viernes, 29 de abril de 2011

SOBRE EL PESO DEL ORIGEN DE LAS "CRISIS DE LOS PAÍSES ÁRABES"...

Fernando Pinto Cebrián

En la lógica de la información, ahora se habla de la situación de cada país en crisis y parecen entrar en el olvido las cavilaciones sobre su origen.

Analizar todas las hipótesis mientras se busca la realidad del mismo es importante por cuanto alguna de aquellas ha de influir en las consecuencias finales.

Se ha considerado que la misma ha sido espontánea, sin dirección inicial, que ha sido motivada por el hambre y la pobreza, la sujeción a gobiernos despóticos y apoyada por el uso de diferentes comunicaciones vía Internet,…

Tal vez parte de lo apuntado está junto al fondo de la cuestión pero también hay que tener en cuenta que los países en crisis son musulmanes.
Asunto éste que Occidente parece minimizar en sus análisis como tratando de ocultar su temor a que al final aparezcan con fuerza algunos radicalismos islámicos autóctonos o internacionales.

Pocos analistas consideran que sus ciudadanos, como musulmanes, definen su país como parte integrada en dar al-Islam (la “morada de Dios” en el mundo) y que por ello sus gobernantes han de ejercer su dirección de manera legítima y justa, de forma que cuando no actúan de acuerdo con lo preconizado, transformados en fuerzas del mal cara al pueblo al que oprimen, se puede provocar legítimamente su derrocamiento al ser excluidos por impiedad (takfir) justificándose entonces la oposición, la violencia, la revolución armada y la guerra contra él y sus seguidores.
En ese momento, aquel dar al-islam se transforma hasta su reposición por un yihad “bueno” y necesario en dar al-harb (la “morada de la guerra”).
Un yihad, considerado legítimo, que no necesariamente ha de estar relacionado o supeditado al yihad militante, terrorista, nacional o global.

Por otro lado algunos analistas occidentales, ante la petición de los opositores de democracia, aunque hagan cábalas sobre el tiempo que costará su asentamiento, olvidan que la misma en principio no dejará de ser islámica y por lo tanto no laica, occidentalizada y moderna.

En todo caso se ha de tener en cuenta que la gente no se “convierte” a la democracia de corte occidental de la noche a la mañana y más cuando en esos países durante mucho tiempo se ha estado (y se está) en contra de la colonización y la dependencia “imperialista” de Occidente con sus intentos reiterados de modificación de su cultura tradicional y de secularización de la sociedad, de ahí la desconfianza hacia lo proveniente de fuera a pesar de la petición de apoyos a occidente cuando el poder cuestionado se resiste al cambio o al abandono.

Ya veremos…
De todas formas, para “ver” bien, en los análisis hay tener en cuenta, amén de la realidad de cada momento, el peso de las consideraciones citadas aquí (de forma muy sintética eludiendo su complejidad), avaladas por hechos violentos y bélicos anteriores (antecedentes), para no dejarnos llevar de ingenuidades o de espejismos.