ciudades y aglomeraciones como parte integrante del campo de batalla (real o potencial), “soporte” geográfico de la guerra, o como campo de batalla en sí mismas.
Aspectos que provocaron, y provocarán aún, formas especiales de control, ataque o defensa recogidas como tales en las doctrinas militares de muchos países: “Casos particulares de la batalla: combate en localidades”, “Operaciones en áreas edificadas”…, aspectos que, a su vez, ya influyeron e influyen ahora de alguna manera, directa o indirectamente, sobre las estructuras urbanas (los restos históricos en ellas, dentro de la arquitectura “militar”, o su influencia en la civil, son abundantes ejemplos).
Influencias que nos deberían empujar a sentir la necesidad de un conocimiento y de una interpretación cada vez más correcta y completa de la información geográfica y cartográfica, de todos los tipos, sobre las ciudades y aglomeraciones, dentro de los ámbitos de la Defensa y Fuerzas Armadas (FAS), ante la posibilidad de conflictos de cualquier clase, dentro o fuera de ellas, y la consideración de un crecimiento cada vez mayor de la urbanización de las zonas rurales y ya desorbitado de algunas ciudades actuales (crecimiento en progresión geométrica, con intervención de la teoría combinatoria jugando con los factores ya señalados, y no aritmética). Crecimiento que fuerza ineludiblemente, a que el campo de batalla hasta ahora “habitual” tenga cada vez más en presencia una parte urbana importante en relación con el espacio denominado rural (fenómeno de crecimiento que ya fue definido por Toynbee como la “guerra” de las ciudades contra el ambiente rural).
En este sentido se afirma que dentro de aproximadamente unos 103 años, hacia el 2110, el tamaño del volumen urbano será previsiblemente el doble del actual, unos 10.500 millones de personas (algunos analistas son menos pesimistas hablando de “involución” demográfica en atención a un posible descenso de la natalidad al compás del desarrollo-progreso). De todas formas, aunque halla que contar, con el crecimiento aludido, y, por lo tanto, con la aparición de nuevas ciudades, la ampliación de las ya existentes, la urbanización del campo con aumento del tamaño de las localidades actuales y la aparición de nuevas localidades rurales, teóricamente no será igual en todas las partes del mundo (América: SW y E, África, Asia: SW y E, y URSS, según algunos analistas de finales del XX, serán los países que presentarán un mayor crecimiento).
Por eso, ante tales cambios, se hace urgente pensar sobre las ciudades y aglomeraciones y los conflictos bélicos desde atrás en el tiempo hasta hoy para intentar vislumbrar e imaginar el futuro (evitando quedar detenidos en el tiempo mental actual), e intentar también detectar cual será el concepto urbano en ese tiempo y su relación con el “factor militar” que le corresponda, al objeto de tratar de evitar, y si no es posible al menos minimizar, los resultados-efectos de cualquier tipo de los segundos sobre los primeros.
Lógicamente, para entender bien ese “factor militar” al que nos referimos (algo más concreto en el cuadro), nos será necesario recorrer la Historia, en la medida de lo posible, muy esquemáticamente atendiendo a las limitaciones inherentes a los objetivos de este trabajo, tratando de determinar algunos aspectos del contenido propio de dicho “factor” en cada época (para algunos hoy, “geofactor”, al comenzar a afectar ya, genéricamente, a todo el planeta), así como su evolución o aspectos de permanencia.
Asimismo se ha de tener en cuenta que, siendo muchas las definiciones existentes sobre lo que es una ciudad y una aglomeración al relacionar dentro de ellas diferentes parámetros: espacio, tiempo, número de habitantes, sentimiento común, funciones…, en ocasiones en dirección única según caminos intelectuales subjetivos, y que podemos confundir, con esquemas simplistas, el objetivo buscado, no se plantearán aquí las mismas, ya que, generalmente, poco sirven para la búsqueda de las razones del origen y de la evolución de las ciudades y las aglomeraciones, y en especial, para determinar el grado de incidencia del “factor militar” en tal comienzo y posterior desarrollo.
Por último, resaltamos que el “factor militar” a que aquí nos referimos no debe confundirse con aquél del mismo nombre dentro de un Estudio Geográfico “Militar”, relacionado éste con la “definición” de las FAS (Tierra , Mar y Aire) de un posible enemigo potencial, sus capacidades y sus vulnerabilidades…
Nuestro “factor militar” está fuera, en cierta medida, de aquellos aspectos no militares, cualesquiera que fueran, que influyeron en la constitución de una ciudad, la construcción de alguna de sus partes, en sus modificaciones… o que influyeron en la aglomeración de la que forma parte, en su caso. Trata de estar ligado más a aquellos otros que, sin olvidar la Historia, orientan los análisis hacia una Geografía Humana-Urbana “Militar” (una especie de análisis funcional: “función militar” de las ciudades y/o función de las ciudades dentro de lo militar) y que nos hará pensar sobre la necesidad, como ya se advirtió, de una mayor profundidad, en la actualidad, en tales estudios, o bien de precisar si haría falta una Geografía Urbana “Militar” aislada o dependiente de los estudios ya conocidos de Geografía “Militar”.