INTRODUCCION
Como tal haremos aquí algunas
aclaraciones y consideraciones puntuales que nos permitan viajar, con la adecuada
comprensión, dentro de la ciencia médica y farmacéutica de la africana y
sahariana “tierra de moros”, la Trab
el-Bidán, literalmente Tierra de los Blancos, situada al Oeste del gran
Sahara (el gran desierto o la gran nada), en oposición a la Trab el- Sudán, Tierra de los Negros
(también Bilad el-Tekrur).
Espacio geográfico, en el que
desde antiguo se define y aplica una medicina y farmacia “tradicional”, que
abarca, bajo consideración histórica y no política, el territorio comprendido
por una pequeña zona de Marruecos, parte de Argelia, de Mali, todo el Sahara
Occidental y toda Mauritania; territorio que acoge a los nacidos de la relación,
en origen, entre los bereberes asentados con los árabes procedentes del Norte
(mezclados también ocasionalmente con otros africanos más al sur), y que
permanecen ahora unidos bajo una misma religión, el Islam (sunnitas de rito malekí),
una misma lengua (al margen de otras minoritarias de origen negroafricano como
el pulaar y el wolof), el hassanya,
excepción hecha de los tuaregs que hablan el thamasheq o tamahaq, las
mismas costumbres, la misma estructura social en base a la familia (ahel) y la tribu (kabila), y un estilo de vida tradicionalmente nómada o seminómada
en su mayoría.
El calificativo de “tradicional”
ajustado a dicha medicina, acogido también por los actuales habitantes de la Trab el-bidán de hoy, apunta a aquella
medicina que ha sido construida de generación en generación durante siglos gracias
a la transmisión oral (memoria colectiva) de los conocimientos, fruto de las
experiencias prácticas sobre las enfermedades a través del sistema de ensayo,
error-acierto, respecto a picaduras, mordeduras, heridas y fracturas,
accidentes propios de la vida nómada en el desierto, vida en la que la búsqueda
de la salud, tanto en las personas como en los animales era de absoluta
necesidad para poder sobrevivir en tal medio hostil, y, así mismo, basada en el
saber de los remedios o medicamentos
que, obtenidos en su entorno, han sido dedicados tradicionalmente a la curación
de hombres y animales.
Conocimientos y experiencias
procurados fuera de las escuelas y universidades de medicina y de farmacia tal
y como los conocemos hoy (“aquellas de los extranjeros”), escolásticas, no
“tradicionales”, que, aunque en general las respeten, también son criticadas
por los “tradicionales” en algunas de sus historias o cuentos por sus virtudes
“inferiores” en comparación con las propias.
No ha de extrañar entonces que
la medicina “oficial”, la “moderna”, la “convencional”, no sea considerada por
los habitantes de la Trab el-Bidán
como una terapia alternativa a la “tradicional”, ya que ambas siguen caminos
diferentes aunque el objetivo, la sanación del enfermo, sea común; hay que tener
en cuenta que para el bidán no hay distinción entre la medicina
“tradicional” y la moderna ya que todos los métodos y procedimientos de cura
han sido creados por Allah (según el Haditt
–dicho- del Profeta: “Dios no ha creado las enfermedades sin crear sus remedios
conocidos o ignorados”).
Así, la medicina “tradicional”
es lo que es sin más y no buscan problemas de encaje con otras definiciones
posibles al uso (naturista - tal vez la más próxima -, homeopática, “verde”,
etc.) para justificar su presencia al lado de la “oficial”.
Una medicina, la “tradicional”, que se sigue
practicando a pesar del desinterés de algunos, junto a una farmacia que continúa empleando la mayoría, en ocasiones
sin acudir al médico, en atención a la existencia de una gran variedad de
medicamentos de eficacia probada a lo largo del tiempo (hay quien admite que su
fisiología se adapta mejor a éstos medicamentos que a los venidos de fuera),
elaborados a partir de hierbas, aceites, productos animales y minerales locales,
menos caros que los medicamentos “modernos”.
Aquí hablaremos pues, de esa medicina
tradicional, unida en algunos casos a la veterinaria, y de la farmacia que la
acompaña, de los médicos y de su obra didáctica, de la relación de esa medicina
con la alimentación y su cocina (preparación de los alimentos), de la religión
presente como elemento de unión entre la salud espiritual y la corporal, y de
viejas supersticiones aplicadas a las dolencias, que, aunque se digan
rechazables, hay quien cree que ayudan a alcanzan la salud.
A pesar de lo dicho no hemos de considerar
dicha medicina como una entidad única, organizada en un único cuerpo doctrinal
habida cuenta de que sólo existe, a pesar de puntos generales en común, la
unidad genérica alcanzada por su popularidad y la que cada médico o familia de
médicos otorga a su hacer.
Así veremos cómo se emplean
algunos medicamentos (vegetales, animales y minerales) como remedios en
tratamientos distintos para las mismas enfermedades según nos encontremos en
Mauritania, en el territorio del Sahara Occidental (antes Sahara español) o
aquel del Azawad o de los moros tuaregs.
De ahí el lector ha de
comprender la dificultad de manejo de las fuentes orales, en algunos casos poco
abiertas al estudioso ajeno, que es posible hayan inducido algún error y
olvido, por lo que pedimos disculpas anticipadas, no obstante, la grandeza de
la medicina y farmacia tradicional del nómada de la Trab el-Bidán nos obligó a seguir adelante buscando los contrastes
necesarios en aras de la objetividad y rigor debidos.