Fernando Pinto Cebrián
Tras el “último” comunicado de la organización terrorista ETA han llovido y siguen lloviendo los análisis de situación; análisis de políticos de todo color, periodistas, asociaciones de víctimas, contertulios, y gente de la calle, que, en su conjunto, podemos agrupar inicialmente en los tres siguientes grupos:
1. Los optimistas
2. Los dudosos
3. Los pesimistas
Los primeros son aquellos que se alegran de que los terroristas abandonen las acciones violentas definitivamente, de su derrota a manos de la democracia, dejando de lado en ese momento los condicionamientos que ETA impone cara al presente y al futuro.
Éstos a su vez se dividen en:
1.1. Los optimistas conscientes: aquellos que piensan que se ha ganado algo fundamental pero que queda mucho para terminar y poder vivir olvidando definitivamente los sufrimientos pasados.
1.2. Los optimistas inconscientes. Los que sólo se fijan en lo logrado y creen que ya está el proceso acabado, que los proetarras y la misma ETA claudicarán de sus exigencias finales ante el peso de la democracia y su justicia, entregaran sus armas, se hará justicia y pedirán perdón a las víctimas.
Los segundos, fijándose más en tales condicionamientos, piensan que no está todo ganado, que cabe la posibilidad de que todo sea un engaño más de la organización terrorista y se abren tanto a la línea optimista como a la pesimista. Éstos se dividen a su vez en:
2.1 Dudosos desinformados: se basan en informaciones pasadas y otras ahora manipuladas que les llevan a concebir que todo es siempre una “tregua trampa”. Se acercan a los pesimistas.
2.2 Dudosos relativos: aquellos que, sólo en el caso de que se confirme en el tiempo la falta de actividad de ETA y siga activa la lucha contra terrorista y la aplicación de la justicia, se aproximan a los optimistas.
Los terceros dan por hecho sin ninguna duda que todo es un teatro para ganar poder político y reorganizar la organización cara a la posibilidad de volver a la acción. No creen por tanto a ETA. Éstos a su vez se pueden clasificar en:
3.1. Pesimistas cerrados: No les vale ninguna opinión positiva por muy razonada que sea. Lo dicho por ETA no vale para nada y hay que seguir hasta la derrota final.
3.2. Pesimistas vengativos: aquellos que consideran que hay que derrotar a ETA sin perdón alguno hagan lo que hagan. Hacerles desaparecer en suma.
Ciertamente estas clasificaciones no son determinantes, no están cerradas, cualquiera puede añadir o quitar, pero lo que si manifiestan en todo caso es la idea de que falta unidad entre los demócratas sobre el camino a seguir de ahora en adelante y que tal falta hace un flaco servicio a la democracia.
Unidad que, a pesar de algunas voces discordantes, debe mantener inamovible puntos tales como:
1. No admitir presiones de los terroristas a la democracia.
2. Desaparición de los terroristas sin condiciones
3. Ajuste de sus actos con la justicia
4. Entrega de la totalidad de sus armas y de sus apoyos logísticos de todo tipo
5. Estudiar caso a caso la situación de los arrepentidos y su integración en la democracia
6. No dejar de lado la reparación a las víctimas
7. En ningún caso emplear el terrorismo como arma política
8. Alcanzar la sintonía entre los partidos políticos y la sociedad
9. Seguir con las actividades concernientes a la lucha contra el terrorismo
10. Claridad meridiana en cuantos pasos se den desde el Gobierno
Y así, desde lo positivo que la situación aporta ahora, ya veremos…
Tras el “último” comunicado de la organización terrorista ETA han llovido y siguen lloviendo los análisis de situación; análisis de políticos de todo color, periodistas, asociaciones de víctimas, contertulios, y gente de la calle, que, en su conjunto, podemos agrupar inicialmente en los tres siguientes grupos:
1. Los optimistas
2. Los dudosos
3. Los pesimistas
Los primeros son aquellos que se alegran de que los terroristas abandonen las acciones violentas definitivamente, de su derrota a manos de la democracia, dejando de lado en ese momento los condicionamientos que ETA impone cara al presente y al futuro.
Éstos a su vez se dividen en:
1.1. Los optimistas conscientes: aquellos que piensan que se ha ganado algo fundamental pero que queda mucho para terminar y poder vivir olvidando definitivamente los sufrimientos pasados.
1.2. Los optimistas inconscientes. Los que sólo se fijan en lo logrado y creen que ya está el proceso acabado, que los proetarras y la misma ETA claudicarán de sus exigencias finales ante el peso de la democracia y su justicia, entregaran sus armas, se hará justicia y pedirán perdón a las víctimas.
Los segundos, fijándose más en tales condicionamientos, piensan que no está todo ganado, que cabe la posibilidad de que todo sea un engaño más de la organización terrorista y se abren tanto a la línea optimista como a la pesimista. Éstos se dividen a su vez en:
2.1 Dudosos desinformados: se basan en informaciones pasadas y otras ahora manipuladas que les llevan a concebir que todo es siempre una “tregua trampa”. Se acercan a los pesimistas.
2.2 Dudosos relativos: aquellos que, sólo en el caso de que se confirme en el tiempo la falta de actividad de ETA y siga activa la lucha contra terrorista y la aplicación de la justicia, se aproximan a los optimistas.
Los terceros dan por hecho sin ninguna duda que todo es un teatro para ganar poder político y reorganizar la organización cara a la posibilidad de volver a la acción. No creen por tanto a ETA. Éstos a su vez se pueden clasificar en:
3.1. Pesimistas cerrados: No les vale ninguna opinión positiva por muy razonada que sea. Lo dicho por ETA no vale para nada y hay que seguir hasta la derrota final.
3.2. Pesimistas vengativos: aquellos que consideran que hay que derrotar a ETA sin perdón alguno hagan lo que hagan. Hacerles desaparecer en suma.
Ciertamente estas clasificaciones no son determinantes, no están cerradas, cualquiera puede añadir o quitar, pero lo que si manifiestan en todo caso es la idea de que falta unidad entre los demócratas sobre el camino a seguir de ahora en adelante y que tal falta hace un flaco servicio a la democracia.
Unidad que, a pesar de algunas voces discordantes, debe mantener inamovible puntos tales como:
1. No admitir presiones de los terroristas a la democracia.
2. Desaparición de los terroristas sin condiciones
3. Ajuste de sus actos con la justicia
4. Entrega de la totalidad de sus armas y de sus apoyos logísticos de todo tipo
5. Estudiar caso a caso la situación de los arrepentidos y su integración en la democracia
6. No dejar de lado la reparación a las víctimas
7. En ningún caso emplear el terrorismo como arma política
8. Alcanzar la sintonía entre los partidos políticos y la sociedad
9. Seguir con las actividades concernientes a la lucha contra el terrorismo
10. Claridad meridiana en cuantos pasos se den desde el Gobierno
Y así, desde lo positivo que la situación aporta ahora, ya veremos…
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