APROXIMACIÓN A LOS COMUNICADOS TERRORISTAS
(Elementos básicos para su correcto análisis e interpretación)
Fernando Pinto Cebrián
Y uno más…
Y una vez más, desde el ámbito político y mediático, se da una réplica analítica…
“Más de lo mismo”, como se suele decir coloquialmente.
Un primer punto de aproximación a la correcta interpretación de los comunicados terroristas: la "comunicación" terrorista como propaganda es un procedimiento reiterativo empleado desde siempre. Por lo tanto la sorpresa mediática no debería existir.
Cualquiera que sea el grupo terrorista que se considere, al tocar sus actividades mediáticas con el escalpelo del análisis, siempre se concluye que sus actos necesitan compulsivamente de la propaganda, y más en un mundo como en el actual que vive inmerso en la cotidianeidad de las comunicaciones.
Necesidad por tanto, en primer lugar, para dar a conocer “las razones”, las “suyas” (ningún planteamiento las tiene si atenta contra la vida humana), de su existencia
Este es por tanto el segundo punto de aproximación: los terroristas precisan hablar para intentar justificar su existencia.
Y, más en concreto, con “sus razonamientos”, aparentemente razonables pero falsos, aunque ellos los consideren “verdad absoluta”, intentar justificar la violencia de sus acciones.
Así, un tercer punto de aproximación: necesitan de comunicados para intentar “justificar” lo injustificable de su barbarie.
Al mismo tiempo, sea cual fuere la tipología del terrorista, en el convencimiento, muy condicionado y erróneamente influenciado, no ya por la realidad sino por la irrealidad virtual en la que viven, de que son luchadores por la "libertad" (aquella que coarta y quita la vida a los demás), tratarán, inútilmente para los conocedores de sus falacias, prolongar la situación de miedo/terror que sus sangrientas acciones provocan a través del recuerdo de atentados pasados, el más reciente y la amenaza de otros en el futuro.
Y éste es el cuarto punto de aproximación: los terroristas emplean los comunicados, y propagandas anejas, para intentar prolongar la situación de miedo/terror que provocan sus acciones.
Pero su propósito al comunicar intenta ir más allá del mero asustar.
Buscan, con ansiedad insistente, influir en opiniones, emociones, actitudes, y conductas, para provocar reacciones encontradas en el ámbito social, el político y el institucional y condicionar decisiones para tratar imponer las suyas (antidemocráticas por definición en cuanto a su imposición por las armas).
Quinto punto de aproximación: tras el empleo de las armas, que indudablemente no tienen representación en la política democrática, intentan, tensionando la misma, condicionarla con “sus palabras” antidemocráticas, al tiempo que desafían a la sociedad y a sus instituciones.
Por otra parte sus comunicados también van dirigidos a los “suyos” para adoctrinarlos, para integrarlos “en su molde”, para unificar dictatorialmente sus opiniones, para evitar el escape de su dirección, para obtener apoyos de sus incondicionales, para excitarlos y exacerbarlos hacia la aplicación de actitudes complementarias de sus intereses.
Y un sexto punto de aproximación: intentan que sus comunicados sirvan también de “prueba”, al tiempo que de "doctrina", para el dominio tácito de “sus bases”.
Comunicados en los que, aplicando metodología y proposiciones sediciosas, se subvierte y se transforma, tanto la memoria histórica como la realidad actual, para hacernos creer sus desvaríos: que ellos son realmente las “víctimas” de un problema antiguo (de carácter político, religioso, étnico,…) que aún continúa activo por culpa de la “incomprensión” de la sociedad, de los dirigentes políticos y las instituciones del ahora.
Séptimo punto de aproximación: explotación de un falso “victimismo”, que viene de lejos, como apoyo base y complemento a otras justificaciones, a su existencia y a sus actividades.
Así pues, todos los comunicados, metodológicamente hablando, se parecen en su habitual lenguaje surrealista, propio de “revolución” política, religiosa,…, rancia y trasnochada, y en cuanto a su formato, en el que el orden de sus elementos no altera el producto final:
Encaje en la situación actual arrancando en su caso de procesos anteriores/antecedentes; señalamiento, sin dejar de lado insultos, falsedades y todo tipo de acusaciones, de las equivocaciones y de los errores de toda índole cometidos por aquellos (políticos, instituciones, grupos sociales,…) que con sus actitudes, de toda índole, les empujan a la actividad terrorista (según ellos “armada”) como única salida/ “victimismo”; reivindicación o reivindicaciones/ autoría; justificación o justificaciones a través de “reflexiones”; exaltación hacia sus “bases”; “decisiones” o amenazas cara al futuro; y firma.
Y, finalmente, un octavo punto de aproximación: la cansina rutina formal de la construcción metodológica (lenguaje y encuadre), aunque cambien los redactores (lo que se nota), de sus comunicados.
Y entonces, ¿qué es lo que queda por saber?
Que lo mejor es, visto lo visto, no dar a sus comunicados la importancia que los terroristas desean, castrando así su propaganda.
Que sería conveniente evitar su difusión exagerada y sobre todo, los comentarios interpretativos que dividan a la sociedad, a los políticos,…, rompiendo la necesaria unidad contra el terrorismo.
Que los análisis de rigor deben quedar para los expertos en la lucha contra el terrorismo.
Que la posible contrapaganda, en su caso, debe ser, ágil y oportuna, bien preparada y nacer de las irrenunciables concepciones democráticas siempre incompatibles con la violencia.
O bien, olvidarlos y responder como se debe, en silencio, con una efectiva acción contra el terrorismo por parte de la sociedad y de todos aquellos que luchan contra el terrorismo, de forma que se rompan definitivamente todos los esquemas planteados en sus comunicados.
(Elementos básicos para su correcto análisis e interpretación)
Fernando Pinto Cebrián
Y uno más…
Y una vez más, desde el ámbito político y mediático, se da una réplica analítica…
“Más de lo mismo”, como se suele decir coloquialmente.
Un primer punto de aproximación a la correcta interpretación de los comunicados terroristas: la "comunicación" terrorista como propaganda es un procedimiento reiterativo empleado desde siempre. Por lo tanto la sorpresa mediática no debería existir.
Cualquiera que sea el grupo terrorista que se considere, al tocar sus actividades mediáticas con el escalpelo del análisis, siempre se concluye que sus actos necesitan compulsivamente de la propaganda, y más en un mundo como en el actual que vive inmerso en la cotidianeidad de las comunicaciones.
Necesidad por tanto, en primer lugar, para dar a conocer “las razones”, las “suyas” (ningún planteamiento las tiene si atenta contra la vida humana), de su existencia
Este es por tanto el segundo punto de aproximación: los terroristas precisan hablar para intentar justificar su existencia.
Y, más en concreto, con “sus razonamientos”, aparentemente razonables pero falsos, aunque ellos los consideren “verdad absoluta”, intentar justificar la violencia de sus acciones.
Así, un tercer punto de aproximación: necesitan de comunicados para intentar “justificar” lo injustificable de su barbarie.
Al mismo tiempo, sea cual fuere la tipología del terrorista, en el convencimiento, muy condicionado y erróneamente influenciado, no ya por la realidad sino por la irrealidad virtual en la que viven, de que son luchadores por la "libertad" (aquella que coarta y quita la vida a los demás), tratarán, inútilmente para los conocedores de sus falacias, prolongar la situación de miedo/terror que sus sangrientas acciones provocan a través del recuerdo de atentados pasados, el más reciente y la amenaza de otros en el futuro.
Y éste es el cuarto punto de aproximación: los terroristas emplean los comunicados, y propagandas anejas, para intentar prolongar la situación de miedo/terror que provocan sus acciones.
Pero su propósito al comunicar intenta ir más allá del mero asustar.
Buscan, con ansiedad insistente, influir en opiniones, emociones, actitudes, y conductas, para provocar reacciones encontradas en el ámbito social, el político y el institucional y condicionar decisiones para tratar imponer las suyas (antidemocráticas por definición en cuanto a su imposición por las armas).
Quinto punto de aproximación: tras el empleo de las armas, que indudablemente no tienen representación en la política democrática, intentan, tensionando la misma, condicionarla con “sus palabras” antidemocráticas, al tiempo que desafían a la sociedad y a sus instituciones.
Por otra parte sus comunicados también van dirigidos a los “suyos” para adoctrinarlos, para integrarlos “en su molde”, para unificar dictatorialmente sus opiniones, para evitar el escape de su dirección, para obtener apoyos de sus incondicionales, para excitarlos y exacerbarlos hacia la aplicación de actitudes complementarias de sus intereses.
Y un sexto punto de aproximación: intentan que sus comunicados sirvan también de “prueba”, al tiempo que de "doctrina", para el dominio tácito de “sus bases”.
Comunicados en los que, aplicando metodología y proposiciones sediciosas, se subvierte y se transforma, tanto la memoria histórica como la realidad actual, para hacernos creer sus desvaríos: que ellos son realmente las “víctimas” de un problema antiguo (de carácter político, religioso, étnico,…) que aún continúa activo por culpa de la “incomprensión” de la sociedad, de los dirigentes políticos y las instituciones del ahora.
Séptimo punto de aproximación: explotación de un falso “victimismo”, que viene de lejos, como apoyo base y complemento a otras justificaciones, a su existencia y a sus actividades.
Así pues, todos los comunicados, metodológicamente hablando, se parecen en su habitual lenguaje surrealista, propio de “revolución” política, religiosa,…, rancia y trasnochada, y en cuanto a su formato, en el que el orden de sus elementos no altera el producto final:
Encaje en la situación actual arrancando en su caso de procesos anteriores/antecedentes; señalamiento, sin dejar de lado insultos, falsedades y todo tipo de acusaciones, de las equivocaciones y de los errores de toda índole cometidos por aquellos (políticos, instituciones, grupos sociales,…) que con sus actitudes, de toda índole, les empujan a la actividad terrorista (según ellos “armada”) como única salida/ “victimismo”; reivindicación o reivindicaciones/ autoría; justificación o justificaciones a través de “reflexiones”; exaltación hacia sus “bases”; “decisiones” o amenazas cara al futuro; y firma.
Y, finalmente, un octavo punto de aproximación: la cansina rutina formal de la construcción metodológica (lenguaje y encuadre), aunque cambien los redactores (lo que se nota), de sus comunicados.
Y entonces, ¿qué es lo que queda por saber?
Que lo mejor es, visto lo visto, no dar a sus comunicados la importancia que los terroristas desean, castrando así su propaganda.
Que sería conveniente evitar su difusión exagerada y sobre todo, los comentarios interpretativos que dividan a la sociedad, a los políticos,…, rompiendo la necesaria unidad contra el terrorismo.
Que los análisis de rigor deben quedar para los expertos en la lucha contra el terrorismo.
Que la posible contrapaganda, en su caso, debe ser, ágil y oportuna, bien preparada y nacer de las irrenunciables concepciones democráticas siempre incompatibles con la violencia.
O bien, olvidarlos y responder como se debe, en silencio, con una efectiva acción contra el terrorismo por parte de la sociedad y de todos aquellos que luchan contra el terrorismo, de forma que se rompan definitivamente todos los esquemas planteados en sus comunicados.