domingo, 24 de agosto de 2008

"Dioses Falsos" (Reflexionando)


“DIOSES FALSOS”

(Reflexionando)

Fernando Pinto Cebrián


Sí, “dioses falsos”.
Existen.
Los podemos encontrar por doquier, en todos los espacios y ambientes.
¿Quién no ha conocido alguna vez a algún “endiosado”?
¿Y quien no se ha “endiosado” en algún momento?
Unas veces son sólo individuos sin más proyección que la que alcanzan sus relaciones, otras grupos de “dioses”, de presión, entidades, y hasta instituciones.
No todos se afirman como “dioses”, pero si, en general, como “líderes”.
Y pueden llegar a ser peligrosos si no se les detecta a tiempo.
Y lo son por su afición malsana a la manipulación desde una posición, que no se corresponde con su realidad, de aparente o de manifiesto poder.
Ganan nuestra confianza, confunden con tintes de sabiduría nuestro entender, minan nuestros conocimientos y nos llevan a conclusiones que sólo a ellos o a su grupo de “deidades” les interesa.
Y encima, muchas veces desde una inconsciencia que nos ha sido preparada, les damos incondicionalmente nuestro apoyo.
Son creadores de estereotipos, vendedores de ideas que, “madre” o “base” de sus interesados planteamientos, introducen en la mente de aquellos que los “deifican”.
Son aquellos (o aquellas) que han creado especies tales, mentiras universales, tan afirmadas en algunos, que formando parte de la sustancia gris de la sociedad, hace difícil cualquier cambio fuera de su imaginación.
Aquellos que nos convencen de que nada puede cambiar porque las cosas son así, tal y como ellos las dictan o que es mejor cambiar, como ellos digan, para que nada cambie.
Aquellos que nos engañan con falsas proyecciones en nuestro trabajo mientras por la espalda nos aplican un “mobbing” de manual.
Aquellos que apartan las voces de la experiencia alegando la necesidad de la frescura de la juventud (en principio más fácil de manipular).
Aquellos que nos hablan desde unos “principios” que nunca explican.
Aquellos que dictan reglas morales desde su amoralidad.
Aquellos que creen que sus ideas y las de su grupo, el que fuera, son las únicas viables, considerando las de los demás equivocadas.
Aquellos que desde una aparente naturalidad nos “venden la moto” por un voto.
Aquellos que afirman que la política es el “arte de lo posible” pero sin contar con la sociedad.
Aquellos que afirmados en la unilateralidad aplican siempre la justicia a su favor.
Aquellos que hablan de tolerancia desde su intolerancia.
Aquellos que se ríen de la tolerancia de los otros.
Aquellos que nos venden al otro, el que sea, olvidando su propia “otredad”, como enemigo a batir.
Aquellos que siempre critican a los demás y no agradecen ser criticados (ni siquiera saben de autocríticas).
Aquellos que atizan a propósito el rencor antes que la reconciliación desde el justo y pactado “olvido” desde las partes.
Aquellos que gastan las riquezas nacionales y el dinero de los demás engañando con “chorradas” que no resuelven problemas.
Aquellos que despilfarran y saquean las arcas que controlan, exigen regalos de lujo, y lo justifican con razones espúrias desde su intocable “deidad”.
Aquellos que hablan del hambre y demás carencias en el mundo y luego se atiborran de irresoluciones.
Aquellos que nos venden la inmigración como un peligro nacional.
Aquellos que plantean falsas lealtades raciales y/o religiosas desde una falsa superioridad y no creen en las posibles “alianzas de civilizaciones”.
Aquellos que aparentando comprender las diferencias sociales de todo tipo avivan el fuego de la división.
Aquellos que permanecen agazapados para asaltarnos con dudas en nuestras decisiones y llevarnos a sus “irreductibles” posiciones.
Aquellos que discuten la violencia de género desde impresentables posiciones machistas enmascaradas.
Aquellos que encuentran la solución a la violencia sólo con la destrucción dejando de lado las posibilidades que, con oportunidad, abre la palabra.
Aquellos que prefieren siempre la revolución a la evolución, pudiendo contar con las dos.
Aquellos que manipulan la globalización.
Aquellos que hablan de inexistencia de la crisis ambiental y de exageración en las medidas a aplicar como corrección.
Aquellos que nos vuelven a asustar con el renacer de la “guerra fría” (que nunca dejó de estar presente) apartándonos conscientemente del conocimiento de la existencia de un número cada vez mayor de pequeñas guerras olvidadas (nunca lo son para quienes las sufren).
Aquellos que no quieren borrar los “paisajes” que crean las guerras para seguir manipulando la paz.
Aquellos que presentan interesadamente la paz como una utopía.
Aquellos que tratan de manipular y controlar la sociedad, incluso la global, con la falta de información y la exageración de los peligros que nos aquejan.
Aquellos que, en suma, no recuerdan (ni saben seguramente) nada de la historia o creen en su final, estando condenados a repetirla arrastrando, desde su falsa “deidad”, a sus “fieles”.
Aquellos que nos empujan a “endiosarnos” en nuestras posiciones en su contra.
Aquellos que… (Lógicamente, cada lector puede añadir o suprimir los que quiera)

Y no está mal, porque sin ellos, con sus errores y aciertos, que también los tienen, no existiría la sinergia acción-reacción (esta última, como oposición, tampoco escapa a los “endiosamientos”) y, como consecuencia, no se podría avanzar en la vida.
Sin embargo resulta muy conveniente no creer a “pies juntillas” en todos los “dioses falsos” que seamos capaces de identificar.
¡Ojo con ellos!, sobre todo con aquellos que patológicamente quieren coartar nuestra libertad, impedirnos razonar e incluso soñar.