Fernando Pinto Cebrián
Si el pesimismo desmedido pesa
negativamente a la hora de tomar decisiones, el optimismo exacerbado también
nos encamina hacia posibles errores.
Lo que en el plano individual
tiene solución gracias a los elementos correctores que nos aportan nuestras
relaciones, en el plano colectivo se complica por cuanto en la mayoría de las
ocasiones los ´lideres` no escuchan otras opiniones que aquellas de sus ´leales´
desoyendo a la sociedad; la ideología´ manda…
Analizar y sopesar cualquier
situación considerando sólo los factores positivos, los más favorables, dejando
de lado los negativos no aporta nada bueno a la realidad que nos tocará vivir
en el futuro cuando la situación de la que se arranca evolucione.
Aún es peor que tras dicho análisis
se exponga sólo lo positivo (que por supuesto es debido a quien en ese momento
decide; lo negativo es de otros), atendiendo sólo a intereses espurios de
cualquier tipo, y se engañe a los ciudadanos necesitados de saber la realidad.
Y más si se marca un camino y un
objetivo a seguir sin indicar las razones y, al mismo tiempo, se eluden los aspectos que pudieran
frenar el alcance de una solución positiva.
Y no digamos nada si todo se
oculta dejando que la gente especule…
Es el momento en el que, en
diversos foros públicos, hacen su ´agosto´ los analistas (reales y falsos),
todos desorientados aunque no lo aparenten con sus voces altisonantes, para
llevar el ´agua a su molino´ (aquel de la ideología de la que son vasallos)…
Así, el optimismo de la
dirección (real o falso), en un plazo más o menos largo, no será tal en la sociedad sino que
se transformará, ante tal desorientación, en más pesimismo; y más si, a pesar
de algunos aparentes avances, la sociedad sigue sufriendo la incoherencia de
algunos apretones del ´buen hacer necesario´...
Y así se seguirá a pesar de tales
optimismos, con tensiones que pueden llevar a conflictos sociales, a no ser que
se logre vislumbrar la salida…
Esperemos.