SEGURIDAD (“mercachiflerías”)
Fernando Pinto Cebrián
Aunque hoy, ante la violencia terrorista (y no sólo), creamos que ahora es el momento de la SEGURIDAD, realmente no es así.
Desde que el hombre, para sobrevivir, toma conciencia de su enfrentamiento con la naturaleza y consigo mismo, tal concepto ha estado, de una forma u otra, siempre presente entre nosotros.
La diferencia es que todo el mundo, por necesidad real o subjetiva, habla ahora de SEGURIDAD.
Se parlotea, se polemiza,…, tanto en noticiarios, como en debates, conferencias, cursos,…, sobre seguridad individual o personal, familiar, comercial, industrial, institucional, de defensa, militar, carcelaria, pública, privada,…, sin tener en cuenta que no es lo mismo hablar de SEGURIDAD, que saber de SEGURIDAD.
Así, hay quienes cuestionan su falta presentando “inseguridades” de todo tipo, o bien, quienes denuncian su exceso, planteando recorte de libertades, e incluso, quienes afirman que ciertas medidas de SEGURIDAD provocan inseguridad en aquellos a los que tratan de proteger.
Consecuencia, una de sus bases iniciales, el secreto que ha de acompañar a la SEGURIDAD, y la sorpresa que ha de sufrir el posible agresor, se ha modificado, por no decir que ha desaparecido.
No hace falta anunciarlo, pero todo el mundo sabe (mejor supone) que muchas casas, hoteles, hospitales, bancos, acuartelamientos, instituciones,…, y determinadas personas, por razón de profesión, cargo, valor político, peso cultural,…, tienen a su alrededor un sistema-medidas de SEGURIDAD.
Unas para evitar el acceso al “enemigo”, otras para evitar que salga si está encerrado, y otras más para evitar, que si entra, pueda salir.
También es de dominio público que la SEGURIDAD (personal y medios) cuesta dinero, y que a más barreras, es decir, a mejor seguridad, más inversión económica.
Asimismo, que a pesar de todo lo que se plantee, en el juego de las hipótesis sobre la que se monta dicha SEGURIDAD (las más peligrosas, además de contar con las probables), hay imprevistos que provocan problemas en la seguridad.
Por algo se habla de hipótesis.
Sabidas todas estas generalidades, extraña que haya quienes consideren la existencia de fallas de SEGURIDAD en el mero hablar de su existencia.
La posible inseguridad se provoca realmente si se hace público el sistema, el método, los procedimientos y los medios concretos empleados.
Hoy día, hablar sólo de lo general sirve más para intimidar al posible agresor que para facilitarle el acceso.
Pero los “mercachifles” con sus “mercachiflerías” al respecto están ahí sin darse cuenta que la SEGURIDAD también vende con ellos.
Repito, no es lo mismo hablar de SEGURIDAD que saber de SEGURIDAD.
Pero, si alguien que sabe realmente de SEGURIDAD se va de la lengua por encima de lo general, y para saberlo hay que saber de SEGURIDAD, entonces si que podría haber un problema de ídem.
Hay que tener en cuenta que, en todo análisis, junto al saber oír y al saber escuchar (cosas diferentes), está también el saber hablar, o mejor saber de que se habla.
Desconocimiento que tal vez sea un pecado del que, por ser hoy tan corriente, nadie, recalco, nadie, escapa.
Fernando Pinto Cebrián
Aunque hoy, ante la violencia terrorista (y no sólo), creamos que ahora es el momento de la SEGURIDAD, realmente no es así.
Desde que el hombre, para sobrevivir, toma conciencia de su enfrentamiento con la naturaleza y consigo mismo, tal concepto ha estado, de una forma u otra, siempre presente entre nosotros.
La diferencia es que todo el mundo, por necesidad real o subjetiva, habla ahora de SEGURIDAD.
Se parlotea, se polemiza,…, tanto en noticiarios, como en debates, conferencias, cursos,…, sobre seguridad individual o personal, familiar, comercial, industrial, institucional, de defensa, militar, carcelaria, pública, privada,…, sin tener en cuenta que no es lo mismo hablar de SEGURIDAD, que saber de SEGURIDAD.
Así, hay quienes cuestionan su falta presentando “inseguridades” de todo tipo, o bien, quienes denuncian su exceso, planteando recorte de libertades, e incluso, quienes afirman que ciertas medidas de SEGURIDAD provocan inseguridad en aquellos a los que tratan de proteger.
Consecuencia, una de sus bases iniciales, el secreto que ha de acompañar a la SEGURIDAD, y la sorpresa que ha de sufrir el posible agresor, se ha modificado, por no decir que ha desaparecido.
No hace falta anunciarlo, pero todo el mundo sabe (mejor supone) que muchas casas, hoteles, hospitales, bancos, acuartelamientos, instituciones,…, y determinadas personas, por razón de profesión, cargo, valor político, peso cultural,…, tienen a su alrededor un sistema-medidas de SEGURIDAD.
Unas para evitar el acceso al “enemigo”, otras para evitar que salga si está encerrado, y otras más para evitar, que si entra, pueda salir.
También es de dominio público que la SEGURIDAD (personal y medios) cuesta dinero, y que a más barreras, es decir, a mejor seguridad, más inversión económica.
Asimismo, que a pesar de todo lo que se plantee, en el juego de las hipótesis sobre la que se monta dicha SEGURIDAD (las más peligrosas, además de contar con las probables), hay imprevistos que provocan problemas en la seguridad.
Por algo se habla de hipótesis.
Sabidas todas estas generalidades, extraña que haya quienes consideren la existencia de fallas de SEGURIDAD en el mero hablar de su existencia.
La posible inseguridad se provoca realmente si se hace público el sistema, el método, los procedimientos y los medios concretos empleados.
Hoy día, hablar sólo de lo general sirve más para intimidar al posible agresor que para facilitarle el acceso.
Pero los “mercachifles” con sus “mercachiflerías” al respecto están ahí sin darse cuenta que la SEGURIDAD también vende con ellos.
Repito, no es lo mismo hablar de SEGURIDAD que saber de SEGURIDAD.
Pero, si alguien que sabe realmente de SEGURIDAD se va de la lengua por encima de lo general, y para saberlo hay que saber de SEGURIDAD, entonces si que podría haber un problema de ídem.
Hay que tener en cuenta que, en todo análisis, junto al saber oír y al saber escuchar (cosas diferentes), está también el saber hablar, o mejor saber de que se habla.
Desconocimiento que tal vez sea un pecado del que, por ser hoy tan corriente, nadie, recalco, nadie, escapa.
1 comentario:
Hola Don Fernando.
Me llamo Guacimara he leido su blog y me gusto mucho. Conozco a su hijo Gonzalo Pinto trabaja conmigo aqui en Brasil(en realidad él es mi jefe)... Enhorabuena tiene un hijo estupendo!
saludos Cordiales,
Guacimara Henriquez Ortega
Publicar un comentario