Fernando Pinto Cebrián
Por desgracia
son muchos los países, democráticos o no tanto, cuyo poder político mantiene
activa la relación apuntada.
Básicamente en
todos ellos están presentes una serie de consideraciones que constituyen el
esquema básico, teórico, de actuación
contraterrorista. Veamos:
· Cualquier
política, sea cual fuere su ´color´ ideológico está, o debe estar, en contra de
todo tipo de terrorismo, venga de donde venga.
·
La
lucha contra el terrorismo ha de ser un ´problema de estado´ a resolver por
todos.
·
La
sociedad se ha de ver implicada con sus apoyos a esa lucha.
· Con
esa idea inicial, oyendo a los expertos en la materia (inteligencia, grupos
operativos, etc.), y teniendo en cuenta la anterior y sus resultados, si estuviera
definida, la política en el poder de turno marca los objetivos de la política
contraterrorista (básicamente: el aislamiento social de los terroristas, impedir
sus acciones, su detención, aplicación
de la justicia y desaparición del grupo).
· Política
antiterrorista que ha de estar ajustada a la legalidad con desautorización y
corrección inmediata de cualquier actuación antiterrorista ilegal.
· En
apoyo de la misma deben converger, en
unidad, todos los partidos políticos.
· Dicha
política se debe mantener en el tiempo, modificándose al compás de la evolución
del terrorismo, sin atender exigencia alguna de los terroristas.
· Mantener
una dirección en la lucha estable y coherente con tal política y flexible a los
cambios de situación.
· Buscar y ampliar
en todo lo posible la cooperación internacional.
Esquema, no tan
conocido algún tiempo atrás, que se ha
ido conformando en base a aciertos y errores de actuación. Sobre este esquema
elemental puede haber más o menos añadidos, pero tales deben siempre
reforzarlo.
Tampoco esas
líneas generales se deben abandonar, en todo o en parte, por intereses espurios
para evitar posibles errores, algunos ya conocidos:
·
Empleo
del terrorismo como ´arma arrojadiza en el debate político´ proporcionando
fuerza de convicción a los terroristas, soslayando la consideración de que tal
lucha es un ´problema de estado´.
·
Dejar
de lado en la lucha contraterrorista a los partidos políticos minoritarios.
·
Situar
a la ´cabeza´ de tal lucha a un gestor político sin conocimiento del problema.
·
Peor
aún, un gestor político que no escuche a los expertos que llevan años
implicados en la lucha contra el terrorismo. Y más si, encima, se cree tan ´sabio´
como para plantear modelos de actuación de su propia cosecha.
·
A
cada cambio político, cambiar, por cuestiones políticas, la estructura
profesional antiterrorista dejando fuera a expertos con experiencia de años.
·
No
proporcionar los medios necesarios a tales expertos.
·
Hablar
en demasía en los m.c.s aportando datos que pueden poner en peligro actuaciones
contraterroristas. Hay que llegar a un acuerdo entre la ´necesidad de saber´,
la ´necesidad de informar´ y la seguridad.
·
Analizar
y difundir abiertamente, sin contrapartida clara de oposición, los comunicados
terroristas.
·
Por
interés, esconder informes o inteligencia contrastada, o darlos a conocer antes
de tiempo o cuando ya no tienen valor.
·
Permitir
que otros políticos en el poder hablen del asunto sin el conocimiento adecuado
originando contradicciones que sólo favorecen a los terroristas.
·
Aportar
datos de manera parcial de forma que algunas personas o grupos se puedan sentir
amenazados.
·
Si
se cometen fallos o ilegalidades, manipularlos para tratar de ocultarlos y no
corregirlos; y menos eludir responsabilidades.
·
Crear
expectativas falsas de actuación terrorista originando situaciones de alarma en
la sociedad o en determinados grupos sociales; lo que sólo beneficia a los
terroristas a no ser que tal ´alarma´ forme parte de una acción psicológica estudiada
en su contra.
·
Y
algunos errores más que el lector avisado puede añadir…
Errores
que generalmente se producen, cuando se producen, por un desconocimiento
profundo por parte del ´gestor´ del fenómeno terrorista y de las formas de
actuación en su contra (asunto hoy día muy complejo con el desarrollo del
terrorismo internacional), por no escuchar a los que llevan años en el asunto, o
por su particular prepotencia-vanidad política y su ansia por ´colgarse
medallas´ antes que nadie.