martes, 23 de septiembre de 2008

POLÍTICA Y TERRORISMO ("menos ruido y más nueces")


POLÍTICA Y TERRORISMO

(“menos ruido y más nueces”)

Fernando Pinto Cebrián


Dejemos a un lado las posibles causas políticas, reales o creadas, por así llamarlas, del terrorismo, de su visión política, por así llamarla, desde sus intransigentes posiciones, de la manipulación de grupos afines para su participación en la acción política, si así la llamamos, como complemento a la violencia,…
Esa, en su conjunto, es, en su caso, otra política.

Aquí y ahora, la breve reflexión que exponemos alcanza sólo a la POLÍTICA, aquella referente a las actividades de un Estado y su Gobierno, y a las propias de los diferentes grupos políticos en un sistema democrático sin abusos de poder.
Y más en concreto, a aquella que, desde el lado contrario, desde el terreno antiterrorista o contraterrorista, se enfrenta al terrorismo, en algunos casos cronificado, buscando dar la respuesta más adecuada a su violencia.

Pero lo simple se hace complejo cuando consideramos que un Gobierno está constituido por políticos, en ocasiones de diferente ideología aunque alguna predomine.
Un Gobierno que cuenta con unos apoyos, puntuales o no, que ha de estar atento a una oposición más o menos virulenta dependiendo de la ocasión, y vigilante a la posible aproximación interesada a la vida política de grupos afines a los terroristas.

Así, acercándonos a la realidad, variable según países, regiones y localidades, nos encontramos con multiplicidad de políticos diferentes, más o menos unidos o desunidos ante las múltiples interpretaciones y aplicaciones de la POLÍTICA.
Y así se puntualiza la POLÍTICA del momento.
Una POLÍTICA conformada por varias políticas.
Una POLÍTICA que busca el consenso y la unidad de acción en cuanto posible para seguir la dirección que el Gobierno de turno considera acertada en la creencia de que la sociedad se lo demanda.
Una POLÍTICA conformada por aciertos y errores, al compás de acuerdos y desacuerdos políticos, del logro o del fracaso en la búsqueda de soluciones a los problemas de la sociedad.

Muchos Gobiernos saben lo difícil que ha sido en ocasiones consensuar la unidad política contra el terrorismo y que tal cuestión haya alcanzado la consideración de “problema de Estado”.
Y saben también de las dificultades, una vez logrado tal acuerdo, de su mantenimiento por encima de los intereses y objetivos políticos partidarios, los suyos y aquellos de los demás.
Y traslademos lo nacional al terreno internacional, donde también hubo y hay dificultades de entendimiento.

¿Porqué las decisiones al respecto no se toman de común acuerdo (que no debería ser difícil) entre todos los partidos y no sólo por unos pocos?
Si la dirección corresponde al Gobierno ¿Porqué algunos sólo apoyan si se hace únicamente lo que ellos plantean?
Las fallas de memoria, con la mezquindad política propia del que olvida, resultan en muchas ocasiones más que evidentes.
El “papel mojado” circula en múltiples direcciones políticas.
Y entonces la sociedad que creía en los políticos, aquellos en cuyas manos habían colocado la resolución del problema se resiente.

La impotencia y la desconfianza hacen su aparición.
Y sólo el aumento de los daños terroristas, el aumento del número de las victimas, parece reconducir momentáneamente la situación.
Lamentablemente, sólo así, por un corto periodo de tiempo, reaparece el necesitado consenso.

Ya “llueve sobre mojado”.
Las repulsas y los gestos condenatorios de cualquier tipo…, aún siendo necesarios como señal de identidad y de unidad, ante las actitudes anteriores y posteriores de algunos políticos y sus partidarios, resultan huecos, vacíos, palabrería vana,…
Ante la sociedad, por su repetición propagandística, la falta de acuerdo, las críticas y acusaciones mutuas, parecen falsos, sin fuerza para ayudar a la resolución del problema…
Y llegan a cansar…
Y no digamos nada si la prensa, olvidando que el terrorismo es “problema de Estado” acentúa la tensión política y social a cada momento.
Menos mal que la eficacia de los cuerpos y fuerzas empleados en la lucha contra el terrorismo, a pesar de algunos intentos de manipulación partidaria, de algunos desconciertos provocados…, apuntan generalmente en la dirección correcta.

¿Soluciones?
Hay que ser optimista, ¡todo se arregla!
Inicialmente sería bueno plantear una POLÍTICA contra el terrorismo en la que creamos todos.
Y si hay disensiones (que no faltarán), ¡por favor!, hacerlas en privado.
¡Basta de utilizar el problema como “arma arrojadiza en el debate político”!
¡Basta de batallas políticas que sólo benefician a los terroristas en sus planteamientos de división!

En resumen: "menos ruido y más nueces".