miércoles, 4 de enero de 2012

ÉXITOS Y FRACASOS DE LA OBVIEDAD

Fernando Pinto Cebrián

En la actualidad, muchos pensadores creen que para dar claridad a las ideas de cualquier tipo ya no se necesita que vayan acompañadas de una exposición convincente, sino lo más simple posible.

Y ello porque se concibe (y así se enseña) que al “escuchante” sólo hay que darle lo esencial dentro de lo general, nada de detalles, de datos considerados innecesarios y que únicamente sirven para complicar su conocimiento.

Es decir, ponerle delante de los ojos lo obvio, lo que todo el mundo puede entender.

Lo que tiene parte de bueno pero también parte de malo.

De esa forma, lo obvio, aquello que está al alcance de todo el mundo, impera hoy en la difusión de cualquier información…

Pero no hay que olvidar que cada concepto, cada idea o conjunto de ellas, aun dentro de la simplicidad, siempre requiere su mayor o menor extensión de explicación, algo que puede entrar dentro de lo esquemático, de lo resumido, pero fuera de toda obviedad.

Veamos.

“A” ha fracasado en su gestión de forma tangible y su fracaso es obvio.

Sus explicaciones aparentemente precisas tratan de describir lo ocurrido con un montón de obviedades, entre otras las referentes al ambiente negativo en el que se ha desarrollado su actividad influyendo en sus decisiones, siempre acertadas por supuesto; referentes también a la falta de apoyo (no se apunta la falta de competencia por parte) de quienes consideraba afines; y también las referentes a la falta de comprensión (como si esta fuera obligatoria) de sus enemigos…

Pero, qué hay de la información en detalle de cada decisión: razones concretas, momento, alcance esperado, correcciones efectuadas, etc.; ¿qué hay de de lo concreto en extenso?...

Nada.

Así es fácil fracasar en el intento de avanzar, y obviamente “A” lo hace.

Por otro lado “B” opone a las obviedades de “A”, otras, las contrarias.

Dice lo opuesto a lo que “A” decía: haré lo que “A” no ha hecho, no caeré en sus errores, comprenderé su postura aunque no la comparta, avanzaré en la dirección correcta (la de “A” era la equivocada),...

Y sin decir nada concreto, tal cual “A”, “B” triunfa porque la gente desea oír un discurso, obviamente diferente en la esperanza de un cambio a mejor…

Lo obvio era que “B” se opusiera a “A” y que “A” lo vuelva a hacer luego con “B” y que así se siga en continuidad…

Pero la realidad no es tan simple, lo sabemos todos. Hay más, mucho más rodeando a las obviedades de uno y otro lado...

Razón por lo que siempre es necesario que tanto “A”, como “B”, o como “C”,…, tras las obviedades de rigor se expliquen con más detalle...

Y también, junto a esas explicaciones, hablar menos y hacer más, mucho más, para salir del círculo vicioso de las obviedades acostumbradas: éxito-fracaso-éxito-fracaso…, traducido, aunque se respeten algunos avances, en una “marcha adelante-atrás” cansina, costosa y, en ocasiones, insoportable.